Esa pregunta flota en el aire cada vez que se habla de inteligencia artificial (IA) y automatización.
Muchas personas sienten que sus trabajos están en riesgo, yo también lo pensé, pero viví algo diferente: si te adaptas al cambio, no solo sigues trabajando, sino que creces, aprendes, avanzas y dejas lo más pesado a las máquinas.
Durante la pandemia, mientras el mundo se detenía, las empresas tecnológicas se dispararon, Amazon, por ejemplo, vivió uno de los mayores auges de su historia.
En 2020, su facturación mundial se incrementó en más de 100 mil millones de dólares y para 2021, con la crisis sanitaria aún presente, los ingresos alcanzaron los 386,000 millones de dólares, según El País.
Yo vivía todo esto desde el piso de las tiendas. Primero, trabajando en Walmart, haciendo picking para clientes que ni siquiera bajaban del auto, era logística sin contacto, impulsada por la emergencia.
Poco después, di el salto a uno de los almacenes de Amazon en Estados Unidos, justo en un momento de máxima demanda-estuve ahí por dos años- los pedidos no se detenían, el volumen era enorme y el ritmo exigente.
De esfuerzo físico a automatización
Durante mis primeros meses en Amazon, me asignaron a tareas físicas muy pesadas: cargar y descargar tráilers llenos de paquetes, formar torres de cajas, envolverlas manualmente con plástico.
Eran jornadas largas, de hasta 12 horas, que exigían un gran esfuerzo físico y mental, con el paso del tiempo, empecé a ver cómo la tecnología cambiaba todo.
Después de un tiempo, y ya con experiencia en el proceso, me movieron a las áreas automatizadas, la demanda era tan alta por el COVID-19 que necesitábamos apoyo extra, y ahí entraban los robots, las tareas pesadas, como mover cajas o envolver pallets, ya no las hacíamos nosotros.
Las máquinas se encargaban, y nuestro trabajo cambió por completo: ahora operábamos equipos, supervisábamos y aprendíamos a usar tecnología; pasamos de cargar a controlar. Así de simple.
Además, aprendimos a manejar nuevas herramientas, nos capacitaron para operar maquinaria y nos dieron la oportunidad de certificarnos en nuevas funciones, fue un cambio para bien, de ser fuerza de trabajo física a convertirnos en personas capacitadas para operar procesos automatizados.
La tecnología no te reemplaza, te entrena
Gracias a la IA los productos se redistribuían automáticamente según la demanda.
Las bandas transportadoras escaneaban todo en tiempo real, ya no hacíamos tareas repetitivas ni forzábamos tanto el cuerpo.
Con el tiempo, llegué a mi último y más importante rol en la empresa: Problem Solver en el área de Outbound. Desde un escritorio, analizaba fallos logísticos, monitoreaba envíos, corregía errores de empaquetado, gestionaba cancelaciones y coordinaba reenvíos, todo gracias a sistemas avanzados para tomar decisiones rápidas y eficientes.
Ese puesto requería conocimientos técnicos, capacidad analítica y toma de decisiones bajo presión.
El poder invisible de la nube
Detrás de todo esto está una tecnología que no se ve, pero que lo mueve todo: la nube, ahí funcionan los sistemas que coordinan robots, organizan productos, gestionan pedidos y optimizan rutas.
Plataformas como Amazon Web Services (AWS) o soluciones como Infor permiten que empresas de todos los tamaños accedan a herramientas que antes eran exclusivas de gigantes.
Hoy, sectores como manufactura, logística y alimentos usan estas plataformas para digitalizarse, automatizarse y competir mejor.
Pasé de cargar cajas y recorrer pasillos, a tomar decisiones clave desde un escritorio y lo hice no porque un robot me reemplazara, sino porque me dio la oportunidad de aprender procesos complejos.
La tecnología no tiene por qué ser una amenaza, si aprendemos a usarla, nos libera de lo repetitivo y lo pesado, y nos empuja a crecer.
Por último, trabajar para una empresa que invierte en tecnología y se actualiza hace toda la diferencia. Automatizar procesos no solo mejora la eficiencia operativa, también eleva la calidad de vida de quienes trabajan ahí, ya que reduce el desgaste físico, abre nuevas rutas de aprendizaje y permite enfocarse en lo que realmente aporta valor a las compañías.