Monterrey

Rogelio Segovia: ¡Hagan sus apuestas!

El debate sobre la flexibilidad laboral sigue abierto, pero los datos muestran que el trabajo híbrido persiste y aporta beneficios tangibles a empleados y empresas.

¿Desaparecen o no los esquemas laborales flexibles? Se repite con insistencia que los modelos de trabajo híbrido están llegando a su fin, que la flexibilidad para alternar entre casa y oficina tiene los días contados. Pero, ¿realmente desaparecerán estos modelos?

A botepronto, muchos responderían que sí, que la flexibilidad laboral está desapareciendo y que pronto volveremos a los esquemas de 2019. ¿La prueba? Basta mirar a empresas como Amazon, Starbucks, Tesla, X, Goldman Sachs e IBM, e incluso al propio gobierno federal de Estados Unidos, que han impuesto restricciones cada vez más estrictas al trabajo remoto.

En México, y específicamente en Nuevo León, también hay ejemplos de compañías que están eliminando estos esquemas.

Sin embargo, ¿realmente está desapareciendo la flexibilidad laboral o estamos siendo víctimas del sesgo de disponibilidad? Este fenómeno nos lleva a sobrestimar la prevalencia de un evento porque es más fácil de recordar o porque recibe una gran cobertura mediática. Y en el caso del trabajo remoto, las noticias sobre empresas eliminando el home office son más llamativas y generan más ruido, lo que puede hacernos creer que es una tendencia generalizada, aunque los datos indiquen lo contrario.

Los números cuentan otra historia. Según estimaciones de Stanford, desde finales de 2023, el porcentaje de trabajadores en EE.UU. que laboran desde casa se ha mantenido estable entre el 26 % y el 30 %, una cifra muy superior a los niveles previos a la pandemia.

Si tantas empresas están exigiendo el regreso a la oficina, ¿por qué las cifras no cambian? En gran parte, por la forma en que percibimos la información. Los medios tienden a amplificar los anuncios de compañías que restringen el home office, mientras que las empresas que mantienen esquemas híbridos pasan desapercibidas.

Además, muchas compañías jóvenes y en crecimiento, aunque menos visibles en los titulares, siguen apostando por la flexibilidad, equilibrando el panorama y atrayendo al mejor talento. No se trata solo de mantener satisfechos a los colaboradores, sino de una decisión estratégica de negocio. Un estudio de Trip.com encontró que permitir tres días en oficina y dos en casa redujo la rotación en un tercio sin afectar el desempeño, lo que se tradujo en ahorros millonarios.

Otro factor que no debemos ignorar es que los empleados, seres humanos, ya experimentaron una forma diferente de trabajar, de ser productivos y de mejorar su balance personal. Y parafraseando a aquel expresidente mexicano: no me vengan con el cuento de que el trabajo presencial se trata de productividad e innovación. Múltiples estudios (Gartner tiene varios) han demostrado que la productividad y la innovación no se ven afectadas por esquemas de trabajo híbrido; en muchos casos, incluso se ven favorecidas. Si existen organizaciones con experiencias en contrario, es probable que se deba más a la falta de habilidades de liderazgo de quienes las dirigen que al esquema de trabajo en sí.

El hecho de que las personas hayan encontrado otra forma de trabajar, que no implique estar físicamente 48 horas a la semana en una oficina, también ha tenido un impacto positivo en su salud mental.

Cuando los empleados no tienen control sobre sus horarios de trabajo, no solo se resiente la moral, sino también la salud mental. Un estudio publicado en JAMA Network Open (25 de marzo de 2024) muestra que la forma en que están diseñados nuestros trabajos puede afectar el bienestar, y que la flexibilidad, la seguridad y la autonomía son determinantes clave de la salud.

El informe más reciente de Gallup (2024) refuerza esta idea: el 44 % de los trabajadores experimenta mucho estrés en su empleo, lo que representa uno de los principales motivos por los cuales más de la mitad de los empleados buscan activamente otro trabajo.

Volviendo al estudio de JAMA Network Open, se encontró que los trabajadores con horarios más flexibles tenían menos probabilidades de manifestar síntomas de depresión, desesperanza y ansiedad. Además, aquellos con mayor seguridad laboral tenían menor riesgo de sufrir problemas de salud mental y presentaban menos ausencias en el trabajo.

Para quienes argumentan en contra del trabajo flexible en nombre de la productividad, conviene recordarles que cuando los empleados no se sienten bien mentalmente, su desempeño se ve afectado: son menos productivos, faltan más al trabajo, y su creatividad y capacidad de colaboración disminuyen. Y todo esto impacta directamente en la rentabilidad de la empresa.

Evidentemente, aquí nos referimos a aquellos trabajos que pueden desempeñarse de manera flexible. Pero, ¿qué pasa con los que no? Con seguridad, los críticos del trabajo remoto utilizarán la equidad como argumento para rechazar la flexibilidad laboral.

Primero: De acuerdo con Gallup (diciembre 2023), el 58 % de los trabajadores en EE.UU. labora de manera completamente presencial, sin posibilidad de adoptar modelos flexibles. La mayoría de ellos trabaja en contacto directo con clientes o en la manufactura de productos. En el caso de México y Nuevo León, predominantemente manufactureros, este porcentaje debe ser aún mayor.

Segundo: Los trabajadores de primera línea no han experimentado los beneficios del trabajo flexible, como evitar el tiempo de traslado. No obstante, el 57 % de ellos no se siente molesto porque otros empleados puedan trabajar desde casa.

En cambio, aquellos que trabajan en sitio, pero podrían hacerlo de forma remota, sí expresan mayor resentimiento por la falta de opciones de teletrabajo.

Tercero: Lo que realmente valoran los trabajadores de primera linea no es necesariamente la posibilidad de trabajar desde casa, sino la flexibilidad en la gestión de su tiempo. Poder elegir sus días de descanso, ajustar los horarios de entrada y salida o contar con turnos más flexibles son demandas constantes en estos sectores.

Cuarto: Si alguien enarbola la bandera de la equidad para argumentar que todos deben trabajar de forma presencial, debería empezar por cerrar la brecha salarial entre directivos y empleados. Resulta sorprendente, por decir lo menos, que Brian Niccol, CEO de Starbucks, haya recibido una compensación total de 96 millones de dólares en solo cuatro meses. Su salario es 6,666 veces mayor que el de un barista promedio.

El debate sobre el futuro del trabajo sigue abierto, pero los números son claros: la flexibilidad laboral persiste, aporta beneficios tangibles a la salud de los empleados, no afecta la innovación ni la cultura organizacional y no representa un problema de equidad para los trabajadores de primera línea. ¡Hagan sus apuestas!

El autor es Doctor en Filosofía, fundador de Human Leader, Socio-Director de Think Talent, y Profesor de Cátedra del ITESM.

Contacto: rogelio.segovia@thinktalent.mx

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