Monterrey

Jorge O. Moreno: Las expectativas de Tesla en Nuevo León

Del auge a la explosión.

El auge del nearshoring en México tuvo en la llegada de Tesla a Nuevo León, la “joya de la corona” de su potencial impacto.

Sin embargo, los distintos eventos ocurridos en semanas recientes nos auguran que estamos ante un potencial giro radical en otra dirección muy diferente a la que llegamos a discutir en este mismo espacio.

Durante meses y desde su aviso oficial, las expectativas que se generaron en torno a la llegada de la Gigafactory de Tesla al municipio de Santa Catarina fueron positivas y optimistas.

El impacto directo e indirecto en creación de empleos, mejoras en los salarios, inversión directa, y una serie de derramas económicas positivas en torno a la inversión pública que acompañaría dicha obra alimentaron un entorno de optimismo sobre las enormes ganancias de este inesperado giro en el paradigma de geolocalización industrial, resultado de las lecciones aprendidas sobre cadenas productivas y de valor durante la pandemia por COVID-19 de hace unos años.

Sin embargo, ante el atentado en contra del candidato republicado a la presidencia y expresidente de los Estados Unidos, Donald Trump, el aparente fortalecimiento de su campaña presidencial, la radicalización de sus posturas en temas de inversión y migración, y la reciente dimisión del actual presidente Joseph Biden en la búsqueda de una reelección compitiendo por el partido demócrata, las expectativas de los inversionistas reaccionaron, y Elon Musk no fue la excepción.

En particular, en un comunidado emitido durante esta semana, Musk anunció que esperará el resultado de las elecciones estadounidenses para decidir si el proyecto sigue adelante, lo anterior por la intención de Trump de poner aranceles a los vehículos fabricados en México.

“No tiene sentido invertir en México si eso (la imposición de aranceles a automoviles construidos en el territorio mexicano) va a pasar”, expresó Musk en una conferencia con analistas y medios de comunicación.

El inicio de las obras de Tesla en Santa Catarina, en la zona metropolitana de Monterrey, estaba previsto para arrancar en 2026, sin embargo, ahora su futuro quedará ligado a lo que pase a partir del mes de enero en la Casa Blanca.

Las pérdidas económicas para la región ante una eventual cancelación de la planta de Tesla no son insignificantes.

Por una parte, hemos de recordar que durante los últimos meses, Nuevo León vivió un auge importante en su mercado laboral, al observarse crecimiento en los niveles de empleos, salarios base promedio, y reducción en el desempleo e informalidad.

Además, de la mano del anuncio de la llegada de Tesla, se anunciaron inversiones importantes fuertemente vinculadas a las cadenas de valor y suministros que esperaban tener en la empresa automotriz su eslabón más fuerte.

Este auge en expectativas podría ahora verse revertido en una explosión de las mismas, (fenómeno definido como “boom and burst”) que resultaría en pérdidas cuantitativas importantes de empleos directos e indirectos, así como paralizar la atracción de nueva inversión o incluso la salida de inversiones ya comprometidas.

La situación para el gobierno del estado, que hasta hace poco gozaba de una relativa fortaleza económica y financiera, tampoco resulta favorable. Los recientes eventos vinculados a las lluvias registradas en la región, si bien trajeron el preciado liquido a nuestras presas ubicandolas en niveles que hace años no se veían, también ocasionaron daños significativos en diversas vialidades.

Las necesidades de reparar los daños ocasionados por las intensas lluvias de la mano de las fuertes inversiones que se proyectaban en materia de transporte público (en particular con la construccion del metro) se están viendo afectadas también ante las dificultades de la actual administración para conseguir financiamiento privado en forma de crédito.

De concretarse, la cancelación de la planta de Tesla en Nuevo León tendría consecuencias significativas y multidimensionales, afectando tanto el empleo como la inversión, con ramificaciones de impacto en diversos sectores económicos y en la percepción general del clima de negocios en la región.

En un clima de incertidumbre política, económica y financiar como la actual, imaginar un escenario donde presenciamos el fin del nearshoring para México y el regreso a políticas de comercio internacional basadas en aranceles y proteccionismo, implicaría un fuerte retroceso en las expectativas de crecimiento y desarrollo del país, y el regreso a un camino que ya recorrimos y que nos aleja, aun más, del potencial de lo que pudimos llegar a ser.

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