Monterrey

Enrique Silva: ¿La afinidad política es transaccional?

La afinidad hacia un partido político no es una condición estática y su influencia varía entre distintos grupos de la sociedad.

La afinidad política se refiere a la percepción que una persona tiene sobre su propia afiliación política. Esta identidad puede estar influenciada por factores como la ideología, la cultura, la religión, la afiliación étnica o de género, entre otros. Los factores que crean afinidad política son las experiencias personales de los electores, sus valores y creencias, la identidad grupal, el liderazgo carismático de quien siguen o la percepción de ser competente y honesto.

Por otro lado, los factores que eliminan o debilitan la afinidad política son el incumplimiento de promesas, corrupción o escándalos, el cambio de posturas políticas, el mal desempeño económico o social, la falta de transparencia, situaciones de crisis o eventos políticos significativos.

La afinidad política pone énfasis en la colaboración o alianza entre actores políticos y electores, basada en la conveniencia y el intercambio de apoyos mutuos para alcanzar objetivos políticos específicos en un contexto temporal y contingente. Esta forma de afinidad se centra en la conveniencia y puede cambiar según las circunstancias políticas y los intereses de los involucrados.

En otras palabras, no todos los electores tienden a identificarse con las ideas, valores o plataformas de los partidos y se limitan a sentir o pensar que tienen afinidad por una “marca” política, más por los beneficios que reciben, que con las ideas de estos.

La afinidad hacia un partido político no es una condición estática y su influencia varía entre distintos grupos de la sociedad. Para aquellos que reciben apoyos económicos directos o beneficios gubernamentales a través de programas sociales, es evidente que lo que los une no es tanto una afinidad ideológica, sino más bien una lealtad hacia aquellos que les brindan apoyo.

Aun para aquellos que no reciben beneficios económicos directos, la afinidad transaccional se manifiesta de formas distintas, tales como intercambio de servicios o favores, apoyo social y emocional, coincidencia de valores y creencias, conexiones profesionales o académicas o solidaridad o causas compartidas.

Unirse en torno a una causa o problema social puede generar afinidad entre individuos que comparten el mismo objetivo de contribuir al bienestar de la comunidad o la sociedad en general. Un buen ejemplo de esto es lo que hace la oposición ante la grave situación que se vive en Acapulco.

Independientemente de si se produce o no un intercambio de beneficios económicos o políticos, a ciudadanos y gobiernos nos une la necesidad de transacciones mutuamente beneficiosas. Esto puede simplificarse en el concepto de ‘te doy y me das’. Sin embargo, es importante recordar que la afinidad política debería trascender la mera transaccionalidad y estar arraigada en valores y objetivos compartidos que vayan más allá de la conveniencia momentánea.

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