Si bien la mayoría de personas, madres y padres de familia, no estarán familiarizados con el concepto de economía circular, muchos ya lo han aplicado en sus hogares desde mucho tiempo atrás.
Este concepto, acuñado por primera vez en el libro de Pearce y Turner (1989), Economía de los recursos naturales y del medio ambiente, ha ido adquiriendo cada vez más importancia.
Es así como uno de sus grandes defensores fue Walter R. Stahel, un arquitecto que, frente a la crisis de los años 70, notó que era mucho más económico reparar viejas edificaciones que construir nuevas. Esto nos muestra que esta idea puede ser aplicada no solo en el ámbito académico, sino también en los ámbitos político, económico, empresarial y social.
La economía circular pretende transformar la economía de un formato lineal de extracción, producción, consumo y desecho, hacia una economía de bucle cerrado, donde los desechos de una industria se puedan convertir en materia prima para otras industrias o simplemente en hacer lo posible por alargar la vida útil de los productos, algo que nos suena interesante y factible de realizar en nuestros hogares.
En los últimos años, varias empresas optaron por la obsolescencia planificada. No recuerdo exactamente cuándo empezamos a notar que al comprar todo tipo de productos tecnológicos o no, sus partes y componentes venían con “fecha de caducidad”, pues salía mejor comprar un nuevo producto que repararlo.
La industria de la moda tampoco ha pasado desapercibida, así, hemos visto el crecimiento del consumismo de la mano del auge por la fast fashion, tendencia que ha ido creciendo, de manera que hoy se habla del fast - fast fashion en marcas que te ofrecen “estar a la moda”, a sabiendas de la poca calidad que aportan, lo que va de la mano con la reducida duración de la prenda.
Muchos pensarán que ya no son los tiempos de antes donde se tenían 8 o 10 hijos y la ropa se podía heredar de uno a otro… y a otro, hasta que terminaba ya en condiciones de desecharse.
Hoy vivimos una nueva era, con muchos cambios en la composición familiar y, con ello, cambios en los patrones de consumo: ya no hay a quién heredar la ropa; entonces, la desechamos…. Esto nos lleva a entender por qué tantos problemas con el calentamiento global de la mano de la contaminación excesiva por residuos.
Es entonces cuando está en nuestras manos utilizar el concepto de la economía circular, con su lema “de la cuna a la cuna”, y hacer lo posible por reducir nuestros residuos, sobre todo, en una industria tan contaminante como es la textil, que ocupa 10 mil litros de agua para producir jeans. ¡Es allí, donde radica la importancia de este tema! Ahora es cuando te invito a que vendas tus prendas de ropa preloved, a que las compres, a que tengamos la confianza de consultar con mamás de la clase de tus hijos si les queda chico o grande el uniforme y los pasemos de un niño a otro y así logremos que todas y todos nos unamos a esta gran causa por salvar nuestro planeta… Si ya lo estás haciendo, ¡enhorabuena! Aunque tal vez no lo veías de esta forma, hoy sabes que estás promoviendo la economía circular.
¿El reto?, continuar pensando: ¿cómo vas a seguir haciendo economía circular desde tu casa y en este regreso a clases? Yo, por lo pronto, voy a seguir escogiendo los lápices de colores que aún se pueden agarrar y guardando las bolsas de regalo debajo de mi colchón… ¡como lo hacía mi abuelita!
La autora es doctora en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Granada, España. Es profesora- investigadora de la Escuela de Negocios en la UDEM.