Monterrey

Luis Treviño Chapa: Disrupción; amor y odio

Aunque la palabra disrupción me ponga de mal humor, debo aceptar que tenemos que vivir con ella, pues es una palabra necesaria.

He escuchado tanto la palabra “disrupción” que a veces me da nauseas. La primera vez que la descubrí fue hace un buen rato, antes de que llegara el año 2000, gracias al libro “Disruption” de Jean–Marie Dru. En aquel tiempo me pareció un concepto fascinante ya que me empujaba a imaginar la posibilidad de darle una sacudida a la normalidad que nos rodea.

Lamentablemente, al día de hoy, el concepto se ha desgastado, apareciendo en miles de libros, blogs, videos de Youtube y conferencias. Suele ser el cliché más mencionado por todo coach, gurús de negocios y jóvenes “start-uperos” (emprendedores). Irónicamente resulta que, hoy en día, hablar de “disrupción” se ha integrado a la normalidad que nos rodea.

Pero, aunque la palabra disrupción me ponga de mal humor, debo aceptar que tenemos que vivir con ella, pues es una palabra necesaria. ¿Por qué? Porque los cambios están a la orden del día y nos invaden por todos los frentes de nuestra vida.

Imagina que en el 2017 quedaras en estado de coma y despertaste hasta hoy. Seguro te asombrarías de tantos cambios que han sucedido en tan pocos años; te sorprenderías ver a niños jugando con unos goggles gigantes Oculus de realidad virtual en las camas de sus habitaciones; no sabrías que es “crypto currency” o la red de TikTok y al menos yo no entendería porqué hay tanta fiebre por Bad Bunny.

Ante esto te pregunto: ¿qué tanta apertura tienes a los cambios? Conozco gente conservadora que se siente incómoda con “el cambio” justificando que no va con su personalidad; que son más tradicionales. El problema de esto es que ahora “la forma tradicional de hacer algo” cambia cada vez más rápido y no ver estas señales puede provocar que nos estanquemos y seamos obsoletos.

Los cambios que suceden a nuestro alrededor modifican continuamente el tablero en el que jugamos. Un día aprendemos a usar las computadoras y luego nos la cambian al de entenderle al internet y luego a las redes sociales y luego a los algoritmos avanzados; ahí van uno detrás de otro mientras vemos formado en la fila el metaverso delante de alguna disrupción que vendrá más adelante.

Lo que intento decir es que tal vez debamos abrirnos a la idea de ser personas con mentalidad disruptiva; preparadas para los cambios que se vengan y crearlos también. Es muy importante para la supervivencia profesional. Claro, no es fácil serlo. Yo soy de la generación X (+ 40 años de edad) y fui criado en una familia tradicional. Estoy lejos de ser el ejemplo masculino de Lady Gaga, no me visto como Harry Styles y me cuesta un montón tomarme “selfies”. Pero aun así las disrupciones hacen que el mundo cambie constantemente y debemos adaptarnos de alguna manera.

Según su definición, una disrupción es una interrupción o rompimiento con la manera tradicional de ejecutar algo. Disrupciones han habido toda la vida, desde el invento de la rueda, pero el detalle está en que antes sucedían muy de vez en cuando. Pasar de la máquina de escribir y adaptarnos al uso de las computadoras en los 80′s, por ejemplo, tomó cerca de 10 años. Estos cambios fueron paulatinos y permitían que las personas se adaptaran a los cambios de una manera gradual.

Pero ahora, gracias a la velocidad con la que avanza la tecnología y que todos estamos conectados con todos mediante nuestros aparatos electrónicos, los cambios son más acelerados. En muy poco tiempo los publicistas han tenido que brincar de hacer jingles para la radio a entender los algoritmos de las redes sociales; las universidades a pasar de los libros de texto a la educación digital, las tiendas físicas a saber cómo vender en línea y las marcas a entender como trabajar con influencers y tener comunicación abierta en el internet.

Por lo anterior, los cambios nos exigen tener una mentalidad disruptiva, sin importar a que nos dediquemos. Ya sea Steve Jobs, Coco Chanel o David Bowie, las personas que lo han logrado con éxito tienen las siguientes características; 1. evolucionan; pues saben que siempre vendrá algo nuevo y será necesario adaptarse; 2. tienen la mente abierta, pues saben que las ideas pueden venir de cualquier parte 3. son curiosas, pues siempre tratan de cuestionar el porqué de las cosas para buscar una mejor solución; 4. son creativas, pues siempre buscan una forma original de resolver problemas; y 5. son resilientes; pues hay muchos obstáculos para lograr que las ideas se hagan realidad.

En lugar de abrumarnos con tantos cambios sugiero aceptar nuestra vida como una gran aventura y tener una mentalidad disruptiva para ser parte de las transformaciones que se presentan, ya sea adoptando la realidad virtual, las monedas digitales o lo que venga. Aunque bueno, eso de escuchar a Bad Bunny sí puede ser opcional.

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