Monterrey

Héctor Zuno: ¿Qué le queda al PRI?

“Con tres gobernadores, siete senadores, 70 diputados federales, muy pocos alcaldes relevantes y ningún liderazgo nacional creíble, el PRI tiene que enfrentar la peor crisis de su historia”.

Decadencia, es la palabra con la que mejor se puede describir la realidad actual del PRI, el partido que más tiempo ha gobernado este país.

Los bien llamados autores de la “dictadura perfecta”, como alguna vez describió Vargas Llosa al régimen presidencial del siglo XX que logró consolidar todo el poder político en un mismo partido por 70 años ininterrumpidos, hoy enfrentan la extinción.

Y esto para nadie es sorpresa, considerando la rápida erosión que han sufrido desde el sexenio de Enrique Peña Nieto.

Escándalos mediáticos, gobernadores en prisión, desvío de recursos, filtración de audios y demás, han sido las constantes del Partido Revolucionario Institucional desde su último periodo presidencial.

Esto, sumado a la victoria y creciente consolidación de Morena a nivel nacional, ha dejado al partido tricolor contra las cuerdas y al borde de su desaparición.

Los esfuerzos que han implementado para contrarrestar esta gran crisis, han sido endebles y poco creíbles para la ciudadanía. Uno de ellos, el más llamativo quizá, es la famosa alianza opositora “Va por México”, construida en conjunto con el PAN y el PRD.

La idea de formar un bloque opositor que conglomera a todos los servidores públicos, candidatos y, sobre todo, los votos de cada partido, parecía tener potencial, pero le ha servido de nada al PRI.

Prueba de ello las elecciones del 2021 y 2022.

En las primeras solo ganaron 2 de las 15 gubernaturas competidas, y decir “ganar” es mucho, porque en realidad solo mantuvieron dos estados históricamente panistas. En 2022, la alianza solo logró ganar 2 de las 6 gubernaturas en las que hubo elecciones, perdiendo entre ellas Hidalgo y Oaxaca, dos bastiones históricos del PRI.

A nivel partido, la alianza no ha representado nada positivo para el PRI y, por supuesto, el PRI no ha representado nada positivo para la alianza.

Su unión solo ha servido para fortalecer la narrativa de López Obrador y es cuestión de tiempo para que el PRD y el PAN empiecen a replantearse el papel de su tercer socio, que no suma en nada a lo que pobremente intentan lograr.

Del 2018 a la fecha, sus esfuerzos por ganar han sido patadas de ahogado que rápidamente los han hundido.

Bajos porcentajes de votación y grandes fracasos electorales, se han vuelto las constantes del PRI en las recientes elecciones. Quienes alguna vez presumieron ser la mejor maquinaria electoral del país, hoy empiezan a administrar la posibilidad de perder el registro en el corto plazo.

Solo dos bastiones le quedan al PRI, el Estado de México y Coahuila, mismos que serán sometidos a elección popular el próximo año y que son deseados por Morena, especialmente el EDOMEX.

El priísmo más fuerte del país queda de pie para demostrar si aún pueden competirle a Morena, el partido que se ha encargado de irlos desapareciendo.

Con un escenario adverso, en el que una derrota supondría la desaparición del partido y una victoria representaría solamente una extensión de la agonía, el PRI se juega sus últimas dos grandes cartas.

Sin embargo -y a pesar de todo-, así como Coahuila, existe otro estado en el que no todo está perdido para el Partido Revolucionario, Nuevo León.

En Coahuila, como ya se dijo, habrá elecciones el próximo año y de acuerdo con los últimos resultados electorales, en los que se llevaron carro completo, cabe la posibilidad de pensar que podrán mantener la gubernatura.

En el caso de Nuevo León, el PRI sigue teniendo una injerencia importante en la política estatal.

Son la segunda fuerza política más fuerte del congreso local, con 13 de 42 diputados. Gobiernan tres municipios de la zona metropolitana, siendo Guadalupe un municipio clave electoralmente hablando y Apodaca, un municipio estratégico para el desarrollo económico del estado.

Además, tienen entre sus filas a César Garza, uno de los alcaldes mejor evaluados a nivel nacional y con más proyección a nivel local.

No obstante, casos tan promisorios como el de Nuevo León o Coahuila, no hay en el resto del país y eso deja al PRI en una situación nada favorable.

Con tres gobernadores, siete senadores, 70 diputados federales, muy pocos alcaldes relevantes y ningún liderazgo nacional creíble, el PRI tiene que enfrentar la peor crisis de su historia.

¿Le alcanzará para sobrevivir? Estamos cerca de saberlo.

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