Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), México ocupa el primer lugar, a nivel mundial, de estrés laboral, con un 75 %, de su fuerza laboral, bajo estas condiciones; por su parte, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcula que las pérdidas ocasionadas por el estrés laboral representan entre el 0.5 % y el 3.5 % del Producto Interno Bruto de los países. En México, las pérdidas suponen entre los 5,000 y 40,000 millones de pesos al año.
Por su parte, el Instituto Mexicano del Seguro Social menciona que el estrés laboral es potencialmente contagioso-ya que estar cerca, o visualizar a otras personas en situaciones de estrés, puede aumentar los niveles de cortisol del observador.
Debido a lo anterior, tanto las personas, como las organizaciones, han buscado programas o métodos que les ayuden a mejorar la calidad y bienestar de vida, por lo que mindfulness se ha posicionado rápidamente, en los últimos años, como una herramienta práctica que beneficia tanto a nivel individual, como organizacional.
En términos de propósito, la práctica de mindfulness se enfoca en eliminar el sufrimiento innecesario al cultivar la percepción del funcionamiento de la mente, y la naturaleza del mundo material. En un nivel de entrenamiento meditativo, a profundidad, alivia y elimina el sufrimiento al inducir cambios significativos y sostenibles en los estados cognitivo y emocionales, lo que conduce a cambios dramáticos, e irreversibles, en el comportamiento psicológico.
En estudios, que realizamos en empresas en Monterrey con personas que practican mindfulness entre 5 y 30 minutos diarios, encontramos que el mayor beneficio se presenta en todos los aspectos de su vida diaria, como el hecho de que tienen un mejor manejo del estrés, y un mejor control de sus emociones. Uno de los entrevistados comentó: “yo no sé en qué le beneficia a la empresa, pero sí sé todos los beneficios que trajo a mi vida y a la de mi familia… cuando voy de regreso a casa, y siento que voy muy tenso, me bajo del camión tres cuadras antes, y hago mi caminar consciente y, para cuando llego a la casa, llego relajado a disfrutar de la cena en familia… así hoy soy mejor papá y esposo”.
Otro hallazgo fue el impacto en la salud física; un entrevistado mencionó: “hace más de dos años y medio que no tengo gastritis, después de haber tenido períodos severos de esta”. Otra respuesta fue que el beneficio lo encuentran en la prevención de malestares: “mindfulness me ha ayudado a escuchar a mi cuerpo y darme cuenta de lo que le hace daño”. Una de las participantes, quien fue diagnosticada con fibromialgia, expresó: “he podido cambiar los medicamentos, ahora tomo los naturales, y el dolor ha disminuido de manera importante”.
Con relación a los beneficios emocionales, hay evidencia que muestra que mindfulness ayuda a desarrollar una regulación emocional afectiva en el cerebro; un entrevistado comentó: “… siento que mi inteligencia emocional ha incrementado… ahora me siento tranquilo, optimista y confiado para enfrentar los desafíos de cada día”; otra de las participantes dijo: “… me di cuenta que soy una analfabeta emocional, no podía nombrar lo que sentía… aprendí a identificar mis sentimientos, para mí eso es lo mejor”.
Los practicantes también reconocen algunos beneficios espirituales de mindfulness, como el siguiente: “… soy una persona más compasiva… ahora tengo alineado mi cuerpo, mi mente y mi espíritu…”
Los resultados muestran que, si bien los programas de mindfulness en el trabajo benefician a los empleados, son las organizaciones las que obtienen el beneficio más significativo al tener empleados más comprometidos, más productivos, más eficientes y con menos estrés. Como concluye uno de los entrevistados: “mindfulness no es para el trabajo, es para ti como persona, y cuando estás en un estado de bienestar, donde puedes sentirte pleno y feliz, serás mejor trabajando, más efectivo”.
Practicar mindfulness es tan sencillo que se realiza al caminar, comer, cepillarse los dientes, y hasta cuando estamos atorados en el tráfico. ¡Vivamos mindfulness!
Laura E. Garza-Meza es profesora del programa de Desarrollo Organizacional en la UDEM, y consultora en bienestar organizacional.