Monterrey

José de Jesús García: Evaluando al Presidente

Algo que nos interesa mucho es saber si un gobierno ha hecho un buen papel, o sea, si es que ha respondido a las expectativas generadas en su campaña.

El Presidente López Obrador recientemente dirigió un mensaje con motivo de los 3 años de su gobierno. Como siempre, las cifras y los logros mencionados generaron mucha discusión. Para algunos, estos mensajes están plagados de mentiras, para otros es el recuento de las buenas obras y, para otros, simplemente es un mensaje de rutina. Al final, algo que nos interesa mucho es saber si un gobierno ha hecho un buen papel, o sea, si es que ha respondido a las expectativas generadas en su campaña.

En un mundo ideal, quien no cumple con su trabajo debe de ser despedido, o cuando menos, reprendido para que mejore en su actuar. En la empresa privada esta práctica está muy clara: no cumples con la meta una vez, no hay bono. No cumples con la meta una segunda vez, estás en la mira del jefe. Si hay un tercer strike, estás fuera. Algunas empresas ni siquiera te dan tres oportunidades; a la primera o a la segunda estás fuera.

En el caso del sector público, el tema no es tan sencillo. El jefe resulta ser el conjunto de ciudadanos; las medidas de castigo no se pueden ejercer de inmediato; el servidor público se siente más que el jefe; y para culminar, no está nada claro cómo llevar a cabo una rendición de cuentas ya que las metas y los indicadores son muy confusos.

Enfoquemos el análisis en este último tema: las metas y los indicadores. Hablando de metas, la mayoría de nosotros estaríamos de acuerdo en que el bienestar, la felicidad y la calidad de vida deben de estar incluidas de una o de otra manera en los objetivos de todo gobierno. De acuerdo con Jeremy Bentham, promotor del utilitarismo, “el objetivo de toda legislación debe de ser la mayor felicidad para el mayor número de personas”.

En estos espacios hemos discutido el papel de la felicidad como objetivo de la política pública. Existe un consenso de que ningún gobierno es responsable de que la población sea feliz; la responsabilidad radica más bien en crear las condiciones para que la gente pueda ser feliz. Si bien la felicidad no depende por completo de las circunstancias, es un hecho que un medio ambiente propicio nos dará más posibilidades de alcanzar la felicidad.

En ese sentido, no podemos utilizar únicamente el concepto de felicidad para evaluar el desempeño de un gobierno, pero un bajo nivel de felicidad puede significar que no se han generado las condiciones adecuadas para que la población sea feliz. Tampoco podemos usar solamente el ingreso per cápita, pero una baja en los ingresos de la población tampoco hablan de un buen desempeño de un gobierno.

Los defensores del presidente aprueban su actuación basados en las medidas de aprobación que muestran diversas casas encuestadoras. Los detractores, usan otros indicadores como la caída en el PIB, la alta inflación, el mal manejo de la pandemia, el aumento en la inseguridad y la falta de medicinas, entre otros factores para reprobar la actuación del presidente.

Resulta muy impreciso evaluar la actuación de un gobierno usando un solo indicador. Tomemos, por ejemplo, la aprobación presidencial. El Dr. Salvador Borrego, quien mide con frecuencia la aprobación presidencial, comenta dentro de sus hallazgos que quienes aprueban al presidente son en su mayoría quienes reciben un apoyo o tienen un familiar cercano que recibe un apoyo del gobierno. Parafraseando a Ronald Reagan, el bienestar no se mide con el número de personas que reciben apoyos sociales. Más bien, habrá más bienestar en un país cuando ese número se vaya reduciendo. Lo mismo sucede con las remesas, entre menos remesas nos manden nuestros paisanos, esto será un indicador de que las familias que radican en México no requieren de apoyos externos.

Una evaluación precisa de la actuación de un gobierno debe de incluir una serie de indicadores que en su conjunto reflejen el nivel de bienestar y de calidad de vida de la población. Ciertamente, en este conjunto de indicadores deben de incluirse los aspectos materiales como el ingreso per cápita, de salud como la disponibilidad de los servicios médicos y de medicinas, de servicios de educación, de condiciones de seguridad, etc. Si bien hay indicadores que son naturales como los mencionados previamente, existen algunos que son propios de cada población y para ello es preciso escuchar lo que los ciudadanos consideran importante para su calidad de vida.

La evaluación de un gobierno, de manera precisa y representativa de lo que importa a la sociedad, no es un aspecto trivial. Al igual que los dueños de las empresas evalúan a sus ejecutivos a quienes les pagan sus salarios, los ciudadanos pagamos impuestos y merecemos saber si la actuación de los gobernantes es adecuada o no. Existen ya muchos avances en este tema, por lo que no hay que empezar desde cero.

¿Tendremos la capacidad y la voluntad política para emprender un proyecto de este tipo?

La decisión depende del jefe … o sea, nosotros.

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