Monterrey

Jorge o. Moreno: Banco de México, inflación y política monetaria: la necesaria “sana distancia”

Esperemos que, ante la enorme incertidumbre que enfrentamos por el cierre de año y la recuperación parcial por la pandemia que aún está distante, la sana distancia prevalezca entre el gobierno federal y el Banco de México.

El tema en la mesa de análisis de economistas y financieros en el país desde la última entrega de esta columna hace 15 días, ha estado vinculado a una de las áreas de estudio de la macroeconomía que mayor número de páginas han dedicado a su estudio teórico y aplicado: la inflación y la política monetaria.

El nivel inflacionario del país, que de acuerdo a INEGI alcanzó el 7.05 por ciento, reporta su tasa anual más alta en mas de 20 años superando de nueva cuenta (y por mucho) los objetivos del banco central. De la mano de lo anterior, el gobierno federal anunció un cambio repentino en el nombramiento del candidato al puesto de Gobernador de Banco de México, pasando esta responsabilidad de Arturo Herrera (Secretario de Hacienda hasta hace pocos meses), a Victoria Rodriguez (Subsecretaria de Egresos de la misma SHCP).

El día de ayer jueves 2 de diciembre, el pleno del Senado de la República aprobó la propuesta de designación enviada por el Presidente de la República a favor de Victoria Rodríguez Ceja, como integrante de la Junta de Gobierno del Banco de México a partir del 1 de enero de 2022.

El nombramiento de Rodríguez llega tras varias semanas de incertidumbre en torno a la candidatura a este puesto de liderazgo al frente uno de los pilares en la construcción de la política económica y de la institución líder en la búsqueda de un sistema financiero estable y sano: Banco de México.

Sin embargo, de la mano de la confirmación de Victoria Rodriguez también llega la necesidad de buscar credibilidad y consenso en torno a la autonomía de la institución que a partir de enero ella dirigirá, características deseables y fundamentales para el desarrollo de un sistema económico.

La autonomía del Banco Central es uno de los pilares de una economía de mercado desarrollada, necesaria para garantizar que la estabilidad en los precios a través del control de la inflación, el buen funcionamiento del sistema financiero, y la estabilidad en los mercados cambiarios, sean independientes de los ciclos políticos y del gobierno en turno. Y es que, a pesar de que está demostrado que el famoso paradigma de la “Curva de Phillips”, esto es el intercambio de corto plazo entre inflación y desempleo, es un fenómeno que históricamente se rechaza como resultado de las expectativas racionales de los agentes, aún existe en la mente de muchos de nuestros políticos la idea de usar la inflación como un instrumento para generar empleo, y depreciar el valor de la deuda pública como resultado de un menor valor del dinero. Esto es, existe la tentación de usar la capacidad del Banco Central y su instrumento de “señoreaje” en la emisión de dinero, para crear un impuesto inflacionario el cual se ha demostrado es “regresivo” al afectar en mayor proporción a las familias de escasos recursos que carecen de instrumentos para proteger el valor de su ingreso.

Hasta ahora, el mandato de Banco de México, es decir, sus objetivos como institución pública, son garantizar la estabilidad en los precios, el sistema financiero, y el tipo de cambio. Estas funciones dependen de manera importante en la confianza depositada en esta institución, y de que las autoridades ejercerán con autonomía las medidas pertinentes para preservar dicho mandato, independientemente de los intereses del gobierno federal en turno.

Sin embargo, como en toda relación, la confianza que se ha construido durante años puede verse mermada si se percibe que dicha autonomía se ve amenazada, como podría ser la cercanía del proyecto del gobierno federal a la toma de decisiones sobre regulación y política monetaria.

Rodriguez tiene experiencia en el sector público, capacidad en la toma de decisiones, y ha sido una funcionaria pública cercana al grupo que Carlos Urzúa y Arturo Herrera conformaron para ordenar las finanzas públicas primero de la Ciudad de México, y posteriormente en el actual gobierno federal, ambos proyectos encabezados por el presidente López.

Esperemos que, ante la enorme incertidumbre que enfrentamos por el cierre de año y la recuperación parcial por la pandemia que aún está distante, la sana distancia prevalezca entre el gobierno federal y el Banco de México, y que la autonomía de esta última institución siga garantizando la estabilidad que durante años distinguió nuestro país como uno de los líderes a nivel internacional en términos de regulación financiera y control inflacionario.

El autor es Doctor en Economía por la Universidad de Chicago. Autor de diversos libros y artículos académicos. Ha recibido múltiples reconocimientos nacionales e internacionales por su trabajo académico y de investigación. Actualmente es Profesor-Investigador de la Facultad de Economía UANL.

Web: www.jorgeomoreno.org.

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