Monterrey

Ignacio de la Vega: Repensando los Fundamentos del Modelo Capitalista

La discusión sobre las bondades e inconvenientes del modelo capitalista, en el que las sociedades libres se han desempeñado en las ultimas décadas, debe ser nuestro punto de partida.

La pasada semana se anunció y presentó en sociedad el Centro de Empresas Conscientes (CEC) del Tecnológico de Monterrey, una iniciativa que se ha ido generando en los últimos años en la institución, con el objetivo de desarrollar una nueva consciencia en nuestros líderes del presente y del futuro, en empresas y organizaciones, para contribuir al Florecimiento Humano, una parte integral de nuestra visión al 2030, y generar sociedades más prosperas, justas e incluyentes.

Siendo los “qué” y los “cómo” definiciones relevantes en nuevos emprendimientos e iniciativas, quiero dedicar unas líneas al “por qué” de este Centro que pretende investigar, desarrollar y formar profesores con expertise y vocación, impactar en nuestros alumnos y acompañar a empresas y a la sociedad en general para generar nuevos propósitos en los negocios y emprendimientos.

La discusión sobre las bondades e inconvenientes del modelo capitalista, en el que las sociedades libres se han desempeñado en las ultimas décadas, debe ser nuestro punto de partida. Steve Pinker, un pensador y profesor de la Universidad de Harvard, a quien tuve el honor de conocer en una visita reciente a EGADE en CDMX, nos da un dato muy relevante: en los primeros 1950 años desde el nacimiento de Cristo, el PIB per cápita disponible por cada habitante del planeta se mantuvo sin muchas alteraciones, entre los 450 y los 667 dólares al año. Fue el capitalismo, en su intersección con la democracia, el que contribuyó a que este creciera de manera exponencial en el ultimo siglo hasta los 10.000 dólares per cápita, al año en el mundo, y casi hasta unos asombrosos 60.000 dólares, al año, en Estados Unidos. Estos niveles en el PIB per cápita se correlaciona, por supuesto, con prosperidad, oportunidades y movilidad social, educación de calidad, longevidad, salud y también con ausencia de conflictos, con lo que Pinker denomina el momento actual como el mejor momento de la historia de la humanidad, con argumentos sólidos.

Sin embargo, las sombras y retos que como sociedades presentamos son fenomenales: el CONEVAL señalaba que la pandemia ha traído a México un aumento de la pobreza que creció dos puntos porcentuales entre 2018 y 2020 hasta el 43.9% de la población, un vergonzante 70% de pobreza extrema siguiendo indicadores de UN. Sin duda, la pandemia ha profundizado este drama social, aunque el dato señala que ese modelo capitalista que nos ha traído a esas cotas de prosperidad global también se ha mostrado insuficiente para resolver graves problemas que nos aquejan como humanidad y particularmente como sociedad. Otro dato interesante, que año a año nos señala Forbes, es que en los últimos 20 años en México las grandes empresas se han vuelto más grandes y rentables, lo que de por si no es una mala noticia, con una muy escasa incorporación de nuevos proyectos empresariales, denotando ciertas debilidades del modelo de libre competencia.

En 1972, Milton Friedman, uno de los padres del liberalismo económico y la Escuela de Chicago, escribía en un famoso articulo en “The New York Times” que “the only business of business is business”, haciéndose eco de un corolario fundamental del modelo de capitalismo imperante: la única responsabilidad social de las empresas es maximizar el beneficio de los accionistas. En estas últimas décadas, y de manera cómplice, éste ha sido el mantra que hemos enseñado en las escuelas de negocio en todo el mundo y las consecuencias, en lo positivo y negativo, son de sobra conocidas.

En los últimos años, y como precursor de las propuestas de nuestro CEC, han surgido voces críticas con esta visión predominante. En los 80´s Michael Porter, profesor de estrategia en la Universidad de Harvard, acuñó el término valor compartido; más adelante, el Business Roundtable, lobby empresarial influyente norteamericano declaró en su escrito “The purpose of organizations” que el objetivo de maximizar el beneficio de los accionistas no debe ser el único fin de los negocios. El World Economic Forum declaraba el año 2020 como el año del “propósito”; ya en pandemia los profesores de EGADE Business School firmaron en esta línea un documento titulado “Decálogo para la Refundación económica y empresarial de México”. Mucho antes, en México, empresarios ejemplares como Eugenio Garza Sada ya manifestaban que “el lucro no es renta para satisfacciones egoístas, sino instrumento de reinversión para el progreso económico y social” en una propuesta de reencaminar nuestros modelos económicos.

Termino, como nos compartía Raj Sisodia, co-fundador del movimiento Capitalismo Consciente y recién incorporado como Profesor Distinguido a tiempo completo al Tecnológico de Monterrey: yo creo en el poder de un nuevo rol de los negocios en la sociedad, creo en el poder del propósito y en la creación de economías y empresas que funcionan para todos, que tratan el medio ambiente y las comunidades, los empleados, los proveedores, como accionistas clave y que contribuyen a la construcción de culturas inclusivas y que aportan amor, respeto, cuidado y empatía a sus sociedades, en la búsqueda de prosperidad compartida. Empresas y líderes conscientes, que, en definitiva, además de innovación, rentabilidad y competitividad, sean soporte fundamental de nuestro modelo económico y de los sistemas impositivos, pongan en el centro de su estrategia la generación de valor compartido. Ese es el reto y el rol de nuestro Centro de Empresas Conscientes que reafirma mi orgullo de pertenencia a nuestra institución. Les invito a ser parte de la solución.

El autor es Vicerrector Ejecutivo de Asuntos Académicos, Facultad e Internacionalización del Tecnológico de Monterrey y cofundador del Centro de Empresas Conscientes.

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