Monterrey

José de Jesús García: IKIGAI

Es un concepto fascinante, encaja de manera precisa cuando reflexionamos acerca del sentido de la vida.

Hace algunos días fui invitado a conversar con un grupo de alumnos de una universidad local en el área de Tampico, Madero y Altamira. La petición fue muy específica: “Queremos que nos hable del IKIGAI”. Si bien el IKIGAI forma parte del mensaje que ofrezco en mis charlas de felicidad, dedicar toda una sesión a este concepto representaba una especie de desafío para mí.

El IKIGAI es un concepto fascinante. Encaja de manera precisa cuando reflexionamos acerca del sentido de la vida. En mi propuesta, derivada de la visión aristotélica, la felicidad ocupa un lugar preponderante al ser considerada como el fin último del hombre. En lo personal, pienso que una vida que no concibe a la felicidad como objetivo principal de las acciones diarias no tiene mucho sentido. Sin duda, existen otras visiones, muy válidas, que consideran que el sentido de la vida es otro más allá de la felicidad. Sin embargo, encontrar nuestro IKIGAI nos hará más felices y hará que la vida tenga mucho más sentido.

El IKIGAI es una combinación de las palabras japonesas “iki” que significa vida y “gai” que significa valor. En otras palabras, el IKIGAI es lo que hace que te levantes todos los días y lo que te mantiene vivo. El IKIGAI puede hacer que disfrutemos de una vida más larga y con más dirección. Para los japoneses el IKIGAI es la “razón de ser”.

En términos prácticos, el IKIGAI se forma con la intersección de aquello que amamos o disfrutamos, aquello en lo que somos buenos o dominamos, aquello por lo que nos pueden pagar y que además es bueno para el mundo. Podríamos decir que si encontramos una actividad que nos haga felices, que la dominemos, que sea buena para las finanzas y para el mundo, entonces habremos encontrado nuestro IKIGAI. Habremos encontrado el sentido para nuestras vidas.

En mis charlas de felicidad con frecuencia pregunto a los asistentes cuál es la idea del por qué se despiertan por la mañana. Siento que no es una pregunta trivial; es una reflexión que vale mucho la pena que nos hagamos de vez en cuando. ¿Cuál es el sentido de nuestras vidas? ¿Me levanto simplemente a trabajar o a cumplir con la escuela? ¿Salgo de la cama solo para cumplir con lo que los demás esperan de mí?

La libertad de realizar lo que nos gusta es algo muy preciado. Una de las referencias que me gustan mucho y que con mucha frecuencia comento es la relacionada con un artículo denominado “Los cinco lamentos de los moribundos”. En este artículo, una enfermera encargado de pacientes con enfermedades terminales relata que se dio a la tarea de preguntar de qué se arrepentían en su vida, ahora que estaban en su etapa final. El principal lamento era que los moribundos deseaban haber vivido su vida y no la vida que otras personas esperaban que ellos vivieran.

Estos juegos olímpicos que se están celebrando en Tokio han sido por demás especiales, por muchas razones. Más allá de la situación generada por el Covid-19, las gradas vacías, los abandonos por salir positivos y demás, hemos sido testigos de algunas situaciones inéditas.

En lo particular, quisiera destacar el abandono de la gimnasta estrella de los EEUU Simone Biles. Citando problemas de salud mental, Simone decidió no competir en la final por equipos porque sentía que la presión ejercida sobre ella era demasiada. Unos días antes había declarado que sentía que el peso del mundo descansaba sobre sus hombros. Simone es buena en lo que hace y sus actuaciones son una inspiración para el resto de las gimnastas, lo que hace que sea bueno para el mundo. Sin duda, su actividad le genera ingresos sustanciales, pero también sin duda, esta actividad dejó de ser disfrutable para ella. Algo similar pasó con Naomi Osaka, de quien ya hemos hablado en estos espacios. Aquello que amaron una vez, dejó de ser disfrutable para ellas, al menos en algunos aspectos relacionados con la presión inherente a su actividad.

Quizá el mensaje que debe de acompañar a la búsqueda del IKIGAI en cada persona es que no es una tarea fácil ni automática. Debemos de buscar día a día lo que nos gusta y tratar de dominar esa actividad. En la selección de dicha actividad debemos de poner atención en la aportación que hacemos a nuestra comunidad y al mundo en general y debemos procurar que esta actividad sea rentable, que nos brinde una seguridad financiera.

El consejo final es armarse de paciencia y ser flexibles. No será fácil encontrar una actividad que cumpla con las características del IKIGAI y es posible que esta actividad tenga que evolucionar con el tiempo.

Lo que tengamos que invertir valdrá mucho la pena.

Al final, eso le dará sentido a nuestras vidas.

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