Monterrey

Luz Araceli González: Elecciones y democracia. Lecciones para considerar

En la historia reciente, la democracia se ha convertido en una aspiración en la varias partes del mundo.

La democracia se ha convertido, a lo largo de la historia reciente, en una aspiración prácticamente en la mayoría de los países del mundo. Difícilmente podemos encontrar algún punto en el planeta en el que no se abogue por la democracia y se le presente como la forma ideal o una de las formas ideales de organización política y social.

Ya desde el siglo XIX Alexis de Tocqueville escribió sobre la democracia en América como un modelo que bien valía la pena ser considerado como una alternativa frente a los modelos prevalecientes en ese momento en Europa en los que las monarquías dominaban.

El libro, La democracia en América, se ha traducido en muchos idiomas y se ha convertido en la referencia obligada incluso hasta el día de hoy, no obstante pocas veces se recuerda que el mismo Tocqueville advertía respecto a los riesgos de que ésta pudiese devenir en una tiranía de la mayoría, en un despotismo popular o incluso propiciar violencia partidista y otras manifestaciones poco deseables.

Lo mismo que este pensador francés, muchos otros filósofos, políticos y pensadores desde la más remota antigüedad y hasta nuestros días han advertido los riesgos que implica citar a la democracia para justificar una serie de acciones incluso antidemocráticas.

Desde Clístenes y Platón, pasando por Rousseau y Sieyès, hasta Giovanni Sartori y Robert Dahl muchos han sido los autores que han escrito y reflexionado en torno a este multicitado concepto pero, ¿de qué estamos hablando cuando referimos la palabra democracia? Existe la democracia directa, indirecta, representativa, popular, liberal, social, y tantas otras, incluso hay quien refiere la democracia delegativa revocable o democracia líquida en términos posmodernos de Zygmunt Bauman.

Lo cierto es que además de todas estas consideraciones conceptuales que implican dimensiones y manifestaciones diferentes, la democracia adquiere matices particulares en cada Estado, Corea del Norte se define como país democrático, lo mismo que Estados Unidos, China, Rusia, México y muchos otros. No obstante, la democracia suiza dista mucho de la democracia americana o de la democracia noruega.

El hecho es de que hay una gran falta de precisión y tristemente pareciera que todo se circunscribe, al hablar de democracia, a procesos electorales olvidando que el espíritu de la de la democracia es rescatar sus valores fundamentales y principios como la igualdad, la limitación y control del poder, el gobernar con equilibrios, pesos y contrapesos y que la democracia no es sólo un proceso electoral sino que debiera ser una forma de organización política, económica, social; la forma en que se organiza y legitima el Estado.

Las elecciones del pasado 6 de junio trajeron nuevamente el tema de la democracia a múltiples foros y si bien, elegir a nuestros representantes con todo y los vicios, corruptelas, y malas prácticas que han sido reportadas, es un indicador inicial de una sociedad democrática.

Ahora nos corresponde a todos coadyuvar a un verdadero ejercicio democrático. Debemos exigirnos a nosotros mismos y a todos en general participar en la construcción de entornos democráticos además hacer un llamado a quienes hemos elegido nuestros representantes, vivir la democracia en sentido amplio.

Las elecciones en todo México han dado resultados interesantes, avances, retrocesos, divisiones partidistas, gobernadores que aún y ganando la elección no será fácil su gestión pues tendrán que gobernar con Congresos de mínima participación de su propio partido, tal es el caso de Nuevo Leon.

Esperemos que el triunfo del Gobernador del Estado y del alcalde de Monterrey no sean nuevamente una esperanza fallida y promesas incumplidas como resultó la administración de quien hace seis años llegó como candidato “independiente”.

Hagamos de la reciente “fiesta democrática” de las elecciones pasadas un ejercicio para repensar en todos los espacios sociales y políticos el alcance de la democracia con el ánimo de que nuestros recién electos representantes y la sociedad en su conjunto construyamos, si no un país democrático, al menos un Estado que sea punta de lanza de un proyecto nacional de larga proyección.

La autora es Doctora en Relaciones Internacionales, especialista en Asuntos Globales y Política Internacional. Profesora investigadora de la Escuela de Gobierno y Ciencias Sociales del Tecnológico de Monterrey.

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