Esta semana la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del INEGI (ENOE) confirmó la tendencia que de alguna forma los datos del Censo del 2020 mostraban: somos casi 6 millones de habitantes en el estado de Nuevo León. Con esto, la Zona Metropolitana de Monterrey (ZMM) se coloca como la segunda más poblada del país, y esto ubica a nivel nacional a Nuevo León como el estado con mayor índice de crecimiento población, durante este primer trimestre de 2021.
¿Qué significa esto en términos del desarrollo de nuestra sociedad en el ámbito local y regional? Si algo hemos aprendido es que “crecimiento” no necesariamente es “desarrollo”, y que la estructura sobre la cual se construye este es tan importante como el nivel alcanzado: un aumento en la población que no está sustentado por servicios públicos básicos que permitan el aprovechamiento de todas las capacidades productivas, está condenado a ser un crecimiento subdesarrollado.
En esas múltiples dimensiones de servicios entre los que destacan acceso a agua potable, electricidad, acceso a gas, o telefonía, destaca uno que ha estado en la agenda pública local por décadas, pero cuya solución no se ha concretado para la ZMM: la infraestructura de transporte.
El problema del transporte, o más generalmente la movilidad urbana, ha sido uno de los temas prioritarios en la agenda ciudadana, como lo revelan distintos estudios de percepción social entre los que destacan el estudio “Así Vamos” realizado entre los años 2016-2019 por “Como Vamos Nuevo León.”
Por tal motivo, en 2017, en el marco de una convocatoria realizada por el Centro de Investigaciones Económicas de la UANL, propuse la realización de un estudio de movilidad que estudiara este fenómeno a la luz del enfoque económico y dadas las restricciones de información pública disponible. De esta propuesta, surgió el libro “Movilidad y Transporte en el Área Metropolitana de Monterrey: Un Análisis de Demanda, Costo y Uso de Medios”, presentado públicamente a la sociedad nuevoleonesa la semana pasada. Así, se concretó un libro académico (dictaminado a pares para garantizar la validez científica de sus resultados) que resulta importante por las implicaciones sociales. El libro desarrolla varios capítulos para sustentar sus tres principales resultados: inelasticidad, regresividad, y aglomeración.
Usando un enfoque de uso de tiempo originalmente desarrollado por Becker (1965), de la mano de la teoría de selección modal de transporte propuesta por Hensher (1976) y luego formalizada por Batley (2015) y Fowkes et al. (1986), empleando los métodos econométricos adecuados, es posible concluir que la demanda por transporte en “automóvil” y “camión urbano” son poco reactivas a sus respectivos precios, pero que el segundo es un bien inferior desde la perspectiva de teoría del consumo: a mayor ingreso, los regiomontanos tienden a demandar menos este medio de transporte para sustituirlo por el automóvil. El uso del auto, por otra parte, es un fenómeno que ocurre en todos los estratos sociales, y su uso se intensifica en los mayores niveles de ingreso.
Sin embargo, el segundo resultado es tan sorprendente como el anterior: una vez que se integran el valor implícito del tiempo de desplazamiento entre origen y destino en el costo total del transporte, éste es relativamente regresivo: los hogares de menores ingresos tienen una carga relativa superior en términos de su propio ingreso.
Así, cuando se estudian los flujos de traslado por municipio, Monterrey prevalece como el principal atractor de viajes, mientras que los municipios expulsores son la periferia como García, Juárez, Apodaca y Santa Catarina; no es de sorprender que siendo estos los que cuentan con menos acceso a transporte público también enfrentan los mayores tiempos de traslado, y sus ciudadanos son los que encaran los mayores costos de transporte.
Las recientes experiencias observadas en la Ciudad de México, en particular en términos de las tragedias observadas en su Metro, dan cuenta de que una ciudad grande sin un transporte eficiente puede colapsar por la fragilidad de sus medios de conectividad y desplazamiento. El tema es complejo, multidimensional, y requiere de todos para encontrar una solución expedita y oportuna a un tema que, de no resolverse pronto, convertirá el crecimiento de la ZMM en caos urbano, en detrimento de la calidad de vida de sus ciudadanos.
La solución comienza por brindar mayor acceso, contar con planeación, distinguir la diferenciación de necesidades por municipio, pero reconocer que la coordinación es fundamental en una política integral de transporte. Reconocer el problema es un buen primer paso, y acordar su prioridad en la agenda pública es movernos en la dirección correcta. Vamos con rezago, pero aún hay tiempo de que nuestro crecimiento económico se cristalice realmente en desarrollo social.
El autos es Doctor en Economía por la Universidad de Chicago. Autor de diversos libros y artículos académicos. Ha recibido múltiples reconocimientos nacionales e internacionales por su trabajo académico y de investigación. Actualmente es Profesor-Investigador de la Facultad de Economía UANL.