En el ámbito de la empresa familiar, legado es sinónimo de trascendencia. Y es que, un legado es más que una herencia económica, es también una manda de tipo emocional, social, intelectual, cultural y hasta espiritual que se otorga a descendientes, discípulos o aprendices. ¿La intención? Que lo transmitido siga vivo; que se recuerde y robustezca a lo largo del tiempo.
En la vida, todos creamos, consciente o inconscientemente, algún tipo de legado. Los legados positivos catalizan historias de aprendizaje y éxito compartido entre generaciones; los negativos, inducen y transfieren enojo, dolor, sufrimiento y rencor—de hecho, así es como algunas veces, las siguientes generaciones terminan reviviendo los conflictos del pasado y “peleando batallas que no son suyas”.
Un buen legado debe preparar a los miembros de la siguiente generación, empoderarlos y mostrarles un camino a recorrer; debe inspirarlos a sumarse y continuar una causa, un sueño. Y es que, un legado—a diferencia de una herencia—se construye y transmite en vida. ¿Cómo?
- Define qué haces bien y comprométete con la excelencia. ¿Para qué eres bueno? Desarrolla tus fortalezas y aplícate a hacer las cosas de forma excelente. ¿Por qué? Porque son justamente nuestros talentos los que nos indican en dónde podemos servir más y mejor—en dónde podemos marcar la diferencia.
- Concreta tu porqué. Una vez que has definido en qué eres bueno, elige dónde usar tus dones, por qué, por quién y para qué hacerlo. ¿Cuál es tu causa o propósito? ¿Qué quieres lograr? ¿Qué disfrutas hacer? ¿Qué cambios quieres ver? ¿Qué deseas transmitir a otros—por ejemplo: una empresa, oficio, enseñanza, historia, lucha?
- Construye “algo”. Crear algo desde cero, cuidarlo, fijar su dirección y hacerlo crecer no sólo te dará herramientas para ayudar a otros, sino también la satisfacción de “ver” tus logros (tangible). ¿Qué puedes crear? Una empresa, ONG, fundación; una carrera profesional exitosa; un curso, proceso, estrategia; una ley o política pública, un equipo de trabajo. Pregúntate: ¿Por qué contribuciones me gustaría ser recordado?
- Predica con el ejemplo. Actúa con humildad y consistencia (pensar-decir-hacer). Agradece lo que tienes. Reconoce y perdona los errores; aprende de lo vivido. Ten en cuenta que, cuando nos convertimos en modelos a seguir, las acciones e interacciones rutinarias, las historias y conversaciones que compartimos, las decisiones y los errores que cometemos, dejan huella en otros.
- Encauza tu energía. Da pequeños, grandes pasos. Para poder hacer la diferencia hay que tener pasión, fortaleza, resiliencia, disciplina y esperanza. ¿Por qué? Porque darse por vencido no es una opción, porque caerse y levantarse es esencial, porque apreciar nuestro impacto en otros es una responsabilidad. Por ello, hay que saber en dónde, cuándo y con quién enfocar nuestros esfuerzos, así como tener claro que los “pequeños” cambios son indispensables para lograr grandes transformaciones.
- Forma, integra e impulsa a las Siguientes Generaciones. Enseñar, potenciar y abrir oportunidades de crecimiento para otros es menester cuando de crear equipo, potenciar cambios y trascender se trata. Ayuda siempre que puedas. Ten claro que si tú no logras ver concretado tu proyecto (tu porqué), alguien más sí que lo verá. Tu labor es prepararlos para que puedan hacerlo realidad.
Los bienes materiales, el dinero, las propiedades, pueden desaparecer. En cambio, el impacto que tenemos (o tuvimos) en otros, subsistirá mientras lo vivan y transmitan. En pocas palabras: Una herencia puede acabarse; un legado, perdura a través del tiempo.
Y tú, ¿qué quieres dejarles a las siguientes generaciones?
La autora es socia de Trevinyo-Rodríguez & Asociados, Fundadora del Centro de Empresas Familiares del TEC de Monterrey y Miembro del Consejo de Empresas Familiares en el sector Médico, Petrolero y de Retail.
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