Quien piense que México está a un paso de superar los efectos desfavorables de la pandemia en la economía se equivoca.
Si bien ha habido importantes avances en el proceso de recuperación económica asociados, entre otras razones, al programa de vacunación contra covid-19, persisten riesgos y desafíos significativos.
Ayer el INEGI anunció que el Indicador Global de la Actividad Económica disminuyó 0.2 por ciento en abril respecto al mes previo, con cifras ajustadas por estacionalidad.
La contracción estuvo inducida en particular por la caída de la producción en el sector industrial, la primera en diez meses.
La industria automotriz sigue afectada por la escasez de semiconductores y esta disrupción, que ya se prolonga por varios meses, ha mermado el desempeño de la actividad industrial.
El retroceso del IGAE significa revertir parte del rebote de 2.7 por ciento mensual registrado en marzo.
De acuerdo con el INEGI, la reducción del IGAE lo situó en un nivel similar al que tuvo en septiembre de 2017, hace casi cuatro años.
Además, aún está 1.3 por ciento por debajo del nivel de febrero de 2020, previo a la llegada de la pandemia al país.
En sintonía con el IGAE, las ventas minoristas de las empresas comerciales se contrajeron 0.4 por ciento también en abril respecto al mes anterior.
Es una señal de debilidad en el consumo de las familias mexicanas.
Las ventas minoristas aún están 1.7 por ciento por debajo de sus niveles máximos del segundo semestre de 2019.
A su vez, la construcción frenó su recuperación, pues el valor de la producción de las empresas constructoras en abril bajó 1.8 por ciento respecto al mes previo, cuando –a su vez– había crecido 4.5 por ciento.
La construcción aún registra niveles de actividad menores en 13.8 por ciento contra los registrados en febrero de 2020.
Hay un ‘bache’ en la recuperación económica de México, que sigue apoyada en tres factores principales: los beneficios de una mayor demanda externa, sobre todo de Estados Unidos, la vacunación contra covid-19 y el relajamiento de algunas medidas de restricción a la movilidad.
Sin embargo, persisten riesgos asociados a la evolución de la pandemia y los retrasos que se han observado durante este mes en el programa de vacunación.
Estamos ante un repunte en el número de contagios del virus SARS-CoV-2, que podría afectar la actividad económica.
En la semana que hoy concluye se ligaron dos días –jueves y viernes– con más de 5 mil personas confirmadas en el registro de casos diarios de covid-19, algo que no ocurría desde la segunda semana de abril.
Los mayores contagios y un más lento avance en el proceso de vacunación podrían derivar en la reimposición de restricciones sanitarias en perjuicio de la actividad económica.
Eso podría tener un efecto desfavorable sobre la economía en un marco de elevada inflación, de 6 por ciento anual, que ya llevó al Banco de México a decretar una inesperada alza en la tasa de interés de referencia, la primera desde finales de 2018.
Algunos analistas consideran que el ciclo de restricción monetaria ya comenzó y que hacia adelante la duda es cuándo se dará el próximo incremento en la tasa de Banxico.
El subgobernador Gerardo Esquivel dijo ayer a Bloomberg que si la inflación está más o menos en línea con lo esperado, no habría razón para anticipar necesariamente aumentos adicionales en la tasa.
Es obvio que un endurecimiento de las condiciones monetarias ante las presiones inflacionarias, sumado a una intensificación de la pandemia, acabará dificultando la recuperación económica.
En tal escenario, el rebote aritmético del crecimiento esperado para la economía mexicana en 2021 no será tan sólido ni mucho menos sostenible.
Si no salimos pronto del bache en la economía y salud, corremos el riesgo de caer al pozo… otra vez.