Si bien es cierto que comer carne en viernes de vigilia durante la Cuaresma, según la religión católica, no forma parte de los siete pecados capitales, la gula sí lo es; el comer de forma voraz provoca consecuencias físicas y sociales. Estos siete son los que constituyen la fuente o principio de otros pecados.
La Cuaresma, para los católicos, son los cuarenta días que se establecen a partir del Miércoles de Ceniza y termina el Jueves Santo. Son días de recogimiento, de ayuno, enfocados en la espiritualidad.
En un sentido históricamente cristiano, los días previos a esta etapa la gente solía ‘permitirse’ comer, beber y festejar, antes de ‘renunciar’ a todos estos placeres, generándose un ‘evento’ que fue evolucionando al pasar de los siglos —que hoy se suma a las manifestaciones paganas—, hasta adoptar el nombre ‘carnaval’ (del italiano carnavale, “quitar la carne”); una fiesta típica en muchos países europeos y en casi todos los del continente americano. En esta celebración las personas se disfrazan, utilizan máscaras y salen a las calles en medio de coloridas comparsas y multitudinarios desfiles. Algunas de las tradiciones de carnaval más conocidas se registraron por primera vez en la Italia medieval.
En la época de la Conquista y la Nueva España, durante el reinado de los Reyes Católicos, ya era una costumbre disfrazarse en determinados días para hacer bromas en lugares públicos. Más tarde, en 1523, Carlos I de España dictó una ley prohibiendo las máscaras por cuestiones de seguridad, ya que el anonimato permitía a los participantes realizar ciertas actividades ilícitas.
Especialmente en Francia, los carnavales terminaron llamándose Martes de Carnaval o Mardi Gras en latín, de ahí que fueran los franceses quienes iniciaron esta costumbre en sus colonias americanas, donde en la actualidad así se llama el famoso de Nueva Orleans, Luisiana, en Estados Unidos. Se dice que, en 1699, el Mardi Gras llegó gracias al explorador francocanadiense Pierre Le Moyne d’Iberville.
Históricamente los cristianos intentaban agotar sus víveres de productos de origen animal antes de que esos alimentos se convirtieran en prohibidos durante los 40 días del ayuno de Cuaresma. A través del tiempo se convirtió en una manifestación de la cultura que abarca, dependiendo de la región, alimentos característicos que han llegado a la actualidad.
En Italia suelen disfrutar durante el carnaval de una especie de buñuelo espolvoreado con azúcar, y aunque tienen diferentes nombres según la región (chiacchiere en Lombardía, cenci en Toscana y frappe en Roma), todos son en esencia el mismo postre. En Inglaterra se conoció como Shrove Tuesday o Pancake Day, que sigue siendo popular hoy en día. Los polacos en su Tłusty Czwartek comen pączki, los franceses beignets y los alemanes fastnacht, todos miembros de la familia de las masas fritas; en España son populares los churros.
En Rusia, Ucrania y Bielorrusia, al festival le llaman Maslenitsa, también conocido como Semana de la Mantequilla o Semana del Queso. Para los cristianos en India, el día anterior a la Cuaresma degustan coloridas crepas rellenas de coco, conocidos como panqueques de Goa o madakasan. Canadá alberga el gigantesco Carnaval de Invierno de Quebec. Semladag es el nombre del de Suecia por el semla, un pastel relleno de crema y almendra.
De los más famosos, son el de Venecia y por supuesto el Carnaval de Río de Janeiro (Brasil) en el que se manifiesta una amalgama de influencias europeas, africanas y vernáculas.
El auge de los carnavales en México se ubica entre los años de 1850 y 1860, sin embargo, los indígenas no eran los principales actores, aún así salían a la calle a divertirse en la fiesta. Había bailes de máscaras en varios clubes, amén de otras amenidades propias de un carnaval.
Dicho todo lo anterior, ya sea por costumbre, tradición o religiosidad, por las leyes divinas o terrenales, es temporada de cachondeo y desahogo... ¡A divertirse se ha dicho! Quedan pocos días para el Miércoles de Ceniza.