Simon Levy

La fantasía del ‘libre’ mercado

Todo el discurso libertario se basa en el enorme fracaso de los movimientos progresistas y de izquierda en el mundo, no han sabido capitalizar los propios errores del capitalismo.

Las charlas con Diego Ruzzarín se han convertido para mí, en una especie de brújula para desmitificar mentiras que se convierten en verdades absolutistas, y que negarlas en el mundo de hoy, es un sacrilegio para la Santa Oposición de los oligopolios y los intereses creados.

Para entrar al tema del pensamiento libertario Diego me pide que me posicione al respecto, pero ¿cómo ser libertario cuando debes 40 mil millones de pesos? ¿se puede creer en el libre mercado cuando tus subsidios se vuelven la trampa privilegiada para tener una ventaja artificial de mercado y cobrarle a millones de pobres al mes con altísimos intereses?

El pensamiento liberal dice que los mercados favorecen el individualismo porque, a través de la competencia, se genera la innovación y el progreso de la humanidad. Desde luego, que eso está muy lejos de la realidad; la versión más generalizada del liberalismo que tenemos hoy es un capitalismo de compadres que debe ser rehabilitado para que la competencia realmente democratice oportunidades; que empodere al ser humano para conquistar, por medio de un ecosistema donde su capacidad, sus habilidades, pero sobre todo, su desarrollo, impulsen las oportunidades que hoy el mercado no puede crear por sí mismo.

Para quienes dicen que el Estado no debería impulsar un estado de bienestar para los más pobres, el silogismo debería también ser aplicado a los grandes corporativos y empresarios, ¿Por qué se extiende esa falsedad de manipular la libertad? ¿O existe el populismo VIP? El desarrollo no es excluyente y no debe tramposamente confundirse fomento económico con subsidio fiscal.

Los liberales y los que tienden al pensamiento libertario piensan que mientras más chico es el gobierno, mejor; mientras más pequeño el Estado, mejor. Los llamados libertarios anarcocapitalistas u otros que se llaman minarquistas, quieren un gobierno mínimo que solo se asegure de la legitimidad, la propiedad; su lema es individualidad, propiedad y libertad; sin embargo, para que exista un mercado, tiene que existir una sociedad funcional y para ello tiene que haber un estado de garantías, derechos, leyes y una serie de funcionalidad mínima. Hay varios pensamientos que desploman las teorías libertarias, porque son −al igual que el comunismo− solo teorías, viven en el mundo de la fantasía: la realidad, el estado de sitio de las pandemias actuales.

Me pregunto y le pregunto a Diego, si existe la libertad económica en términos reales. Recuerdo con claridad los días en que viví en China: México, le acababa de permitir al país asiático, su ingreso a la Organización Mundial de Comercio, fue el último país que lo hizo después de todas las rondas de las negociaciones. Era el año 2001, me acerqué con uno de mis profesores y le pregunté si existe de verdad el libre comercio y él me contestó que el libre comercio es un sueño, como si uno quisiera volar; lo que existe en realidad es el comercio inteligente, ¿Cómo puede haber libre comercio con barreras no arancelarias, con salvaguardas y cuotas compensatorias? El proteccionismo comercial son las letras chiquitas del libre comercio.

Ante tanta falsedad de conceptos e ideas preconcebidas, ¿No estamos frente a un peligro similar a Weimar en 1930? ¿Y al regreso de la ultraderecha por el fracaso de no saber explicar y demostrar que democratizar riqueza no significa socializar pobreza? Siento un alivio al decirlo, la simple denuncia implica una posibilidad de cambio, de defensa.

Ruzzarin, recuerda el ejemplo clásico de Keynes que decía si hay un programa de crisis es necesario pagar a la gente para que cave un pozo y después pagarles para que lo tapen con tal de mantener el dinero en flujo, pero hay un límite para ambos pensamientos, el capitalismo tiende a ciclos de ruptura cada 8 o 12 años y tiene que resolverlos.

Mira, una de las grandes falacias de la libertad y de las barreras al comercio con la que se forman monopolios sucede con el flujo de efectivo de las Pymes: no queremos que las grandes empresas le regalen nada, lo único que se pide, es que les paguen a tiempo. No pueden financiar su riqueza destrozando los flujos de la pequeña empresa.

Si las Pymes no tuvieran que financiar a los grandes corporativos que les estiran sus pagos al tope y las estrangulan, utilizarían su flujo de efectivo para crecer y producir. Así, silenciosamente, los grandes, monopolizan las fuentes de productividad de los pequeños y crean financiamiento inverso.

No estamos en contra de que existan grandes empresas, de hecho es maravilloso que existan, el problema es que no existan más; que rompamos el engaño del libre mercado que no deja que la pequeña empresa se haga grande.

Todo este discurso libertario se basa en el enorme fracaso de los movimientos progresistas y de izquierda en el mundo, que salvo muy pocas excepciones, no han sabido capitalizar los propios errores del capitalismo. Por eso la crisis de las ideologías, desemboca en totalitarismo y más populismo.

Seguimos cayendo en la falsedad de defender ideologías y etiquetas, cuando de lo que tenemos que hablar es de cómo crear buenas ideas y mejores resultados.

Más humanismo y menos destrucción.

Entre más hechos y menos dichos nos unimos a una causa: la evolución humana.

¿Ves la trampa? Quien abre los ojos, como diría Sartre, ya no los puede cerrar.

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