Simon Levy

La trampa del ingreso

Lo peligroso de esta trampa es el modo artificial en que se mantiene una economía que genera consumo pero que no crea productividad y por ende crecimiento económico.

-”Hola mijo ¿de dónde vienes?”

-”Fui un rato a buscar trabajo mamá… pero nada”.

El silbido del carrito del camotero de la colonia nuevamente volvía a sonar como alarma de las seis de la tarde en la calle.

“Pero Alejandro, no entiendo para qué buscas un trabajo de chofer, si eres profesionista y nada. Tu papá le dan de pensión 6,500 pesos, igual a mí, y a tus hermanos con el apoyo que reciben del gobierno ya traemos casi 16 mil pesos, mientras, mejor nos la llevamos así, ¿para qué buscas esos trabajos de salarios miserables?”, dijo con autoridad Anita, la mamá del joven.

Él, frunció el ceño y asintió con su cabeza e internamente dijo: “mi mamá tiene razón”.

Alejandro tiene una especialidad en biología celular, estudió una maestría, incluso, y no encuentra desde hace meses un trabajo estable y sobretodo bien pagado. Reparte su tiempo haciendo entregas de comida en aplicaciones y está aprendiendo a invertir en criptomonedas.

El mismo caso -en proporciones diferentes- pasa con Laura y su familia en Michoacán, que reciben de su papá, además del apoyo del gobierno, las remesas que cada semana manda desde Chicago.

Durante años, los que fueron jóvenes dieron su vida a sus empresas; miles de mujeres, sus mejores años a sus empleos. Nunca pudieron ganar un salario remunerador. La desigualdad se hizo enorme. Hoy, la burbuja está a punto de explotar y el mercado ya no genera oportunidades porque los que pueden trabajar no quieren y los que quieren no encuentran.

Entonces por varias razones el Estado compite con el empresario para ver quién entrega más, cuando tendrían que colaborar. Lo peligroso de esta trampa es el modo artificial en que se mantiene una economía que genera consumo pero que no crea productividad y por ende crecimiento económico.

El círculo vicioso comienza cuando los empresarios pagamos mal, o no creamos suficientes oportunidades. Nuestros impuestos se vuelven transferencias sociales que van a nuestros propios colaboradores que no les pagamos bien ¿ves por qué lo barato termina costando más caro?

“Oye Levy, ¿pero qué no entiendes que no hay certeza para invertir, ni para generar empleos y por tanto, para pagar mejor?… tan lo entiendo que la certeza ya no es necesaria cuando de lo que se trata es una competencia por un mercado laboral que se vuelve electoral.

Cuando las transferencias sociales superan o se acercan al ingreso medio general que se paga en una empresa, se modifica el nivel de oferta de trabajadores disponibles y se crea un nuevo punto de equilibrio donde ya no importa el sueldo privado sino la transferencia pública.

Somos los empresarios los encargados de generar y democratizar riqueza. Somos en gran parte responsables de mejorar realidades. La mejor inversión está en entender que el crecimiento es de abajo hacia arriba y ante un mercado que no está generando oportunidades naturales, el estado está creando sustitutos artificiales. ¿Uno u otro? ¿Salarios o transferencias? Es uno y otro, el problema es la atonía y el mercado detenido.

Cuando esto sucede, la economía de una sociedad literalmente se infarta y vive de transfusiones sanguíneas: remesas, transferencias sociales, ingresos públicos derivados de impuestos y contribuciones, pero se va el crecimiento y la productividad.

¿Te das cuenta la trampa en la que estamos y cómo se irá perjudicando lentamente la productividad, las cadenas de valor y sobre todo el desarrollo humano y social de una generación perdida de jóvenes?

¿Qué tenemos que hacer con urgencia? Incentivar como nunca la creación de inversión que se traduzca en salarios bien pagados y en rentabilidad democratizada a los colaboradores para que sea nuevamente el ingreso privado el que sustituya el poder de la transferencia social.

Mientras no hayan condiciones, las familias sobrevivirán y a todos, lo cómodo, nos terminará costando mucho más: el gran perdedor es el Estado porque sin inversión privada si todo permanece constante, no habrán recursos fiscales que alcancen para la enorme cantidad de población económicamente activa que ya no quiere ni está dispuesta a trabajar por salarios miserables porque no se incentiva la creación de nuevas fuentes de riqueza.

“¿Te das cuenta que todo lo que trabajas no es para pagar dinero sino para pagar tus cuentas?” Le dijo Anita a Alejandro su hijo.

Y tiene razón porque dependes de alguien que le pone valor a tu esfuerzo físico o intelectual y porque lo que haces hay alguien que está dispuesto a hacerlo más barato que tú.

Bomba de tiempo.

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