Samuel Aguilar Solis

La duda electoral

Veremos si los electores acuden y deciden salvar la democracia haciendo de la Cámara de Diputados un contrapeso al presidente y de los poderes locales.

Si de verdad México fuera una democracia y una sociedad con ciudadanos sería fácil esperar el resultado electoral del próximo 6 de junio, dado que la ciudadanía haría un recuento de las acciones del gobierno de López Obrador en los rubros principales como economía, seguridad, sanitario, transparencia, combate a la corrupción, desarrollo de la infraestructura nacional derivado del gasto público y aliento a la inversión privada, respeto al Estado de derecho, etcétera, etcétera, el gobierno lopezobradorista saldría más que reprobado, con lo cual uno tendría que esperar un voto de castigo y a favor de la oposición.

Si México fuera una sociedad de plena ciudadanía en estos días que quedan para acudir a las urnas los votantes harían una valoración sobre las propuestas y programas que los partidos políticos y sus candidatos están ofreciéndoles para reflexionarlas y racionalmente acudir a votar conforme las mejores propuestas legislativas o de gobierno en el caso de las elecciones locales de gobernadores y presidentes municipales que ahora se están disputando, pero como bien sabemos, estamos llenos de propaganda y lodo por doquier, sobre todo en las redes sociales, y con candidatos que son una vergüenza por sus antecedentes, algunos incluso, de carácter penal o por las cosas absurdas, que muchos de ellos presentan, como ‘propuestas’ y nada de responsabilidad en propuestas legislativas o de gobierno, entonces pues, la reflexión y la comparación de plataformas electorales no puede darse sobre de esto, por tanto, el voto no puede ser racional, sino las emociones que todo esto haya generado en los votantes.

Si México fuera de verdad una democracia y de Estado de derecho, las campañas electorales se habrían desarrollado con un alto grado de debate de las ideas de los candidatos y las plataformas electorales de sus partidos y hubiera sido inimaginable que la violencia política hiciera su aparición y menos que las campañas estuvieran teñidas de sangre y menos aún que políticos, simpatizantes partidarios, funcionarios públicos y candidatos hubieran sido asesinados en estos meses del proceso electoral.

Si en México los servidores públicos, comenzando con López Obrador que juró cumplir la Constitución y las leyes que de ella emanan, y de verdad respetaran las normas, no habría estado interviniendo, atacando a los opositores y al INE, órgano autónomo constitucional y autoridad electoral para socavar su imagen en aras de una narrativa ya visible de que si los votos no favorecen a su partidos para conservar la mayoría en la Cámara de Diputados, el día después de las elecciones entonces sería fraude, cantaleta usada en toda su carrera política.

Si existiera una verdadera oposición política al proyecto lopezobradorista, habría tenido la capacidad de no haber caído en la trampa de hacer de estas elecciones un plebiscito a favor o contra López Obrador o si así lo hubiera planeado estratégicamente, tendría que haber ido en una coalición nacional completa en todas las elecciones tanto de diputados federales y locales a nivel nacional y con una narrativa polarizadora y no como lo está ahora de ser una coalición parcial, además habría abierto a nuevos perfiles de la sociedad las candidaturas y no que en unas entidades cada quien va por su lado y con candidatos que representan lo más rancio de la partidocracia rechazadas por los electores en 2018.

Si nuestro país fuera una verdadera democracia y la ley fuera la que imperara el crimen organizado, no tendría lugar en este proceso electoral y menos que algunos candidatos fueran impuestos por ellos u otros amenazados o asesinados por no convenir a sus intereses.

Así es que en medio de una pandemia, con una economía deteriorada por la paralización por los ‘semáforos sanitarios’, con una gran dosis de violencia e inseguridad y con muchas de las mismas caras ya conocidas en la contienda, con campañas llenas de suciedad y ocurrencias en un clima de polarización política, con el antecedente de la baja participación en elecciones federales intermedias, pero ahora impulsadas por las elecciones locales, veremos si los electores acuden y deciden salvar la democracia haciendo de la Cámara de Diputados un contrapeso al presidente y de los poderes locales, la representación plural que es la sociedad mexicana o con las dádivas gubernamentales y la presión del narco se continúa en el deterioro de la ley y de la democracia y camino al autoritarismo.... la duda sigue en el aire.

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