La Feria

Gobernadores de Morena, y el estilo Sheinbaum

Es cosa segura que desde el domingo, más que celebrar, Claudia Sheinbaum comenzó a repartir tareas, a explicar el nuevo modo de trabajo, metas, reglas y expectativas.

Los gobernadores de Morena están por experimentar una etapa laboral que quizá sea completamente nueva para ellas y ellos: trabajarán con y para Claudia Sheinbaum, una persona exigente, dedicada y minuciosa a un grado que logra resultados pero que, también, puede extenuar a algunos.

Y ya lo empezaron a sentir. Cosa de ver las fotografías que se repartieron a la prensa el domingo, fecha en la que los mandatarios del oficialismo tuvieron en la capital un cónclave con ella, previo a que la exjefa de Gobierno recibiera su constancia de virtual candidata a la Presidencia.

En una de las imágenes tomadas de esa reunión se ve a Sheinbaum de espaldas, y con el gesto muy muy serio aparecen Rutilio Escandón (Chiapas), Mara Lezama (Quintana Roo), Julio Menchaca (Hidalgo), Salomón Jara (Oaxaca) y Miguel Ángel Navarro (Nayarit).

Las y los gobernadores creían que el domingo sería ocasión de festejo. No conocen en el plano laboral a la abanderada del oficialismo. Es cosa segura que desde ese mismo día, más que celebrar, Sheinbaum comenzó a repartir tareas, a explicar el nuevo modo de trabajo, metas, reglas y expectativas.

“Yo tengo una característica, soy muy minuciosa”, le dijo la también exalcaldesa de Tlalpan a Arturo Cano, quien bajo el sello de Grijalbo publicó hace un par de meses Claudia Sheinbaum: presidenta.

En ese volumen biográfico, ella ejemplifica su manera de trabajar con la logística diseñada para inmunizar a los capitalinos durante la pandemia.

“El programa de vacunación lo diseñé yo en mi computadora. Y teníamos reuniones con todo el equipo: a ver, a la Secretaría de Finanzas le toca la sede tal, a la de Medio Ambiente tal, ¿cuántas sillas de ruedas vamos a necesitar?, ¿cuántos congeladores? Le toca a la Secretaría de Educación conseguir los congeladores. Y diario era estar viendo si funcionó o no, cuántos se vacunaron, cuántos esperamos…”.

Y si hace un par de años, también durante la pandemia, The New York Times hizo un reportaje donde destacaba que en su monitoreo de esa crisis la jefa de Gobierno enviaba “su primer mensaje de texto del día poco después de las 05:00 a. m., que a menudo suele estar dirigido a uno de los expertos de su equipo que mide el progreso de la contención del brote en la Ciudad de México, que es el peor a nivel nacional”, otros de sus excolaboradores cuentan cómo, pasada la emergencia, no era raro recibir llamadas sobre todo tipo de temáticas a esa misma hora de la madrugada.

Porque la vacunación fue sólo un ejemplo. Su equipo en la CDMX se terminaría de acostumbrar a ese formato. De atención total a los detalles. Ya he contado en otra ocasión cómo ejecutivos de una empresa internacional de transporte se sorprendieron de cómo ella en persona participaba semanalmente en el seguimiento de una obra.

Eso mismo lo recoge Arturo Cano en su libro cuando consigna que una de las máximas de la exgobernante de la capital es que “orden dada no supervisada, no sirve para nada”.

En el libro de Cano, Luis Linares Zapata, hoy en la Comisión Reguladora de Energía, destaca, como otro ejemplo, que en las protestas por la reforma energética de tiempos de Felipe Calderón ella demostró su capacidad ejecutiva: “Claudia es una extraordinaria organizadora. Ella estaba a cargo de las manifestaciones, juntaba 2 mil o 3 mil mujeres”.

Esa forma de trabajar, que puede desgastar a algunos, que otros piensan que es de micrománager, lo comenzarán a sentir personalmente las y los mandatarios de Morena, que ahora harán más que firmar desplegados.

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