La Feria

Sin plan B para la T2

Aeroméxico sufriría un golpe incalculable si, por algún incidente que nadie desea, la terminal 2 sufre repentinamente mayor daño.

El empresario Eduardo Tricio, cabeza de Aeroméxico, seguro ya tiene plan B para algo en lo que coinciden, lo cual no es común, los polarizados de ambas aceras: la terminal 2 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México está en riesgo estructural y no se descarta una intervención (que implicaría algún tipo de cierre) del Benito Juárez.

Está programado que mañana viernes el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, tenga un dictamen de las condiciones del AICM, que incluirá el diagnóstico de la terminal edificada por Vicente Fox, misma que, como ya se ha reseñado, fue descuidada desde el sexenio pasado porque iba a desaparecer con la llegada del NAIM de Texcoco, pero en realidad éste fue el que se esfumó y la vida útil de la T2 se agota bajo los pies de los pasajeros.

Aeroméxico sufriría un golpe incalculable si, por algún incidente que nadie desea, la terminal 2 sufre repentinamente mayor daño. Eso en una eventualidad.

Pero lo que es cierto es que, si el gobierno federal no lanza pronto un sólido plan de reforzamiento, tarde o temprano el deterioro estructural impactará esa terminal.

Así que la reflexión, uno supondría, dentro de la empresa de Tricio es cómo formular, y rápido, un plan que contemple un cierre parcial –y hasta uno total– de la T2. ¿Cuántos vuelos puede enviar a otros aeropuertos? ¿A cuáles? ¿Sería viable volar parte de su flota desde el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles? ¿Cuántos de sus aviones pueden ir a Toluca? ¿Cuántos cancelarían?

Hace una semana supimos la noticia de que Aeroméxico descartará su vuelo del Felipe Ángeles a Villahermosa. En la prensa tal anuncio se interpretó como un desdén de la aerolínea al nuevo aeropuerto, y una prueba más de la inviabilidad de éste.

Lo que no se destacó es que a partir del 15 de agosto, desde el AIFA y conforme a lo planeado, Aeroméxico “pasará de operar tres destinos con 14 frecuencias, a seis destinos con 56 operaciones semanales: siete a Acapulco, Mérida, Oaxaca y Vallarta; y 14 a Guadalajara y Monterrey”. Según explicaron en un comunicado, son viajes adicionales a los que se hacen desde el AICM.

Sin un agresivo plan de mercadotecnia de la aerolínea (¿alguien ha visto alguna publicidad en estos meses de Aeroméxico de su apuesta en el AIFA?) y sin precios de arranque muy competitivos frente a lo que podría salir un viaje similar desde el Benito Juárez, esos vuelos fracasarán como ya ocurrió con el de Tabasco.

Pero podríamos estar frente a la oportunidad de ensayar un cierre parcial de la T2 en el rubro más importante: el de la logística para los pasajeros en conexión aérea.

Aeroméxico vuela desde la T2, pero varios de sus importantes aliados internacionales de Skyteam lo hacen desde la T1. Y se calcula que uno de cada tres de sus pasajeros tiene alguna conexión aérea, nacional o transfronteriza. ¿Qué va a ocurrir si parte de la operación actual se va al AIFA?

Hay quien jura que AMLO dejará a su suerte a la T2 para forzar una mudanza al aeropuerto que ni él usa.

Si así fuera, el Presidente golpearía la competitividad económica y sería un fracaso de Adán Augusto, que tiene la responsabilidad de conjurar una crisis y de que se recupere la categoría 1, lo que, de paso, permitiría abrir operaciones desde el AIFA a Estados Unidos, el más importante mercado transfronterizo del mundo.

Por lo pronto, hay una cosa cierta: la T2 se hunde y no sabemos si hay plan B, en Aeroméxico y en Palacio.

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