La Feria

¿Funcionan las alianzas electorales?

Ya se puede decir que ni en la dirigencia del tricolor ni en la del PAN hay verdadero ánimo de revisar la cosecha de la alianza en las elecciones de hace tres domingos.

Para contestar la pregunta que intitula esta entrega, comencemos por la revisión de algunos resultados de Acción Nacional y del Revolucionario Institucional en las elecciones pasadas. Los números que a continuación cito con respecto al 5 de junio fueron tomados de los respectivos PREP estatales.

En Aguascalientes ganó la alianza opositora. Pero qué le pasó al PRI, que no puso candidato propio ahí. Su votación este año fue de 35 mil 36 votos, cuando en 2016 fue de más de cinco veces eso: 189 mil 852 (ese año compitió aliado con PT, PVEM y Nueva Alianza, pero como se sabe esos grupos son rémoras, no ayudan sustancialmente a obtener sufragios).

En Durango también triunfó la alianza. Ahí fue el tricolor el que puso candidato. ¿Qué le pasó al PAN? En 2016 obtuvo, junto con el PRD, 322 mil 227 votos. Con eso ganó la gubernatura en aquel año. Ahora contribuyó a la victoria pero sólo con 100 mil 158 votos. El PRI también bajó su votación, pero menos: de 296 mil 624 hace seis años a 215 mil 251 ahora.

En Tamaulipas ganó Morena; cómo les fue al PRI y al PAN que han dicho que aun en la derrota fueron competitivos: en 2016 el PRI sacó 517 mil 619 votos, este año apenas recolectó 64 mil 462 sufragios. Prácticamente diezmado. El PAN tampoco retuvo su votación de un sexenio atrás: pasó de 721 mil 49 a 543 mil 129.

Y en Hidalgo el PAN pasó de 338 mil 762 a 57 mil 569, mientras que al PRI –que puso a la candidata– no le fue tan mal, ‘sólo’ perdió en seis años la mitad de votos: de 524 mil 139 a 248 mil 179.

El elemento obvio que hay que destacar de entrada es que la irrupción de Morena en el panorama nacional ha desfondado a sus contrincantes, particularmente al PRI.

Una segunda conclusión es que al partido que no pone candidato, sus simpatizantes lo abandonan. No sabemos si al extremo de votar por los candidatos del partido de López Obrador o simplemente bajan las manos y no van a la casilla.

De tiempo atrás el senador Dante Delgado ha venido diciendo, incluso a los actuales líderes de PRI, PAN y del Partido de la Revolución Democrática previo a los comicios de 2021, que antes de las presidenciales de 2024 no conviene aliarse en las elecciones locales o en legislativas federales como las del año pasado.

El líder de Movimiento Ciudadano argumenta que cada partido tiene desde hace años o décadas una fracción de los votantes, y que el nombre del juego es cuidar e incrementar cada una de esas fracciones para impedir que Morena crezca.

En eso estriba Dante, al menos en parte, su negativa a las alianzas. Pero no es el único crítico de la idoneidad de esta estrategia opositora.

Los resultados electorales de 2022 tienen que ser revisados a fondo por las dirigencias de la alianza. ¿De verdad se sentirán cómodos los respectivos líderes opositores al ver que los votos de quien no puso candidato se esfumaron tan dramáticamente?

Pero, con lo ocurrido la semana pasada, cuando Alejandro Moreno desestimó una solicitud de expresidentes y figuras del PRI para reunirse, ya se puede decir que ni en la dirigencia del tricolor ni en la del PAN hay verdadero ánimo de revisar la cosecha de la alianza en las elecciones de hace tres domingos.

Moreno y el panista Marko Cortés dicen que sí a llamados de integrantes de sus respectivos partidos a dialogar, pero es pura faramalla.

Creen que tienen en la alianza la llave para no ser arrollados en las siguientes elecciones e incluso para disputar entidades como la capital. Puede ser, ¿pero valdrá la pena el costo?

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