La Feria

AMLO: destripador de instituciones

La crisis del Conapred es importante por las implicaciones de que una institución con esa agenda, prevenir la discriminación en un país discriminador, funcione a medias.

El 18 de junio de 2020 el gobierno de la República forzó la renuncia de la entonces titular del Conapred, que esta misma administración había nombrado meses atrás.

No tiene caso revivir la sinrazón de esa atrabancada maniobra. Lo que sí es pertinente es decir que año y medio después de tal defenestración, el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación está acéfalo. Y eso es así porque el presidente de la República es bueno para ‘tener ideas’, pero muy malo para aterrizarlas. O muy bueno para encontrar defectos, pero pésimo para corregirlos.

La crisis del Conapred es importante por las implicaciones de que una institución con esa agenda –prevenir la discriminación en un país discriminador– funcione a medias. Y hoy sirve para recordar, y subrayar, que Andrés Manuel López Obrador carece de un plan cuando de ‘cambiar’ instituciones se trata, como en el tema de estos días del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas, al que se quiere eliminar y pasar esa labor al Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas.

Regresemos al Conapred. Luego de la ‘renuncia’ de Mónica Maccise, el Presidente tuvo una gran idea. Por qué no poner al frente de ese consejo a alguien que sabe en carne propia lo que es la discriminación, a una mujer indígena, por ejemplo. En eso es campeón el tabasqueño: saca de la manga una carta de irreprochable lógica. ¿Quién puede oponerse a una propuesta así? Es más, ¿pues en qué andaba pensando México que en dos décadas no encargó el Conapred a una mujer indígena o afromexicana?

Más allá de tener ideas, la obligación de AMLO es gobernar, no decir cada día el deber ser. Por si alguien lo ha olvidado: tras la propuesta de López Obrador se habló de que no una, sino tres mujeres indígenas encabezarían el Conapred. El resultado es que 18 meses después ese organismo tiene una encargada de despacho, que por más que quiera nunca tendrá las atribuciones, ni la palanca, para llevar al organismo a donde cualquier directora legal podría intentar llevarlo.

El Conapred es un producto de las alternancias, un esfuerzo de mucha gente que aún tenía mucho por andar, y que también, seguro, tenía muchas, como dicen ahora, áreas de oportunidad, cosas que había que mejorar. Pero dejarlo al garete, sin designar dirección es cuando menos irresponsable. De hecho constituye una traición a quienes vieron en este gobierno la oportunidad de avanzar hacia una sociedad menos discriminadora.

“En los pueblos indígenas tenemos la claridad de que las instituciones no resuelven el problema de discriminación y racismo, aunque reconocemos que es importante que existan porque el Estado debe asumir su responsabilidad”, le dijo ayer a La Jornada la poeta zapoteca Irma Pineda, quien se manifestó en contra de la “institucionitis”, pero dijo que había que aprovechar las existentes. “El que haya una institución como el Inali nos dice que el Estado se compromete al trabajo de revalorización, fortalecimiento y, sobre todo, de diseño de políticas públicas respecto a las lenguas, pero si lo desaparece, nos dice justo lo contrario: que no le importan las lenguas ni tiene interés por ellas” (nota de Mónica Mateos).

El Presidente desoirá voces como la de Pineda porque para él la administración debe ser flaca y, fundamentalmente, centralizada. Lo dijo en el caso del Conapred: “Claro que se tiene que combatir el racismo y se tiene que combatir la discriminación, pero no crear un organismo para cada demanda de justicia”.

Avisados estábamos de que iba por esos organismos creados por demandas de justicia, esos que ciertamente debían mejorar, pero que ahora seguirán desapareciendo.

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