La Fiesta Está Viva

Pregón huamantleco

En esta entrega amigo lector, quiero presentarte el pregón escrito y pronunciado por mí el pasado domingo en la ciudad de Huamantla, espero te guste.

En esta entrega amigo lector, quiero presentarte el pregón escrito y pronunciado por mí el pasado domingo en la ciudad de Huamantla, espero te guste.

Gracias al presidente municipal Salvador Santos Cedillo por esta invitación a ser pregonero de “La Corrida de las Luces”, el festejo más importante de la feria para Huamantla, en la noche más importante del año… “la noche que nadie duerme”.

Gracias también al matador Angelino de Arriaga por coordinar mi participación, y aprovecho para darle la enhorabuena por su importante triunfo en esta plaza hace una semana.

Gracias a todos los presentes, ganaderos, toreros y aficionados.

Las bodas de plata

Quién me iba a decir, hace 25 años, que estaría aquí parado frente a ustedes para expresar lo que Huamantla dicta en mi corazón.

1997, año en el que tras la invitación de quien era presidente municipal por aquellos años, Eduardo Beltrán Escamilla, un grupo de jóvenes aficionados a los toros, asumimos el reto de rescatar la Feria Taurina de Huamantla.

La plaza estaba vetada, no conocíamos Huamantla. Bastó una sola visita a la ciudad para saber que estaríamos ligados a su feria de por vida. Descubrimos un pueblo trabajador, dispuesto y orgulloso de sus tradiciones, sus raíces y su feria.

97 y 98 fueron años de gran éxito taurino. Volví como empresario en 2005, año que marcó un antes y un después en el calendario taurino mexicano, dándole un matiz distinto a “la corrida de la noche que nadie duerme”.

Por iniciativa de Juan Antonio Hernández, orgulloso huamantleco, instituimos “La Corrida de las Luces”. Aquel 14 de agosto de 2005, a las 5 de la tarde, hicieron el paseíllo el maestro Jorge Gutiérrez, el maestro Uriel Moreno “El Zapata” y Atanasio Velázquez para lidiar toros de Marco Garfias.

En esa corrida, “El Zapata” indultó un toro, vaticinando larga vida a la tradicional noche de luces, bravura y devoción huamantleca. Ocho años habían pasado solamente desde el 97 cuando debutó como matador en esta feria el maestro…

Hoy celebro sus bodas de plata, enhorabuena maestro, mucha suerte para esta noche.

Suerte a la centenaria Rancho Seco, al matador Arturo Macías y al matador “Calita”.

Como no enamorarse de Huamantla, corazón del estado de Tlaxcala. Rodeada de toros bravos, vigilada celosamente por la imponente Malinche. Sus verdes valles sembrados en esta época con preciosos maizales hacen de Huamantla un privilegio de nuestra cultura y nuestro país.

Bravura, valor y nobleza, respeto y algarabía.

Es la Virgen de la Caridad la patrona que veneramos en la madrugada, transformando las calles en un inmenso ruedo, donde los artesanos van pintando su obra como el torero su faena, tanto trabajo, tanto sacrificio para que dure un instante al paso de los fieles, como un instante dura el muletazo al paso del toro bravo.

El instante se convierte en recuerdo eterno para quien puede sentirlo.

Eso tiene Huamantla en similitud con el toreo.

Costales de colores vertidos en pequeños puños detallan la gran obra, como los caporales que, durante un siglo, día a día, han vertido en sus costales la bravura de sus toros.

El torero pone su alma y su cuerpo como ofrenda a su destino.

Cada color y cada detalle en los tapetes… son el muletazo soñado en horas de desvelo.

Paseíllo de honor, silencio y devoción para la madre de Dios.

Viviremos esta noche: la magia del “Callao”, la genialidad del “Pana” y la bravura de un siglo por amor al toro en Rancho Seco; la majestuosidad de la Malinche, los sabores y el colorido de la fantástica combinación en los chiles en nogada o la sutil dulzura de los muéganos tlaxcaltecas.

Son los tapetes un camino al cielo en esta tierra. Nos llevan paso a paso por el recogimiento espiritual de nuestra alma como la muleta lleva al toro, que humillando embiste entregando su bravura y su poder a los vuelos del capote de un toreo superior.

Es Huamantla un caudal de emociones y sentimientos, que van de la profunda veneración a la Virgen de la Caridad este fin de semana, a la algarabía del triunfo de lo popular, en su tradicional huamantlada una semana después.

Casi siglo y medio de su feria celebramos este año y su riqueza apenas conocemos.

Huamantla es un sentimiento como lo es el toreo. No hay palabras por momentos ante sus más de doce templos.

Huamantla no hay que explicarla, hay que vivirla, hay que olerla, hay que escuchar el silencio a medianoche en los kilómetros de procesión, y hay que escuchar los cuetones que anuncian que ahí vienen los toros a jugar con los valientes.

COLUMNAS ANTERIORES

Olé Aloi
Sevilla, la feria del toro

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.