La Fiesta Está Viva

El Rey de la Feria

Roca Rey que ya había dado una dimensión tremenda el viernes anterior, toreó el sábado en la blanca Mérida y regresó a la Feria de San Marcos para torear su segunda tarde.

Andrés Roca Rey tiene como objetivo mantenerse en la cima del toreo, la que alcanzó hace ya un par de años. Llegó a sangre y fuego al sitio de máxima responsabilidad. En el toreo nada es fácil y nadie regala nada nunca. Una vez en la cima, las figuras deben dar su verdadera dimensión, en ese momento el toreo florece en otro nivel de las manos de estos hombres privilegiados que la vida nos regala a los aficionados.

El valor para torear es el factor que marca diferencias, ese se tiene o no se tiene, pero si se tiene en demasía y se carece de capacidad para asimilar y sentir el toreo las posibilidades de crecer se estrellan precisamente ante el valor mismo.

En el caso del peruano el valor es tremendo, pero hoy, el valor es la seguridad impactante de la colocación para torear. Todos podemos saber dónde hay que pararse para que todos los toros embistan, pero pocos son capaces de hacerlo. Una vez en el sitio, lo que hay qué hacer es torear bien, despacio, pasarse al toro muy cerca y mandar en los tiempos de la embestida, la velocidad del toro y que nunca alcance la muleta. Es así de fácil y así de difícil, diría yo, casi imposible.

Sin embargo la tauromaquia cuenta con hombres capaces de hacerlo y nosotros tenemos la fortuna de vivir para gozarlo. En el joven peruano estamos ante un torero de época, cuya duración si Dios quiere y los toros le respetan será de muchos años.

El domingo en la Monumental de Aguascalientes se jugaron seis toros de Teófilo Gómez, primera corrida desde la partida de un gran ganadero: José Roberto, lo que aumentaba la ya de por sí carga emotiva de lidiar una corrida de toros en esta gran feria. En el palco su hijo José y su hermano José Manuel vivieron y gozaron de una gran corrida, sus toros hicieron homenaje a un concepto y una manera de embestir, la de los toros de Teófilo. Juan Pablo Sánchez, torero de gran temple y clase fue el primer espada. Cuajó al primero de la tarde, toro de gran clase, embestida lenta y profunda. Ante el duro escrutinio de sus paisanos, Juan Pablo convenció y nos hizo gozar con la incomparable belleza del toreo lento.

Desgraciadamente la espada privó el corte de apéndices pero la faena queda en las anales de esta gran plaza. Con su segundo estuvo de nuevo muy bien y le cortó una oreja.

Roca Rey que ya había dado una dimensión tremenda el viernes anterior, toreó el sábado en la blanca Mérida y regresó a la Feria de San Marcos para torear su segunda tarde. A su primero le cortó una oreja en faena bien estructurada, pasándoselo muy cerca y matándolo en lo alto.

Salió el quinto y fue un gran toro. Bravo de buena condición y empuje en la embestida. Con el capote fue el primer encuentro y se midieron condiciones y aptitudes. Toro y torero fueron encontrándose. Los tiempos en el toreo son tan importantes como el temple o el valor. Matices ya de alto nivel para el toreo, aspectos a veces imperceptibles para el gran público pero que en la lidia que Andrés da a sus toros, es fundamental.

El hombre capta la atención del público de manera exquisita. Tiene gran personalidad, tipo de torero, viste bien y se sabe que es quien es. Al brindar en los medios, se coloca y espera quizá cinco o seis segundos hasta que el público se centra con él. En ese momento ya nos tiene a todos en la muleta, lo hace despacio y todos sentimos que nos mira a los ojos. Con público ya metido sin dar el primer pase, comenzó su faena con emocionantes cambiados por la espalda en la distancia corta, ya que el toro aunque embestía con poder, no se arrancaba de largo. Con cinco pases ya había formado un lío. El toro bravo y de buena casta fue transformando el poder en ritmo, reduciendo la velocidad de su embestida más no la intensidad. La firmeza y fibra que le pone Roca Rey a su toreo hacen una combinación sensacional. Cuajó al toro por ambos lados. Naturales muy lentos, rematados detrás de la cadera, pasándose siempre muy pero muy cerca al toro, sin atragantones, solo cercanías.

Sensacional faena, de remates variados, entra y sale del toro despacio, con gusto, sin tiempos muertos. Al momento exacto se tiró a matar y de estoconazo firmó una gran obra que le valió otras dos orejas. Feria rotunda para el peruano que presentó ya sus credenciales como ídolo de la afición mexicana.

Luis David, el segundo de los Adame vive también el rigor de ser profeta en su tierra, sin embargo ante el sexto toro estuvo entregado y realizó una faena vibrante en los tres tercios. Con una de las premisas claves del toreo cuando se llega a un nivel: disfrutar. Dos orejas fueron el premio y estímulo para que este buen torero se mantenga en los carteles y ferias importantes, lo vale.

Remato esta entrega a pocas horas de la corrida en el día de la feria. “El Juli” alternará con dos toreros locales: Leo Valadez y Miguel Aguilar ante toros de San Miguel de Mimiahuápam, la que, seguro, será otra tarde inolvidable.

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