La Fiesta Está Viva

Que suene el clarín

Tras 455 días de inactividad taurina en la Plaza México, es momento de que la plaza más importante del país tome la batuta en cuanto a la actividad taurina nacional.

Tras 455 días de inactividad taurina en la Plaza México, es momento de que la plaza más importante del país tome la batuta en cuanto a la actividad taurina nacional. El 19 de febrero de 2020 se dio la última corrida de toros de la Temporada Grande 2019-2020. Un mes después el mundo entró en pausa debido a la pandemia generada por la propagación del virus COVID-19.

Nadie pudo vaticinar las consecuencias, la devastación ni la duración de esta crisis que sigue sacudiendo al mundo y con la que estamos comenzando a aprender a vivir. La vacunación, lenta o rápida, eficaz o electorera, ha inyectado cierta tranquilidad y esperanza a la población, así como las normas sanitarias básicas que en un principio fueron desdeñadas por los que se supone deberían de ser líderes, hoy la población las asume y pone en práctica con el civismo que a muchos falta y que en el mexicano suele aflorar en tiempos de crisis; para no ir más lejos, el uso del cubrebocas.

El 14 de mayo el Gobierno de la Ciudad de México decretó la implementación del semáforo amarillo, con lo que se autoriza el poder llevar a cabo al aire libre eventos deportivos como el futbol, carreras de caballos en el Hipódromo de las Américas, y festejos taurinos en la Plaza México.

Sin duda una gran noticia para la población, pero sobre todo para la gran afición taurina capitalina que se encontró con el ayuno obligado por el semáforo sanitario de la Ciudad de México.

De primera mano sé que la intención de la empresa es dar festejos, en cuanto la Ciudad diera permiso la actividad se reiniciaría. Ahora bien, en este punto clave de nuestra vida como país y como afición taurina la responsabilidad de hacer Fiesta no recae solamente en los empresarios, ni en los toreros ni en los ganaderos; hoy más que nunca el rol más importante en el presente y futuro de la Fiesta lo tenemos los aficionados, somos nosotros —es usted, amigo aficionado habitual o eventual asistente a las plazas de toros— los que debemos darle fuerza al espectáculo con nuestra presencia en los tendidos. La verdadera fuerza de esta cultura recae en la gente, no en la empresa; ellos tienen una responsabilidad, sin duda, pero el verdadero peso y poder recae en el público que compra un boleto.

En este tiempo de crisis sanitaria que desencadenó tremenda crisis económica y social, se han abierto muchas ventanas de oportunidad muy claras para replantear las cosas, el modo de promocionar, el poder entender e identificar lo que el público quiere y desea.

Será esta vuelta a los tendidos un proceso, nada en esta vida se logra de inmediato. Todos y cada uno de los involucrados en la Fiesta Brava debemos dar nuestro mejor esfuerzo, valorar la ausencia obligada en las plazas y compensarla con un regreso con la mejor actitud de buenos aficionados. A disfrutar, a gozar del colorido, del arte, del peligro y de la admiración que debemos profesar como aficionados a quienes visten de luces, y nuestro respeto y agradecimiento a los ganaderos, cuya vocación engrandece al Rey de la Fiesta, que es el toro.

Esto no significa que el público no tenga el derecho e incluso la obligación de ser muy exigente en todo: el montaje, las combinaciones, las ganaderías y el desempeño de los festejos; todo basado en el respeto y como norma común el saber que siempre que asistamos a una plaza de toros es con el objetivo de disfrutar y apreciar la inmensa gama de sentimientos que despierta el arte de la tauromaquia.

Esperemos noticias oficiales de la empresa, lo que sí es que sabemos que la firme intención de dar toros existe, lo que deseamos es poder ya regresar a los tendidos de nuestra plaza y que la Monumental marque de nuevo el destino de la tauromaquia en México.

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