Trópicos

El inicio del fin del sexenio

El tiempo corre y al presidente se le nota ansioso por dejar las más claras huellas de lo que él y los suyos consideran la cuarta transformación.

De repente, el sexenio del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador comenzó a asomar hacia su final por un cúmulo de sucesos encadenados que ha desatado prisas y urgencias para resolverlos.

Todo ello, después de gobernar a contracorriente y fuera del guion original planteado en aquel glorioso 2018. Primero por los efectos de la pandemia y ahora por la guerra en Ucrania, cuyos impactos reales en la economía aún están por verse, sobre todo si se alarga el conflicto y la inflación mantiene sus altos porcentajes.

Se fue el primer trimestre de 2022, y lo que sigue en la arena política hará que el año parezca una carrera de 100 metros. Nos esperan momentos cruciales que detonarán el debate entre la sociedad civil e impactarán en las metas presidenciales rumbo a 2024. Cada detalle, para bien o para mal, contará al doble.

Entre las campañas políticas que ya iniciaron para renovar seis gubernaturas el próximo 5 de junio, se vivirán dos sucesos de mucha trascendencia para el presidente y que al mismo tiempo desencadenarán otros hechos igual de relevantes. Veamos.

La próxima semana está marcada en el calendario de López Obrador como una de las más importantes de su sexenio. El lunes se conocerá el resultado de la revocación de mandato, y a partir de la cantidad de votos obtenida, dependerán los decibeles del ataque del presidente al INE. Preámbulo de otra de sus apuestas, la reforma a la ley electoral, que prevé cambios sustanciales respecto al actual modelo que se practica.

Paralelamente, también la próxima semana, y mientras millones se van de vacaciones, se votará en el pleno de la Cámara de Diputados el otro gran sueño del presidente, la reforma a la industria eléctrica, que ha venido maquilando desde que comenzó su travesía política, muchas décadas atrás, en Tabasco. Por fin llegó el día.

Dentro de ocho días estarán en juego dos de sus más importantes proyectos dentro de su historia como político. Al día de hoy se prevé que pierda en ambas, primero porque el PRI ya dijo que no votará la propuesta original del presidente, en cuanto a la reforma eléctrica; y en segundo lugar, porque no se prevé una alta participación al aún ambiguo proceso de revocación de mandato, imposible alcanzar el porcentaje que lo haga vinculante. Siguen sin entenderse los beneficios reales que traerá este proceso en un momento de muchas carencias y otras prioridades, además de un debate que, en lugar de análisis, ha traído encono.

Acostumbrado a inaugurar proyectos sin terminar, pero relevantes por su simbolismo político, el presidente dará por concluido el próximo año su gobierno. En septiembre del próximo año inicia el proceso electoral 2023-2024. En noviembre comenzaremos a ver destapes de precandidatos y el presidente habrá dejado de gobernar para impulsar a su candidato, que representará, ahora sí, la conclusión de muchas de sus obras pendientes, tanto en infraestructura como ideológicamente.

Antes inaugurará la refinería de Dos Bocas (julio de 2022) y dirá adiós con el polémico Tren Maya (diciembre de 2023)... ambos muy probablemente sin terminar. Para ese entonces, poco habrá hecho para revertir la inseguridad, la desigualdad y el impacto en la economía que dejaron las crisis externas, pero también las políticas que implementó desde el inicio de su gobierno con crecimientos en cero en el PIB.

Al mismo tiempo estará en su mayor bullicio la revuelta política por la sucesión presidencial. Las miradas se centrarán primero en el o la candidata de Morena. A partir de ello, se definirá la oposición. Si Marcelo Ebrard es el candidato de Morena, asegura unidad y triunfo. Si Sheinbaum es la elegida por los guindas, el partido se romperá y la oposición crecerá, ya que no sólo aprovechará esa división en el grupo gobernante, sino que la oposición, o parte de ella, apadrinará a uno de ellos, y muy probablemente revirtiendo las preferencias, en automático. Una regla de tres de fácil análisis y que el presidente la sabe.

El tiempo corre y al presidente se le nota ansioso por dejar las más claras huellas de lo que él y los suyos consideran la cuarta trasformación. Por supuesto, esto lo dirán el tiempo, la historia, pero sobre todo los resultados. Mucho se ha hablado de que su sexenio ha concluido. Creo que ya no tiene margen para planear más de lo que ya está en curso. Sin la pandemia, ni la guerra en Ucrania otro escenario estaríamos viviendo, por lógica mejor, pero estas circunstancias y varios extravíos del gobierno dejan las cosas en vilo. No muy tarde sabremos cómo termina todo esto.

El autor es periodista mexicano especializado en asuntos internacionales.

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