Un millón trescientos mil estudiantes quedaron fuera del sistema educativo debido a la pandemia. Con frecuencia, pensamos que todas las y los estudiantes que dejan la escuela lo hacen por presiones económicas en el hogar, y es verdad que esta es una causa, pero no es la única y, para entender el fenómeno y buscar soluciones pertinentes, hay que entender que el abandono escolar es multifactorial.
En Mexicanos Primero hemos hablado con frecuencia de causas y consecuencias del abandono y hemos sido enfáticos en que el primer abandono es del sistema a la niñez y la juventud, dejar la escuela es sólo un eslabón de una cadena más amplia de cuestiones educativas, económicas y sociales.
Puede pensarse que es un cambio de tema, pero este artículo trata sobre el matrimonio infantil y la iniciativa presentada a finales de 2022 por la diputada Eufrosina Cruz, quien señaló que diariamente en México hay 38 uniones forzadas en el país, es decir matrimonios o uniones entre niñas o niños desde los 12 años y adultos (as), muchas veces en acuerdo con las familias, otras a través del robo o el trueque. Según el INEGI, en 2021, alrededor de 10,5 millones de mujeres se casaron y 7,9 millones tuvieron su primer hijo antes de los 18 años.
Con esta nueva disposición recién aprobada en el Senado, las penas pueden alcanzar hasta 22 años de prisión en el caso que la niña o niño, forzado a contraer matrimonio, sea de una comunidad indígena o afrodescendiente.
Es un avance para nuestro marco normativo y aunque no es una medida educativa en sí, es muy relevante para que las niñas, niños y adolescentes tengan más oportunidades de permanecer en la escuela. Una disposición como esta es también el inicio de un cambio cultural que nos dice que el lugar de NNA es la escuela, y que no existen razones para que el matrimonio intervenga en las trayectorias escolares.
En 2020, según datos del Gobierno de México, hubo 93,341 nacimientos registrados por madres de 10 a 17 años. Es decir, más de noventa mil niñas fueron madres. Cabe aclarar que el embarazo no necesariamente es consecuencia del matrimonio forzado -porque desafortunadamente muchas veces viene del abuso esporádico sin que sea perpetrado por un novio o marido-, pero son dos caras de una misma moneda: ambas surgen de la idea que las NNA pueden -o incluso deben- ejercer roles familiares que por su edad y su etapa de desarrollo no les corresponden porque son demasiado jóvenes para asumir la responsabilidad de una familia y deberían estar en la escuela con todas las oportunidades que necesitan para aprender más y mejor.
Muchas de esas NNA quizá tenían el talento y el entusiasmo para ser doctoras o maestras, astronautas o científicas, pero un adulto y una sociedad que lo permitió no dejaron que llegaran ahí y, peor aún, no sólo se truncan las aspiraciones de 38 NNA ¡cada día!, que son forzadas a casarse, sino que su presente también queda limitado: sus posibilidades de desarrollar las habilidades cognitivas, socioemocionales y democráticas también quedan interrumpidas; las oportunidades para seguir aprendiendo también.
Hemos dicho que garantizar el derecho a aprender de las NNA es que estén, aprendan y participen en la escuela, pero no pueden estar si se les arrebata esa oportunidad cuando son forzadas a contraer matrimonio o para realizar labores de maternidad y crianza temprana. Y si no están, tampoco aprenden y muchas veces esto disminuye su posibilidad de tomar sus propias decisiones y de participar en la vida pública o de desarrollarse profesionalmente.
Todavía falta, pero falta menos. Esta iniciativa, aprobada por unanimidad para modificar el Código Penal, es un paso importante. Aún esperamos que se publique en el Diario Oficial de la Federación para que entre en vigor a la brevedad y falta también que la sociedad mexicana comprenda que es tarea de todas y de todos garantizar que NNA estén, aprendan y participen en la escuela, y que no es su responsabilidad asumir roles familiares y de crianza.