Mexicanos Primero

Más acción y menos felicitación

Nos encontramos frente a una de las crisis educativas más graves de la historia moderna, con una pérdida de aprendizaje sin precedentes luego de la pandemia.

El martes pasado fue Día Internacional de la Educación, conmemoración que llenó las redes sociales de publicaciones de autoridades y políticos, con frases elocuentes sobre la hermosa labor que realizan las maestras y maestros, lo importantes que son las niñas y los niños, y fotografías coloridas de pizarrones y estudiantes en sus pupitres, como si todo estuviera bien.

Efectivamente, la labor de las y los docentes es una de las más nobles, y sin duda, las niñas y los niños y su educación deberían de ser una prioridad; sin embargo, más allá de publicaciones y tuits celebrando y reconociendo, lo que necesitamos son acciones.

Nos encontramos frente a una de las crisis educativas más graves de la historia moderna, con una pérdida de aprendizaje sin precedentes luego de la pandemia, índices de abandono escolar preocupantes y evidencia sólida que nos enseña la afectación en la salud socioemocional de estudiantes y docentes. Y ante ello, ¿cuál ha sido la respuesta de las autoridades responsables? Destinar únicamente 9.4 por ciento del Presupuesto de Egresos de la federación a la educación básica, inversión insuficiente que se traduce en montos paupérrimos a conceptos de suma importancia, como lo es la formación de maestras y maestros, a quienes, por dar un ejemplo, les han asignado 85 pesos anuales por docente.

Además, intentaron implementar -quedando por ahora en pausa- en el momento menos oportuno, un nuevo marco curricular y un plan de estudios sin la formación y acompañamiento adecuado para quienes están frente a un grupo en el aula.

Por otro lado, han mostrado mucho mayor interés en ladrillos que en soluciones que urgen ante el rezago educativo, pues han duplicado el dinero destinado al programa estrella del Poder Ejecutivo en política pública educativa La Escuela Es Nuestra (LEEN), que centra su operación en la infraestructura y no en el aprendizaje, y que además no tiene una cobertura para todas las escuelas.

Hablando de presupuesto, han cortado de tajo recursos como los que se destinaban a los programas de educación indígena y de hijas e hijos de jornaleros agrícolas, pero en cambio ha aumentado en 31 por ciento lo que se destina a gastos administrativos.

Acabaron también en la práctica con la alternativa de contar con escuelas con jornada ampliada y alimentación al redactar reglas que más que de operación, resultan de inoperancia, pues asignan cantidades tan ridículas como 42 mil pesos anuales por escuela para pagar, por ejemplo, salarios a docentes por turnos extra. Con esto afectan a 3.6 millones de niñas y niños y sus familias que ya se encontraban en este esquema.

Seguimos sin cobertura completa de vacunas para las niñas y los niños, sin estancias infantiles, sin protocolos de bioseguridad para la prevención o respuesta a crisis en las escuelas, sin recursos para el programa de inglés, sin estrategias de recuperación de aprendizaje… pero, ¡ah, cuántas felicitaciones!, que por supuesto las merecen quienes sí hacen lo que les toca, como son las y los estudiantes, las maestras y maestros, los papás, mamás, abuelitas y tíos que acompañan y cuidan, pero ya no son suficientes. Esperamos que las conmemoraciones lleven a la reflexión sí, pero sobre todo a la acción de quienes han aceptado un cargo público cuya investidura les obliga a trabajar por mejorar la educación en nuestro país.

Jeny Farías es directora de proyectos en Mexicanos Primero.

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