Es una sensación que combina inseguridad, confusión y, en algunos extremos, ansiedad. Unos lo manifiestan con nerviosismo evidente, otros con titubeo silencioso y algunos más con una falsa actuación de seguridad, llena de dudas y cautela.
Cambiar de industria. Enfrentarte a una nueva tecnología. Llegar a un equipo que opera con ciertos estándares de exigencia. Toda la sensación de dominio que tienes en otras avenidas de la vida se desvanece para dar paso a una cruda realidad. Sin importar tu edad o antecedentes, en ese nuevo mundo, eres un principiante.
En su definición más simple, principiante es quien empieza a ejercer una nueva actividad, oficio o profesión. El extremo opuesto del experto que tiene aparejada una ineludible etapa de aprendizaje, de ganancia de confort y de manejo asertivo de cierto grado de complejidad o dificultad.
¿Cómo gestionarte cuando la vida no te deja otra opción que transitar la ruta de un principiante en una nueva esfera profesional? Aquí tres puntos para la reflexión:
1) No es lo mismo hacer las cosas desde ‘el tener’ que desde ‘el querer’.- Facilita serlo por elección. Ayuda enormemente cierta dosis de curiosidad y entusiasmo. Lo que no elimina lo anterior, es la necesidad de transitar la novatez con disposición al encuentro con lo desconocido, con la impericia culposa y, si me apuran, con la pena de la absorción lenta o la falla continua.
Tiene un agravante ser principiante por obligación. Se hace más pesado. Ello no quita, sin embargo, que la necesidad de aprender puede nutrir el pragmatismo básico para tomar las cosas con enfoque a la tarea y temple.
2) No es el cómo lo transito sino lo que te va a cambiar.- Hay quien vive la etapa de principiante como si fuese una contención de respiración bajo el agua. Sintiéndose orgulloso de lograr más resistencia, pero deseando cada segundo salir a tomar una bocanada de aire fresco.
Reflexionar que no va a cambiar es tan relevante como visualizar en qué te transformará la superación de esa etapa. ¿En qué te convertirá? ¿Qué te reforzará? ¿Qué perspectivas del mundo te abrirá? Sólo superándote en lo antes desconocido se descubren nuevas rutas, formas y latitudes.
3) Es la resistencia y la evasión lo que te hace sentir mal.- Nunca he visto quejarse a alguien por descubrirse en una mejor realidad. Jamás he conocido alguien que muera por aprender más. Ni tampoco he testificado a nadie que quiera regresar al pasado cuando lo nuevo lo tiene en un notorio mejor estado de las cosas.
Lo que es fácil observar es individuos resistiéndose a aprender. Evitando el cambio. Argumentando la razón presente sin darle posibilidad a una nueva opcionalidad futura. Y en esa realidad sufren más por detener que por permitirse ser principiantes.
Cualesquiera que sean las causas que te lleven a confrontar un nuevo ‘algo’, ayuda enormemente sentirse cómodo en la incomodidad. Cómodo por entender el para qué, aunque todavía no se digiera el proceso. Cómodo en observar nuevas formas y perspectivas, al tiempo en que estás incómodo con el pobre nivel de dominio inicial. Cómodo con el nuevo conocimiento, en paralelo a la incomodidad por los naturales huecos de entendimiento.
Ser principiante es, por definición, una condición temporal. Puedes abortar el proceso y autoeliminar esa denominación. O bien, puedes enfocar tus habilidades en superar etapas progresivas hasta que ganes un nivel básico de entendimiento que te permita decidir qué tan profundo necesitas o quieres ir para llegar a mejores niveles posibles.
El reto no es encontrarse superando momentos difíciles, sino descubrirse ausente de periodos que te fuercen a esos momentos nuevos. Bien dicen los que saben: todos somos principiantes en algo, unas veces por destino y mil veces por elección.