Es facilísimo clasificar como ridículo algo profundamente disruptivo en tu negocio. Y no sólo porque suene extravagante o absurdo, sino porque los costos de implementación pueden concluirse injustificados.
Innovar también puede ser concluido como peligroso. En el mejor de los casos se tienen claras las complejidades de la implementación, pero a la dirección le parecen altamente riesgosos los costos colaterales u ocultos y los efectos que puedan derivar en descarrilamientos perturbadores.
Con el paso del tiempo y, sobre todo cuando vemos a algún otro jugador del mercado haciéndolo, no sólo nos resulta obvia la solución o el cambio antes dudoso, sino que tendemos a preguntarnos porque no nos atrevimos a implementarlo nosotros antes.
¿Qué implica la innovación continua en las empresas que aspiran a mantenerse creciendo? Aquí tres puntos para la reflexión:
1) La adaptación tiende a la homologación.- Es un clásico afirmar en espacios de dirección que el reto no es adaptarse, sino hacerlo a la velocidad que se requiere. Suena bien pero no es la reflexión correcta.
Si el enfoque directivo es sólo a la adaptación --prima hermana de la mejora continua-- el negocio tenderá a homologarse con sus pares de industria. Es la evolución competitiva, a la velocidad que el mercado lo exija, lo que realmente se debe buscar.
2) Las tendencias de negocios están disponibles para todos.- No necesariamente son visibles para los directivos de tu ecosistema, pero las nuevas fuerzas competitivas que orientan a las organizaciones en cierta dirección están ahí para todo el que la quiera ver.
Hay una propensión a pensar que sólo los fuertes o grandes pueden subirse a las olas de innovación inteligente, cuando entidades astutas y flexibles pueden resultar más versátiles y tomadoras de riesgos que los más.
3) Las expectativas son impulsadas por los innovadores.- En su choque con el mercado, una idea innovadora presentada a una cierta comunidad, si no genera rechazo evidente y exclusión, lo que hace es mover la vara de la expectativa hacia adelante en determinada proporción.
En instantes, quienes conocen el nuevo estándar, la nueva ventaja o el nuevo beneficio lo demandan a toda la cadena productiva, no sólo al que tuvo la pericia de haberlo ideado o implementando primero.
Innovar debe ser un ejercicio cotidiano. No siempre se logra algo disruptivo (en sentido estricto del adjetivo). Las más de las veces son pequeñas innovaciones graduales, incrementales, distintivas que van moviendo la aguja del cambio productivo en la dirección que se busca para bien impresionar a clientes vigentes y futuros.
Muchos copian, otros sólo mejoran, pocos son los que realmente proponen e implementan acciones innovadoras que evolucionan mercados hacia nuevas formas de ser atendidos.
Bien decía un exjefe mío que innovar es “ponerle patitas a las ideas”. Y sí. Se innova en gerundio: intentando, probando, puliendo, modelando y más… hasta que algo funcional prueba que encontró una apreciación suficiente para que muchos clientes quieran pagar por ello.
Esta semana es ALUMEXICO 2025
Ahora en Cintermex, del 9 al 11 de septiembre el Instituto Mexicano del Aluminio realizará una edición más de Alumexico Summit & Expo. Es el esfuerzo más grande del país para reunir el ecosistema que comercializa y transforma ese metal: 3,000 m2 de exhibición con 60 expositores.
En tres días con contenido especializado, destaca el Panel de Comercio Exterior con Sergio Gómez de IQOM, Judith Garza de Ternium México y Eugenio Clariond de Grupo Cuprum. Y es que en la antesala de la revisión el TMEC y afectados por aranceles unilaterales en E.U., ese sector requiere diseñar un futuro que no rompa el tejido regional y abone a la competitividad de Norteamérica. ¡Ahí nos vemos!.