Tiene su encanto asistir a convenciones, congresos o reuniones corporativas de estancia extendida. Y más cuando son en destinos u hoteles nuevos para ti. Esa escapada de trabajo, que abre todo tipo de posibilidades, no es libre de algunas presiones circunstanciales.
Un buen evento empresarial afina la visión del contexto en el que despliegas tu quehacer profesional y permite alinear entendimientos temáticos relevantes con las prioridades del momento. Crea, además, una oportunidad para nutrir la relación práctica y la confianza con colegas y terceros de tu ecosistema, fuera de la interacción cotidiana.
Pero la presencia activa en cierto espacio implica la ausencia inevitable en otro. Lo que en un evento te permite sumar, en tu inbox, oficina o sistema de mensajería favorito se convierte en asuntos en espera o, en su peor expresión, en retrasos de temas importantes.
¿Qué hacer para maximizar lo mejor de un evento corporativo sin morir en el intento? Aquí tres consideraciones para la reflexión directiva:
1) Avanza y advierte en los asuntos más sensitivos.- El día previo a tu salida y durante la jornada de viaje, interactúa con los protagonistas de aquello relevante ‘que tienes en el plato’. Responde, delega, avanza o retrasa explícitamente cada tema, rematando con una nota de que en los siguientes ‘n’ días estarás en una convención con la atención dividida.
En todos los casos, copia a alguien de tu equipo indicando accionables para los supuestos más predecibles. Las más de las veces las cosas se mueven en la dirección que las definiste y, si la expectativa está bien administrada, no pasa nada en una ausencia temporal tutelada.
2) No pretendas estar en dos espacios a la vez.- Nada es más perjudicial que tener una atención dividida que, ni te permita estar plenamente extrayendo lo mejor del congreso, ni te permita estar a fondo en los temas relevantes en tu espacio de trabajo.
Indicándole bien a tus clientes y equipo de trabajo en qué momento del día podrás conectarte o devolver llamadas críticas, está 100 por ciento en donde decidiste estar y controla tu ansiedad de desempeño. La cotidianidad bien gestionada nunca es emergencia.
3) En momentos necesarios, aíslate del evento.- Ir a esos eventos implica sentir que ‘estás dobleteando’. Por un lado, tienes que obtener el mayor valor posible, tanto en información e ideas, como en relaciones nutridas y nuevos contactos.
Por el otro, estarás obligado a dedicar tiempo y concentración para accionar en lo más urgente o lo más necesario en tus distintos frentes de trabajo ordinario. Pero hay que hacerlo aislado y en privado. Nada más negativo que los anfitriones perciban que todo el tiempo te la pasaste conectado a tu mensajería, mail o teléfono.
Para quienes atendemos con frecuencia eventos corporativos o convenciones, es una pésima costumbre pretender estar en ‘modo atención dividida’ todo el tiempo. Querer estar aquí y allá normalmente eleva el riesgo de errores o desatinos y desaprovecha la maximización del valor extraíble de la experiencia a la que la vida laboral te llevó en otra latitud.
Y sí. Viajar por trabajo –manteniendo en good standing los quehaceres de oficina y casa– es una habilidad en sí misma a desarrollar. Requiere una estricta administración de la energía y una forma específica de coordinar a tu equipo para que, ni te interrumpan cada minuto, ni te guarden lo sensitivo con ausencia de criterio.
Se vuelve un don para el viajero de convención mantenerse con un ‘ojo al gato y otro al garabato’ pero se aprende. Y es que es un magnífico hábito ir a buenos congresos y convenciones a sacudir las ideas, a alimentar la mente y retar tu quehacer con nuevas formas para gestionar la siempre retadora realidad.