Gestión de Negocios

Consejo no pedido es agresión manifiesta

Solo ofreciendo una nueva apreciación de la realidad o sus efectos, el consejo caerá en terreno fértil para una posible adopción meditada.

Porque hacemos lo que hacemos, muchos conferencistas profesionales esperan consejos para su respectiva mejora. Retroalimentación, le llaman algunos. Áreas de oportunidad, le dicen unos más.

No es mala idea. La esencia del negocio de un buró de conferencistas coloca a sus vendedores y operadores en una posición que permite observar muchos estilos de exposición, entender bien las expectativas de las distintas audiencias e identificar qué gusta o disgusta en determinadas industrias o momentos de mercado.

En su definición más simple, un consejo es una opinión –fundamentada o sólo perceptual– que se decide expresar para orientar una actuación de una determinada manera. Y aunque ofrece determinados accionables para hacer o dejar de hacer –como todo parecer– lleva implícitos ciertos juicios de valor.

Al margen de la buena fe de las personas capacitadas, ¿por qué en mi empresa evitamos dar consejos no explícitamente pedidos? Aquí tres razones para la reflexión:

1) Sin sintonía óptima para su escucha nada impacta para bien.- Imaginemos un expositor de altas credenciales bajándose del escenario. La adrenalina la tiene a tope. Su natural deseo es escuchar que interesó o, mejor aún, que tuvo un altísimo impacto.

Solicitado por el receptor o sólo arrojado por el emisor, ese es el peor momento para compartir un buen consejo. Si no oye lo que aspira a escuchar se pondrá defensivo. Conviene informar que se tienen notas para compartir en algún otro espacio y recomendar que en ese instante sólo goce el momento.

2) Sin nuevas perspectivas no hay descubrimientos.- Sean de lo más elaborados o parezcan tecnología de lo obvio, los consejos deben ofrecerle al interlocutor una mirada complementaria a su propia visión de las cosas.

Y si asumimos que las personas hacen lo que hacen porque son como son, antes de sugerir nada se debe preguntar por qué el sujeto hizo o no hizo aquello que motivó el juicio base del consejo. Sólo ofreciendo una nueva apreciación de la realidad o sus efectos, el consejo caerá en terreno fértil para una posible adopción meditada.

3) Nunca debe usarse la palabra como eufemismo.- En su esencia, un consejo es de adopción voluntaria. El beneficiario tiene el derecho a adoptarlo en su totalidad, a usarlo parcialmente, a diferirlo y, por supuesto, a descartarlo en su totalidad.

No es una instrucción. Tampoco una lección obligada de seguir. Aunque goce de convencimiento pleno de su utilidad, quien lo ofrece no debe entenderlo como una exhortación. Menos como un regaño. El consejo nunca dejará de ser una recomendación, en el mejor de los casos. ilustrada y de buena fe.

El acto de compartir consejos puede resultar un deporte extremo. Y es que no ocurre en el vacío. Se produce en contextos específicos y en un tipo de relación profesional o personal determinada. Influye tanto lo que se dice o escribe, como cuándo, cómo y qué timing se comunica. Y todo consejo es filtrado y reflexionado entre emociones insospechadas: admiración, nerviosismo, envidia, coraje o agradecimiento, entre otras.

No obstante, un consejo atinadamente dado y mejor utilizado puede resultar el punto de inflexión en la vida de quien lo recibe y aprovecha. Vale la pena ofrecerlos como tiros de precisión haciendo caso de la literatura especializada en la materia: nunca darlos a menos de que se pidan o se solicite permiso explícito.

Pero para nutrir la prudencia y la cautela, ayuda más tener en mente lo que mi abuela la refranera decía siempre con claridad y enjundia: un consejo no pedido, jóvenes, es una agresión manifiesta.

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