Profesor en UNAM y en UP. Especialista en temas electorales.

Luego de las elecciones

El Tribunal Electoral tendrá que revisar la esencia de las reglas que fueron redactadas para garantizar equilibrio entre las fuerzas políticas.

Las elecciones del 2 de junio dejaron más visible que nunca la realidad que estuvo ahí desde 2018. Un escenario que no se quiso o no se pudo ver. El voto ciudadano, de nuevo, se expresó con una mayoría contundente en favor de la coalición gobernante, que convirtió a Claudia Sheinbaum en la primera mujer presidenta de la historia de México y concentró el poder en una sola opción política que podría tener mayoría calificada en la Cámara de Diputados y quedar muy cerca de esa mayoría en la Cámara de Senadores.

A reserva de que los resultados adquieran definitividad después de la etapa impugnativa, Morena y sus aliados dominan un escenario monocolor que ya suma el gobierno de 24 entidades federativas, luego de conservar los estados que tuvieron elección de gubernatura y ganarle Yucatán al PAN. Lo mismo ocurrió en congresos locales y ayuntamientos que se vistieron de guinda y que disminuyeron significativamente la presencia y el peso de la oposición.

De los datos publicados por las autoridades electorales destacan diversos aspectos: en algunos casos el electorado decidió voto cruzado, o bien, en lo referente a la candidatura de Xóchitl Gálvez, se observa que obtuvo menos votos que el universo de candidaturas que la alianza opositora presentó para las Cámaras de Diputados y Senadores. Es significativo el caso de Jalisco donde las y los votantes apoyaron la candidatura presidencial de Morena, pero le dieron el triunfo al candidato del MC a la gubernatura, aunque en esa entidad federativa el voto cruzado no es un hecho reciente, sino que es un fenómeno que se ha presentado en varias elecciones.

Bastaría revisar los resultados que se desprenden de los cómputos: Claudia Sheinbaum obtuvo alrededor de 700 mil votos más que Pablo Lemus y 800 mil más que la candidata local de Morena al gobierno, Claudia Delgadillo. Nada anómalo ni extraño, es una expresión de la reflexión ciudadana y de su decisión de apoyar candidaturas de partidos distintos en los cargos que fueron renovados. Una expresión típica del voto cruzado.

Vienen ahora las nuevas batallas que colocan a la oposición en una situación casi testimonial, dado que la integración de las cámaras, a partir de septiembre, le permitirá a Morena y a sus aliados incluso aprobar reformas constitucionales, pues conseguir tres o cuatro votos adicionales en el Senado o propiciar algunas ausencias a sesiones clave será relativamente fácil. Veamos antes cómo resuelven el INE y el Tribunal el tema de la sobrerrepresentación, considerando que la alianza gobernante podría tener, sumados los porcentajes de cada partido, entre 17 y 19 puntos, cuando la Constitución permite solo el 8 por ciento. Es un tema de interpretación, donde el Tribunal tendrá que revisar la esencia de las reglas que fueron redactadas para garantizar equilibrio entre las fuerzas políticas, respeto a la pluralidad y una representación congruente entre votos recibidos y curules obtenidas.

Mientras continúan las inverosímiles disputas de Morena en Jalisco, los inaceptables actos de violencia y las peligrosas amenazas sufridas por la consejera presidenta del OPLE, López Obrador sigue imponiendo la agenda e informando las modalidades en las que podría regresar a la vida pública, él es el principal ganador del 2 de junio y vaya tarea que le dejará a la Dra. Sheinbaum, con una agenda preestablecida en temas clave para el país y la necesidad de controlar a los grupos de sus propias mayorías.

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