Razones y Proporciones

Las tareas monetarias pendientes del Banxico

Con base en la política monetaria del Banco Central, desde hace tiempo, el público parece haber interpretado que la meta efectiva de inflación no es 3.0% sino abajo de 4.0%.

En el cumplimiento de su objetivo prioritario de procurar la estabilidad de precios, el Banco de México enfrenta considerables desafíos.

En primer lugar, sin desconocer la disminución registrada en meses recientes, la inflación aún se encuentra en niveles elevados. En la primera quincena de octubre de 2023, la variación anual del INPC se ubicó en 4.3 por ciento.

Gran parte de la reducción de la inflación ha obedecido a la abrupta caída de la variación del componente “no subyacente”, el cual, al agrupar los precios de los genéricos más volátiles y no influidos por la política monetaria, difícilmente representa una base firme de desinflación.

De hecho, en la quincena referida, la inflación “subyacente” anual que, en principio, marca la tendencia de la general, se ubicó en 5.5 por ciento, casi el doble del objetivo de 3.0 por ciento.

Si bien la menor inflación subyacente ha estado apoyada por el descenso de la variación anual de los precios de las mercancías y, en menor medida, de los servicios excluyendo vivienda y educación, estos dos últimos componentes no han revertido su tendencia ascendente iniciada a mediados de 2021.

En segundo lugar, diversos indicadores sugieren que existen presiones de demanda agregada, actuales y previstas, que pueden poner en peligro el avance hacia el control de la inflación.

Entre las primeras, las más notables se han manifestado en el mercado laboral. Durante 2023, la tasa de desocupación ha sido inferior a 3.0 por ciento y ha descendido a mínimos históricos. Además, el aumento de los salarios nominales no se ha atemperado con la atenuación de la inflación.

Por ejemplo, el crecimiento anual del salario diario de los afiliados al IMSS ha sido de dos dígitos desde mediados de 2022, y el del salario contractual ha superado 8.0 por ciento la mayor parte de 2023. Aunque constituyen una excelente noticia para los trabajadores, los significativos incrementos salariales podrían estar reflejando, en parte, el arraigo de expectativas inflacionarias muy por encima del objetivo del Banxico.

Entre las presiones previstas, sobresale la postura fiscal expansiva para el próximo año. El gobierno federal estima que el déficit total del sector público (RFSP) ascenderá a 5.4 por ciento del PIB, el más amplio desde 1988. La laxitud fiscal de 2024 y la dificultad de realizar un ajuste en los años posteriores, considerando la alta proporción de transferencias sociales en el aumento de las erogaciones, van en contra de los esfuerzos monetarios para lograr la estabilidad de precios.

En tercer lugar, las expectativas de inflación de largo plazo, según diferentes fuentes, han aumentado y continúan por arriba del objetivo. Por ejemplo, la encuesta mensual de especialistas en economía conducida por el Banxico revela, como medianas, expectativas a diferentes plazos superiores a las previas a la pandemia.

Además, en su informe trimestral más reciente, este Banco Central publicó sus estimaciones de expectativas de inflación para horizontes largos, extraídas de instrumentos de mercado, que no han descendido, incluyendo 4.3 por ciento, en promedio, para los siguientes cinco años.

La falta de anclaje de las expectativas de inflación en el objetivo constituye una debilidad para la política monetaria. La prolongada discrepancia, que recientemente se ha ampliado, podría revelar la deficiencia en la comunicación del Banxico respecto a la diferencia entre el objetivo de inflación y el intervalo de variabilidad en torno a éste. Con base en la política monetaria del Banco Central, desde hace tiempo, el público parece haber interpretado que la meta efectiva de inflación no es 3.0 sino abajo de 4.0 por ciento.

Tal confusión podría estarse confirmando con algunos mensajes de la Junta de Gobierno del Banxico. Por ejemplo, según la minuta de la reunión monetaria de septiembre de 2023, un miembro propuso, como una de las condiciones para reducir la tasa de referencia, que “las expectativas de las inflaciones general y subyacente para 2024 se consoliden dentro del intervalo de variabilidad”.

Tampoco han ayudado los reiterados errores de pronóstico de la inflación por parte del Banco Central. En particular, del inicio del actual ciclo restrictivo en junio de 2021 a la decisión monetaria de septiembre pasado, la convergencia prevista de la inflación al objetivo pasó de 2022 a 2025.

Finalmente, la reciente historia inflacionaria se erige como desventaja. En contraste con la evolución de la inflación anual durante 2015-2016, cuando en promedio se ubicó en 2.8 por ciento, desde 2017, ésta ha sido considerablemente más alta, con una media de 5.3 por ciento.

Convendría que el Banxico mejorara su comunicación y mostrara, con sus decisiones, que su verdadero compromiso es con el objetivo de inflación de 3.0 por ciento.

El autor es exsubgobernador del Banco de México y autor de Economía Mexicana para Desencantados (FCE 2006).

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