Costo de oportunidad

¡Árbitro!

López Obrador se prepara para mostrar una posición ‘firme’, cardenista, el próximo 16 de septiembre, en donde podemos esperar que radicalice su postura frente a EU y Canadá.

“No se puede expulsar a México del TMEC”, me han dicho muchos amigos inteligentes y estudiosos de los asuntos internacionales. Sin embargo, mi amiga abogada Miriam Grunstein dio al clavo: “Nos pueden poner aranceles de castigo por nuestras acciones en materia energética, con lo cual automáticamente nos suspenden los beneficios del tratado”. Los mexicanos somos un grupo extraño. Hace un año, los críticos de la política energética del gobierno actual nos preguntábamos por qué Estados Unidos no había actuado ya de manera enérgica en materia energética. Significaba, solamente, que estaban agotando las vías de la diplomacia. Los paneles arbitrales son cosa seria, de la cual surgirán castigos en aranceles para diversas industrias mexicanas, muy seguramente aquellas donde no hay capital canadiense o estadounidense.

Poco se habla del otro panel arbitral, en el cual México emplaza a Estados Unidos a cambiar sus políticas respecto a los autos eléctricos y el contenido nacional que requieren. En ese panel, que ya está instalado, tenemos todas las de ganar. “Nos asiste la razón”, dijo la senadora Xóchitl Galvez en una entrevista con Carlos Alazraki a través del canal de Atypical TeVe en YouTube.

Es un absurdo pensar que México se sale del Tratado, o que perdemos de manera permanente los beneficios del mismo. Si corregimos el rumbo, regresaremos a la normalidad comercial en la cual, bajo algunos cálculos, comerciamos hasta un millón de dólares por minuto con los vecinos del norte.

El TMEC incluyó algunas mejoras respecto al TLCAN. Una de ellas fueron los paneles arbitrales. Bajo el TLCAN, fue imposible resolver, por ejemplo, la controversia respecto a los camiones mexicanos circulando en los Estados Unidos. Las disputas entre inversionistas y estados, cuando estos últimos favorecen a empresas de propiedad estatal, tienen un cuidado especial bajo el nuevo TMEC. Todas estas mejoras son un filo de doble hoja, que corta para ambos lados. Es parte del establecimiento de instituciones supranacionales para el bien común de los países.

Nuestro mandatario, a quien los detalles aburren, no deja de decir que la propiedad de los hidrocarburos es de la nación, y que así aseguró la redacción en el texto final del acuerdo su negociador Jesús Seade. Sin embargo, el presidente de la República no es ningún lerdo. Lo que él quiere es un conflicto frente a una amenaza externa que le ayude a consolidar su narrativa de un México bajo ataque contra extranjeros que suponen que somos “tierra de conquista”. Él espera que esa narrativa le gane la elección de 2024.

Mientras tanto, el recibo de la electricidad no deja de subir de precio en hogares y empresas. La cuenta del gas LP igual. Las empresas de gas natural parecen atemorizadas de ofrecer sus servicios. En días recientes, cerraron una gasolinera en mi ciudad, Puebla, propiedad de la cadena Costco, cuyo pecado era dar precios bajos a los consumidores. Nadie sabe decir qué autoridad clausuró: si fue la CRE, ASEA, el sistema de aguas estatal o Profeco. A mi amiga Ana Lilia Moreno, de México Evalúa, tuvieron que cambiarle el convertidor catalítico del coche que se destruyó por mala calidad de la gasolina, problema común ahora. Audi, la planta instalada en medio de la nada en San José Chiapa, Puebla, no puede poner paneles (no arbitrales, sino solares) en sus techos porque necesita un estudio de impacto ambiental. Y el presidente de la República se prepara para mostrar una posición ‘firme’, cardenista, el próximo 16 de septiembre, en donde podemos esperar que se radicalice, buscando la unidad nacional en contra de Masiosare, ese extraño enemigo que osa romper los monopolios del Estado mexicano y el corporativismo que orbita en nuestro sector energía.

Ya lo hemos escrito otras veces: México le debe más a la manufactura y a los servicios que al sector energía. En la manufactura, necesitamos insumos como electricidad y energías de bajo costo, para no sacrificar el pago de otros factores, como el trabajo. Por cada peso que pagamos de más en kilowatts, es un peso menos que tenemos para llevar a la nómina de los trabajadores manufactureros.

Qué se requiere. ¿Debemos los trabajadores de la manufactura y los servicios ofrecerle nuestro voto a López Obrador, a través de sindicatos? ¿Debemos ofrecerle al presidente y sus partidarios rentas para que nos dejen trabajar en paz? O solamente no debemos de caer en sus engaños, y votar por alguien diferente en 2024. Sin tan solo hubiera por quién...

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