Costo de oportunidad

Automóviles: ponernos la pila

Si queremos atraer a la industria manufacturera del futuro, la que producirá esas computadoras con ruedas que en el s. XX llamábamos coches, tendremos que ponernos las pilas.

Hace unos días, varios servicios de noticias informaron que Ford Motor Company anunció un plan de inversiones por 11 mil 400 millones de dólares en vehículos eléctricos. Consta de una planta que ocupa una superficie de casi 10 kilómetros cuadrados en Tennessee. También contiene algunas plantas para la producción de baterías para ese tipo de autos en Kentucky. Todo ello, lo hace en asociación con una empresa sudcoreana, especialista en baterías. El plan de inversión implicará 11 mil empleos norteamericanos, pero no en México.

Esta columna y su autor son un par de envidiosos. ¿Qué tienen los habitantes de Tennessee, Kentucky o Corea del Sur que no tengamos los mexicanos, para que esas inversiones no se vengan a México?

Fuera del coraje, hay varias razones por las cuales esas inversiones no son para México. Las deducciones que las empresas pueden hacer en investigación y desarrollo en México, para efectos del impuesto sobre la renta, están topadas a 50 millones de pesos. Más allá de eso, somos un país que persigue científicos, y que insiste en que la economía todavía requerirá combustibles fósiles en los próximos años. Hacemos una refinería de petróleo en Tabasco y compramos otra en Houston, apostando que en los próximos 70 años el futuro seguirá siendo fósil. Ford está apostando a que en 2025 empezará a producir camionetas tipo pick-up eléctricas en su planta de Tennessee, llamada Blue Oval City, y que para 2030 ya no producirá autos de combustión.

Si queremos atraer a la industria manufacturera del futuro, la que producirá esas computadoras con ruedas que en el s. XX llamábamos coches, tendremos que ponernos las pilas. Eso no implica que el Poder Legislativo se ponga a hacer reglas para la minería de litio que se parecen a las que tenemos para el petróleo, y que no lograron desarrollarnos. La nueva industria automotriz no puede verse como una industria extractiva; debe pensarse como una aventura de tecnología de punta. El secreto de las baterías de los coches de la marca Tesla de Elon Musk no es que hayan conseguido un abastecimiento constante de litio. Incorporan nanotecnología, que les permite retener cargas eléctricas por más tiempo, en mayor cantidad, con menos disipación de energía en calor.

La industria automotriz del futuro no podrá florecer en un país donde se persigue a los científicos por supuestos delitos de corrupción. La industria automotriz del futuro depende de que haya un mercado interno dinámico por ese tipo de bienes. Eso implica que haya consumidores con suficiente ingreso para comprarlos, y que haya capacidad energética para poder conectarlos a la red eléctrica de manera ágil, y cargarlos con energías limpias y baratas. No tendremos científicos, ni consumidores solventes, si el Estado persigue a ambos. No habrá energía limpia, ni una red eléctrica eficiente, si seguimos pensando que el mundo del futuro inmediato será parecido al de 1970.

Habrá disrupciones en los modelos de negocio. En una de esas, para no esperar que mi batería cargue, habrá negocios que me cambiarán mi batería por otra, para que pueda ir a Querétaro y regresar, y no tenga que someterme a tiempos largos de espera. Esos vehículos también implicarán una revolución en ciencia de materiales, para que sean más ligeros y seguros. Nuestras ciudades también tendrán que adaptarse a vehículos que van a requerir menos intervención humana para conducirse, lo cual ahorrará recursos, espacio, tiempo y dinero.

Hace unos meses, un artículo en el Financial Times decía que las empresas asiáticas de componentes electrónicos quieren desafiar el poder de los fabricantes actuales de autos, como Ford. Un vehículo eléctrico requiere menos partes móviles, y menos complicaciones electromecánicas que un vehículo de combustión interna. Hay dos docenas de tecnologías que las grandes armadoras automotrices de hoy no dominan. Necesitarán socios, como el de Ford, SK Innovations, que se dedica a la fabricación de baterías. Esos socios quieren comerles el mandado.

Nuestra discusión sobre el futuro de México en términos de transformación industrial se estancó. Estamos tratando de protegernos del autoritarismo público, de la pandemia, del cambio tecnológico y la crisis económica, con herramientas autogestionadas y precarias. Vale la pena una discusión nacional: ¿Qué tendría que pasar para que México atrajera inversiones como la que anunció Ford esta semana? Si no podemos atraerlas, nuestra manufactura de alta tecnología está condenada a desaparecer, eventualmente.

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