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Andrés, Kamala y el golpe blando

México tiene un pasado común con Estados Unidos, con pérdida de territorio, invasiones y guerras. La cooperación reciente no quita la desconfianza histórica.

Manuel J. Molano

El autor de esta columna confiesa que no puede oír la mañanera. El estómago le da solamente para leer sobre ella, y en algún caso, ir a la versión estenográfica, que es una fuente inagotable de datos (frecuentemente falsos) para investigadores independientes, académicos, ONG, partidarios y opositores del gobierno, y claro, para el periodismo. De esas frecuentes joyas, han salido ecos, convertidos en piezas periodísticas (es un decir), gritando que Estados Unidos a través de USAID orquesta un “golpe de Estado blando” (sic) en México, porque otorga recursos a “opositores políticos” (sic), sobre todo, organizaciones privadas anticorrupción.

Claro, hay otros datos. Esta columna busca informar a sus tres lectores sobre los datos de asistencia de EU en México, a partir de la base de datos FAS que la USAID tiene en internet. Ahí están los apoyos de la agencia, y también se suma lo que otras agencias del gobierno de Estados Unidos destinan a México.

2019 es el año más reciente que reportan completo. En ese año, el total de desembolsos hacia México fue de 454 millones de dólares (ver código en R y base de datos en Github; https://cutt.ly/hnRuUAu). 47.2 por ciento de esos recursos se destinaron al rubro “Desarrollo legal y judicial”, 42.9 por ciento a “Reforma y manejo del sistema de seguridad”, 1.7 por ciento al renglón “Participación democrática y sociedad civil”, otro 1.7 por ciento a “Descentralización y apoyo a gobiernos subnacionales”, 1.4 por ciento a “Derechos humanos”, 1.2 por ciento a instituciones y organizaciones anticorrupción, y 1.1 por ciento a la lucha antinarcóticos. Hay otros 30 rubros que tienen 2.1 por ciento del presupuesto, y hay gastos de operación por 1.2 por ciento.

Todos los apoyos de USAID, y de otras agencias de EU, requieren de una agencia participante que sea parte de algún gobierno en México. El 88.5 por ciento del apoyo estadounidense se mueve a través del canal gubernamental. Hay empresas de consultoría sobre el desarrollo, y expertas en distintos temas, que administran programas y proyectos por 41.3 mdd, 9.1 por ciento. Estas últimas son firmas de Estados Unidos. Todas las ONG, estadounidenses, multipaís y locales, reciben 7.5 mdd, 1.7 por ciento del presupuesto. Organismos multilaterales, universidades e instituciones de investigación, iglesias y redes reciben 0.7 por ciento restante. Las organizaciones anticorrupción reciben 5.6 mdd.


Por subcanales de distribución, las ONG mexicanas recibieron 3.2 mdd en 2019. Si USAID estuviera financiando un golpe de Estado a través de ONG, y ese fuera un interés geopolítico real, le daría más de 0.7 por ciento del presupuesto del país, más de 8 cienmilésimas de su presupuesto mundial; pero igual y los golpes de Estado blandos salen más baratos que los duros. Vaya usted a saber; no hay un mercado para ese tipo de servicios.

56 por ciento del apoyo estadounidense es para el desarrollo económico y 44 por ciento es militar. No hay militares en México afuera del gobierno. Al menos 44 por ciento del apoyo es para una función sustantiva del Estado, en la que participan nuestros mandos castrenses. Otra vez: el dinero de asistencia de los estadounidenses está condicionado a la participación de agencias gubernamentales mexicanas, tanto en el diseño como en la ejecución de las políticas públicas.

La base de datos FAS registra asistencia de EU a México desde 1946. Si es un golpe de Estado, es un fracaso, porque lleva ejecutándose al menos 75 años. FAS contiene una columna con el monto del apoyo en dólares constantes, quitando el efecto de la inflación. En 1948 la ayuda fue equivalente a casi la mitad de todo lo que recibimos en 2019. En ese 1948, fue para combatir la fiebre aftosa. En algunos años, como 2010 y 2011, el apoyo fue mayor a mil mdd.

México tiene un pasado común con Estados Unidos, con pérdida de territorio, invasiones y guerras. La cooperación reciente no quita la desconfianza histórica. Aún así, su columnista no tendría cara para recibir a la vicepresidenta Harris, ni para pedirle donaciones de vacunas, después de decir, sin evidencia, incluso a través de una carta de la cancillería, que Estados Unidos está financiando opositores políticos del gobierno mexicano y operando un golpe de estado blando.

Pero qué sabe uno sobre la vergüenza. No se puede avergonzar a los desvergonzados, pero tampoco a los que pueden estar orgullosos de su trabajo. Afortunadamente, los integrantes de las ONG calumniadas no estuvieron en boletas electorales ni están en dirigencias de partido.

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