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Nikola y Lázaro

La ciencia ha determinado ya que el futuro es eléctrico. Sin embargo, la electricidad no es fácilmente almacenable.

Manuel J. Molano

Las luchas entre individuos, gobiernos y naciones invariablemente resultan de malentendidos. La incapacidad de entender el punto de vista de otro es lo que causa los malentendidos. Esto, otra vez, es debido a la ignorancia. Para detener esta pugna eterna, lo mejor es reducir la ignorancia de todos mediante una difusión sistemática del conocimiento; favorecer el diálogo y el intercambio de ideas.- Nikola Tesla

La ciencia ha determinado ya que el futuro es eléctrico. Sin embargo, la electricidad no es fácilmente almacenable. La densidad energética de un barril de petróleo es incomparable. La ventaja de los hidrocarburos sobre la electricidad es el almacenamiento. Aún es así, pero el almacenamiento eléctrico está progresando. No solamente se puede almacenar energía en una pila. La energía puede almacenarse de muchas maneras, en tanques elevados de agua, en aire comprimido. Nikola Tesla pensaba que la energía podría almacenarse en la atmósfera, y que sería posible acceder a ella en el tiempo y lugar que resultara más conveniente.

En el s. XX vivimos bajo la hegemonía del petróleo, porque la mayor parte de las fuentes del hidrocarburo tenían bajos costos de extracción y porque no habíamos desarrollado maneras competitivas de almacenar energía. Hoy que los costos de extracción son altos porque se ha ido agotando el petróleo fácil, la carrera tecnológica por tener energía fácilmente almacenable y transportable está en desarrollo.

También, hacia el final de su vida, Tesla dijo haber encontrado una fuente inagotable de energía, pero en sus notas no se encontraron indicios de cuál podría ser. Seguramente era el sol, o el viento, la gravedad, o una combinación de estas tecnologías. Tesla soñaba con transmitir electricidad sin cables, a través de la atmósfera, y que fuera un recurso abundante y barato para todos, la base del progreso material de la humanidad. Seguramente el general y presidente Lázaro Cárdenas pensó en algo parecido. Uno usó la ciencia, y el otro la fuerza del Estado, para lograr sus fines. Los resultados son muy distintos.


Durante los años 2012-13, México aprobó una legislación para reducir la influencia del Estado en los sectores de energía y electricidad. El sector público había sido dominante en ellos desde la expropiación petrolera de 1938. En 2012-13 se construyeron instancias, incentivos y mecanismos de mercado para que las energías renovables compitieran con los hidrocarburos. El Estado concentró esfuerzos y recursos en áreas como la educación, la salud, la seguridad pública y la infraestructura, y no en fondear una industria energética con necesidades de capital crecientes y ganancias inciertas.

Se hizo todo por llevar inversiones privadas a las energías renovables. Se pensaba correctamente que el petróleo que quedara en México tendría que exportarse, por ser un crudo pesado, difícil de procesar y contaminante. Mientras tanto, los detractores de esa política se encargaron de desprestigiarla. Hoy, desde el poder, usan los mismos argumentos ideológicos, no científicos, para desmantelarla, sin darle tiempo para madurar.

Hay versiones revisionistas de la historia de 1938: que al presidente Cárdenas lo obligaron los estadounidenses a expropiar para que el petróleo mexicano no acabara en manos alemanas; que en realidad la expropiación no fue para hacerse del recurso, sino para hacer cumplir un laudo laboral en contra de la industria. Pero existe solamente una versión oficial: El general Cárdenas expropió el petróleo para beneficio de los mexicanos. Sí, los mexicanos pasamos buena parte del s. XX sin pagar impuestos suficientes para pagar el gasto público. También, gracias a los recursos petroleros, las cuestiones de Estado acabaron en manos de una élite. Esa élite es la misma que sigue en el poder.

Hoy en día, los mexicanos estamos en una encrucijada. Los políticos nos ofrecen subsidios a la energía en un esquema tecnológico que va de salida, porque ahí hay dinero que les permite ciertas licencias en el poder. Por otra parte, la ciencia nos ofrece un futuro cercano que se parece mucho a lo que imaginó Tesla: energía barata y abundante.

Hoy necesitamos más ciencia y menos autoritarismo. Necesitamos producir más y mejor energía, más limpia, no un monopolio que restrinja la producción, limite la eficiencia, las opciones tecnológicas y las posibilidades de crecimiento. Más Nikola Tesla y menos presidente Cárdenas.

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