Fuera de la Caja

La cabeza del Tucán

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Cuando Arturo Escobar fue nombrado subsecretario de Prevención del Delito, en la secretaría de Gobernación, una cantidad importante de organizaciones se inconformaron. Mes y medio después, Escobar deja el cargo, en principio de forma temporal, porque hay una investigación en curso en su contra, por la entrega de tarjetas a cambio de apoyo político.

El partido de Escobar, el Verde Ecologista de México, es uno más de los engendros del proceso político que hemos sufrido desde inicios de los años noventa. Alrededor de la elección de 1988, ésa de la que nunca supimos los resultados, desaparecieron los partidos satélite del PRI del siglo XX (PARM, PPS, PST), e iniciaron otros satélites un poco más elaborados: PT y PVEM, de origen salinista ambos. El Partido del Trabajo, patrocinado por Raúl Salinas de Gortari, agrupaba a las organizaciones peticionarias de vivienda de los años setenta de Nuevo León, Chihuahua y Durango, bajo el control del líder de Tierra y Libertad, Alberto Anaya. El partido Verde fue una creación de Manuel Camacho y Marcelo Ebrard, y fue dirigido inicialmente por Jorge González Torres, de la célebre familia que hace décadas inició con Farmacias el Fénix y cuyo miembro más conocido hoy es Víctor González Torres, el Dr. Simi.

Según la historia que yo conozco, en los momentos más complicados de Camacho, el partido le fue arrebatado por la familia
González Torres, y poco después el Niño Verde, Jorge Emilio
González Martínez, se convirtió en el líder. Jorge Emilio no sólo hereda esta línea política de la familia, sino que es nieto de Emilio Martínez Manatou, el secretario de la Presidencia de tiempos de Díaz Ordaz que fue el competidor más cercano de Luis Echeverría por la candidatura del PRI en 1970, y que después de pasarse ese sexenio en la banca, regresó como secretario de salud en los tiempos de López Portillo y gobernador de Tamaulipas hasta 1987.

El Partido Verde, pues, parece haber tenido un origen palaciego para luego convertirse en un negocio privado. El Niño Verde es más un junior que un líder político, y eso fue lo que permitió el ascenso de Escobar, sin lugar a dudas el personaje más articulado en ese partido por un buen tiempo, y el más conocido, al menos hasta la aparición de Ninfa Salinas (hermana de Ricardo Salinas Pliego) y de Pablo Escudero (yerno de Manlio Fabio Beltrones).

Tal vez por ser el personaje más notorio de su partido, Escobar se convirtió en pararrayos del negocio. Hoy se le acusa del uso de tarjetas para compra de votos, pero sin duda es mucho más preocupante su detención, hace ya seis años, en un aeropuerto chiapaneco cargando 1.1 millones de pesos en efectivo. A la luz del medio millón de votos del PVEM en Chiapas en la elección de este año, el viaje aquel, y las tarjetas de ahora, me parece que adquieren relevancia. Si no fuese el PVEM un aliado estratégico del PRI, y no existiese una relación personal de Manlio, creo que sería muy difícil que ese partido no siguiera el camino del otro salinista, el PT: la cancelación de registro.
Tal vez acabe siendo Escobar no sólo pararrayos, sino chivo expiatorio. En beneficio del sistema político mexicano, sería preferible, como decía, la desaparición de ese partido (incluyendo a su impresentable gobernador chiapaneco). No creo que eso ocurra. Tampoco creo que regrese Escobar a Gobernación. Falta saber si estamos frente a una falla de cálculo o frente a una carambola de tres bandas, o incluso de fantasía. Si llego a saberlo, se lo platico aquí.

El autor es profesor de la Escuela de Gobierno, Tec de Monterrey

Twitter: @macariomx

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