Fuera de la Caja

A desaprender

El rumbo que tomen las elecciones en Estado Unidos afectará directamente a occidente e indirectamente al resto del mundo.

No hay plazo que no se cumpla, dice el refrán. Hoy se llevan a cabo las elecciones en Estados Unidos, y el resultado será muy importante para el mundo entero. Ese país sigue siendo el más grande en muchas dimensiones: económica, tecnológica, militar, de influencia blanda, de producción de capital humano. El rumbo que tomen afectará directamente a occidente, e indirectamente al resto del mundo.

Como usted sabe, la elección presidencial en Estados Unidos se realiza mediante voto indirecto. En cada estado, el candidato triunfador recibe los votos electorales que equivalen al número de senadores y representantes que ahí se tienen. Así, estados muy poblados tienen decenas de votos, y otros con poca población tienen apenas tres, que es el menor número posible. Los votos electorales suman 538, de forma que con 270, la mitad más uno, se gana la presidencia. Esta forma de elegir, que viene de la manera en que se construyó el federalismo estadounidense, puede llevar a resultados en donde el voto popular favorece a un candidato, pero los votos electorales al otro. Le pasó a Gore frente a Bush, y más recientemente a Hillary contra Trump.

Otra particularidad de la elección presidencial es que el voto puede emitirse anticipadamente. En algunos estados se ha votado desde hace semanas, pero hoy termina. También pueden enviarse votos por correo, y basta con que el sello postal sea de hoy para que el voto cuente. Pero puede llegar unos días después, de forma que es seguro que hoy mismo no se tendrán contados todos los votos.

Las encuestas apuntan a que Biden tiene entre 6 y 10 puntos de ventaja sobre Trump en el voto popular, pero la suma de votos electorales sigue nebulosa. Hay estados competidos, en donde el margen para uno o el otro es menor a dos puntos, por lo que una encuesta no puede identificar al ganador. Es el caso de Pennsylvania, Arizona, Florida, Ohio y tal vez Texas. Es en esos estados en donde se concentrará la atención, y si algunos de ellos pueden decidirse hoy, entonces mañana tendremos a un ganador claro. Pero eso está por verse.

A inicios de este año, Trump parecía seguro en su reelección. Dos eventos lo descarrilaron. Por un lado, la pandemia, que no supo enfrentar (como tampoco lo hicieron otros líderes similares a él). Por otro, la explosión Black Lives Matter (BLM), como resultado del asesinato de George Floyd en Minnessotta, a manos de la policía. La pandemia desnudó la incapacidad administrativa y de liderazgo de Trump, mientras BLM mostró su desprecio por los demás. No es buena idea tener a un incapaz y miserable en la presidencia, ¿verdad?

Aún así, hay un 40 por ciento de estadounidenses que respaldan a Trump. Como ya lo hemos comentado mucho, es reflejo del miedo que tienen. En su mayoría, son hombres blancos, viejos, sin estudios ni dinero, que viven en el campo o en ciudades pequeñas. Como todos los seres humanos, temen a lo desconocido, a lo extraño. En términos antiguos, le temen a la civilización y prefieren la barbarie. Ese temor es aprovechado por grupos que promueven el racismo y la exclusión. Entre ellos, no se debe menospreciar a iglesias evangélicas.

Fue esta base la que llevó a Trump a la Casa Blanca hace cuatro años. Tal vez no logren mantenerlo ahí, pero se trata de una gran proporción de la población estadounidense. Si gana Biden, el trabajo más importante que tendrá es unificar al país. Evitar la humillación de los radicales trumpistas, mientras controla a los propios e impide su triunfalismo.

Esta década seguirá siendo incierta, sorprendente, transformadora. Desaprenda usted.

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