Fuera de la Caja

Nueva dinámica

Hay una discusión ociosa acerca de si los 15 millones de votos que obtuvo López Obrador en la consulta son su piso o su techo. Son lo que son: lo único que pudieron obtener.

El lunes no pudimos comentar acerca de los resultados de la consulta para la revocación, de manera que hoy lo hacemos. La participación fue de 17.78 por ciento, con 16.5 millones de votos. De ellos, 15.2 millones votaron por que se quedara el Presidente, un millón por que se fuera, y casi 300 mil anularon su voto. Podemos decir que fueron a votar los que querían que se quedara, a pesar de que este instrumento se propuso, aprobó e impulsó como una forma de remover a un presidente indeseado. En pocas palabras, una farsa.

He visto una discusión ociosa acerca de si esos 15 millones que obtuvo López Obrador son su piso o su techo. Son lo que son: lo único que pudieron obtener. La coalición del Presidente hizo todo lo que estuvo en sus manos para llevar a la gente a votar: amenazar, comprar, acarrear, violar todo tipo de leyes, y lo que consiguieron fueron 15 millones de votos, la mitad de lo que obtuvo el mismo personaje cuando ganó la Presidencia.

Para no asumir su fracaso, inventan de todo. Una cuenta curiosa dice que como sólo se instaló un tercio de las casillas, hay que multiplicar los votos por tres. Otra perspectiva, es decir, que 90 por ciento de la población quiere a López. En ambas, se imaginan que tienen como 50 millones de votos. Pueden imaginar lo que gusten, y pueden decir cualquier cosa. Ya no hay a quién convencer.

Todos sabemos qué se buscaba y qué se obtuvo. Lo saben los políticos, que empiezan a moverse en direcciones diferentes; lo saben los empresarios, los gobiernos extranjeros, los inversionistas; lo saben millones de mexicanos, que fueron a votar para que no les quitaran su programa social. Es posible que los medios, en su alianza con el Presidente, también busquen confundir a su audiencia, pero no hay mucho que puedan lograr.

Más interesante aún, lo sabe el mismo Presidente y su coalición. Ya saben que lo que lograron tiene una distribución similar a 2006, pero con una caída más que proporcional en Baja Sur, Michoacán, Nayarit, Guerrero, Zacatecas y la Ciudad de México, que entonces también gobernaban, pero donde obtuvieron un mejor desempeño hace 15 años. En términos del padrón electoral, en el ejercicio del domingo alcanzaron un nivel equivalente a 60 por ciento del logrado en 2006, cuando perdieron por poco la Presidencia. Ya estarán haciendo cuentas para 2024, y maletas.

Puesto que la gran mayoría del voto adicional que obtuvieron en 2018 provino del PRI, es claro que regresará allá. No sé cuánto, ni qué tan rápido, pero ésa es la dirección. Cerca de 60 por ciento de los votantes decide entre estos dos partidos, y marginalmente entre PRD y PT; el resto se mueve entre PAN, MC y PVEM. Si la elección de 2024 ocurre en la lógica de las reformas constitucionales que quiere impulsar el gobierno, la derrota de Morena-PT-PVEM está asegurada.

De hecho, las reformas están muertas. La eléctrica debió detenerse este martes, pero la pospusieron para el domingo, a ver si pueden madrugar a la oposición e impedirle el acceso a la cámara. La electoral no tiene futuro alguno, y la de la Guardia Nacional, por el contexto, tampoco.

Insisto en que los incentivos para mantenerse en la coalición presidencial se diluyen. Esto no implica necesariamente que surja de la nada un polo opositor cohesionado y coherente, pero la dinámica va en esa dirección. Ambas coaliciones tienen un trabajo inicial: contar con un candidato o candidata que garantice la cohesión. Lo demás se resuelve después.

La próxima semana empieza una etapa diferente, tratemos de entenderlo así.

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