Fuera de la Caja

El fin

Lo que queda de López Obrador es el revoltoso colérico, sin recursos públicos, reducido a su apoyo tradicional, acompañado de corruptos e inútiles.

Macario Schettino

Fuera de la Caja

Debo entregar esta colaboración antes de que existan datos oficiales de participación en la consulta, de manera que no me es posible hablar de resultados concretos. Hasta el momento en que escribo, parece muy claro que no se logró que 40 por ciento de los electores asistiera, y por lo tanto el resultado no es vinculante. Tampoco parece que López Obrador haya podido refrendar el apoyo que obtuvo en 2018. Más allá de ello, usted sabrá más cuando lea estas líneas, y cuando lo comentemos, en unos días.

Me parece que la consulta confirma la falta de visión estratégica de López Obrador, así como su insistencia en prácticas antidemocráticas. Lo primero debería ser ya evidente. Cuando ganó en 2018, fue el primer candidato en superar el 50 por ciento de votos en una elección democrática en México, tenía una legitimidad a toda prueba. Su coalición, a pesar de haber obtenido sólo 44 por ciento de la votación, obtuvo 62 por ciento de las curules, porque aprovecharon defectos legales (a un extremo antes no visto). Poco después, cuando se le sumó el PVEM, tenía ya dos tercios de la Cámara de Diputados, más de 20 legislaturas locales y una fuerza con la que podía modificar la Constitución.

No lo hizo. Había pensado que en la elección intermedia se fortalecería, y entonces sería el momento ideal para esa transformación. Para garantizar ese triunfo, promovió que se hiciese la consulta de ‘revocación de mandato’ de forma concurrente, y así poder hacer campaña a favor de su coalición. La oposición, que no podía impedir fácilmente la inclusión de esas consultas, sí pudo posponerlas y evitar la concurrencia. El triunfo amplísimo que esperaba López Obrador, que le permitiría extender su mandato y eventualmente reelegirse, no llegó. Por el contrario, su coalición original se desplomó, y no tiene hoy ni la mitad de los diputados. Para superar el 50 por ciento le es necesario mantener al PVEM cerca, y eso, todos sabemos, cuesta.

Pudo haber ignorado la consulta, que para llevarse a cabo exigía 3 millones de firmas de ciudadanos. No existía esa cantidad, ni cerca, y pudo haber dicho que era evidente que no se requería porque la ciudadanía lo respaldaba. En cambio, movilizó los recursos de Morena, y del gobierno, para que se llevase a cabo. Levantaron más de 10 millones de firmas, aunque al menos 25 por ciento hayan sido falsas o involuntarias. El ansia por verse aclamado pudo más que la estrategia.

Más grave aún, puso junto a la consulta su intento de reforma eléctrica, que requiere mayoría calificada en Diputados, que no tiene. Y aquí viene la parte más interesante para la semana. Conforme se fue dando cuenta López Obrador de que no obtendría la aclamación esperada, presionó a todo su equipo para movilizar electores, incluso de forma ilegal. Más claro todavía: las ilegalidades fueron flagrantes, porque eso le permite construir un pleito postelectoral, en lo que es experto, él y su equipo. De lo que se trata ahora es de descalificar al INE, y más cuando esa institución promueva la anulación de la consulta por las violaciones a la ley provenientes de gobiernos locales y del federal. Pero también para acabar con el INE requiere mayoría calificada en Diputados, y por eso sus ocurrencias electorales no tienen sentido.

En el ámbito legal, López Obrador está terminado. Desperdició la inmensa legitimidad y las mayorías calificadas que tuvo. Malgastó los ahorros de 25 años en las finanzas públicas. Borró cualquier ilusión de contar con un estadista, o al menos un líder pragmático. Lo que queda hoy es el revoltoso colérico, sin recursos públicos, reducido a su apoyo tradicional, acompañado de corruptos e inútiles. Como siempre, intentará recuperarse por encima de la ley. Pero, a diferencia de otras épocas, ya sin nada qué ofrecer. Es desecho, es polvo, es sombra, es nada.

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