Fuera de la Caja

Contra la realidad

En fin, no se puede contra la realidad: ni en el tema de tasas de interés, ni en los precios de energéticos, ni en el volumen de petróleo.

El día de ayer, la Junta de Gobierno del Banco de México aprobó elevar la tasa de interés de referencia en 25 puntos base, para llegar a 4.75 por ciento. Cuatro de los integrantes votaron en esa dirección, y sólo el subgobernador Gerardo Esquivel votó por mantener el nivel previo. La razón por la que una amplia mayoría optó por elevar la tasa es que hay una presión inflacionaria en el índice que llamamos subyacente (el que no depende de decisiones de gobierno, del clima o de mercados internacionales) que podría convertirse en un piso de incremento de precios por demasiado tiempo. Es un riesgo que no vale la pena correr.

Por otra parte, el mercado está jalando la tasa más rápido que el Banco de México. La tasa a 182 días ya estaba en 5.25 por ciento unos días antes de la reunión mencionada, y ahora se acerca a 5.5 por ciwento. Este es un tema muy polémico, pero es posible que la política monetaria en México no sea exógena (es decir, decidida por el Banco), sino endógena (jalada por el mercado). Si es así, entonces esperaríamos que por un buen rato tengamos esta presión al alza que impedirá a la Junta de Gobierno bajar tasas, incluso cuando, en enero, su configuración sea más suave (paloma, le dicen los expertos).

Los días previos a esta reunión tuvimos un alza en el precio del dólar. La semana pasada por la expectativa alrededor de Evergrande (la empresa inmobiliaria china que no pagará a sus acreedores); esta semana, por el tradicional drama en Estados Unidos con el techo de endeudamiento. Con el primer empujón, el dólar pasó de 19.80 a 20.10; con el segundo, hasta 20.60. Me parece que más o menos por este nivel debería estar el dólar en estos momentos, si consideramos la tendencia de largo plazo. Mi estimación es que al cierre del año deberíamos rondar 20.50, y un año después, 21.30 pesos por dólar.

Sin embargo, con un dólar un poco más caro, y los energéticos al alza, el impacto sobre la inflación (no la subyacente, la total) es fuerte. Al Presidente estas cosas son las que le preocupan: el tipo de cambio, el precio del gas y la gasolina, y poco más. La escasez de gas en el mundo es algo realmente importante en este momento. En Europa, el precio se ha multiplicado por cinco en los últimos meses. Por acá, gracias a la abundancia en Estados Unidos, nada más al doble. Pero esos incrementos, que en otras épocas López Obrador utilizó como ariete contra otros gobiernos, le preocupan mucho, y por eso inventó Gas Bienestar, que es algo no sólo inútil, sino costoso, y por eso está aguantando el incremento en el precio de la gasolina con reducciones en el IEPS. De marzo a agosto, los ingresos del gobierno por este impuesto cayeron en 5 mil millones de pesos al mes, en el intento de que no suba mucho la gasolina. Es muy probable que en este momento ya estemos en el doble.

Es cierto que esta medida no va a desestabilizar las finanzas públicas, pero cuando la suma uno a otras decisiones costosas, sí empiezan las preocupaciones. Con tal de mantener la producción en Pemex, la inversión que se propone para el próximo año implica que estaremos perdiendo dinero por cada barril producido. Invertirán el equivalente a 50 dólares por barril en Cantarell, 30 en Ek-Balam, 15 en KMZ. Con precios de 70 dólares, deberían pagarle a la nación 50 por derechos (lo normal). Con los 20 que quedan, tienen que pagar esa inversión que le digo, más los costos operativos normales. No da. Por eso Hacienda le está perdonando a Pemex los pagos. Pero, para eso, nos salía mejor que la extracción la hiciese cualquier otra empresa.

En fin, no se puede contra la realidad: ni en el tema de tasas de interés, ni en los precios de energéticos, ni en el volumen de petróleo. Váyase preparando.

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