Fuera de la Caja

Construir en el fango

No es que esperemos una gran caída en lo que sigue, pero sí un estancamiento consistente con un gobierno que no tiene claridad ni genera confianza.

Como usted sabe, hoy debe entregarse el proyecto de Presupuesto al Congreso. Ya platicaremos de su contenido, pero conviene ponerlo en contexto. El lunes comentamos cómo se han mantenido las finanzas artificialmente sanas dilapidando los ahorros de los 25 años previos, reflejados en fideicomisos y en cuentas bancarias. Ese mal uso de la herencia, sin embargo, no ha sido en beneficio de la economía, sino sólo del gobierno. Como tantos otros lemas vacíos, el de no aceptar gobierno rico con pueblo pobre es también una mentira. Fuimos prácticamente el único país en el mundo, entre los medianos y grandes, en donde no se aplicó ningún tipo de programa de apoyo o rescate. Apenas si, forzados por el Banco Mundial, se repartieron créditos de los que no tenemos transparencia, como es normal con este gobierno.

El resultado de no aplicar medidas contracíclicas, como gustan llamarlas los economistas, es que empresas y hogares tuvieron que aguantar todo el peso de la crisis económica producida por la pandemia y por el confinamiento. Nada extraño, si también les tocó enfermar, morir en casa, sin pruebas, estrategia e incluso vacunas. Nunca se vacunó al personal médico que no estaba en el sector público y en hospitales destinados al Covid, ni se vacuna ahora a los menores de 18 años. Sin lógica, sin razón, sin sentido.

En lo económico, el impacto del golpe puede sentirse ahora mismo. Los hogares aguantaron el confinamiento, redujeron sus gastos e incrementaron su ahorro, pero tarde o temprano han tenido que equilibrar su vida. Lo hicieron entre marzo y mayo pasados, cuando el consumo tuvo un incremento notable. En junio, eso se vino abajo. Claramente, ese fenómeno puede verse desde el lado de los ahorros a través de la captación (este domingo, los detalles en www.patreon.com/macariomx).

Así, el consumo en junio es del mismo nivel que en abril, y el trimestre se queda casi cuatro puntos debajo del nivel máximo registrado en el tercer trimestre de 2019. Ya antes de la pandemia hubo caídas en dos trimestres consecutivos.

En la inversión, el otro gran elemento de la demanda interna, la caída es prácticamente continua desde un año antes. Con la cancelación del aeropuerto, tuvimos una contracción importante al cierre de 2018, que no logró compensarse en el primer trimestre de 2019. Los siguientes, todos son negativos hasta el segundo de 2020, el del confinamiento, que es peor. La ‘recuperación’ en este indicador es paupérrima, y en este último trimestre es casi cero. El nivel de la inversión de junio es comparable a lo que tuvimos en 2007 (y luego de nuevo en 2010, por la Gran Recesión). Hoy estamos 15 puntos debajo del nivel que tenía la inversión antes de la cancelación del aeropuerto. No es por molestar, es porque realmente fue un punto de inflexión, que tantas veces recordamos esa terrible decisión.

Aunque la mediana de los especialistas que entrevista Citibanamex (que se publicó ayer) se alineó con el pronóstico del Banxico en su informe trimestral, estimando un crecimiento de 6.2 por ciento para este año, y apuntando a 3 por ciento para el próximo, no se ve claro de dónde llegará eso. Los datos que tenemos para julio y agosto son claramente inferiores a los de junio, cuando tanto consumo como inversión se redujeron. No es que esperemos una gran caída en lo que sigue, pero sí un estancamiento consistente con un gobierno que no tiene claridad ni genera confianza, y una sociedad depauperada porque tuvo que cubrir, con sus propios recursos, la peor crisis sanitaria y el mayor golpe económico en un siglo.

Es en ese contexto en el que hay que ubicar el Presupuesto que se publicará hoy. Un piso de fango sobre el que hay que construir. No se ve cómo.

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