Fuera de la Caja

Días de furia

Me parece que el indicador más relevante de que la coalición presidencial está en serios problemas es el comportamiento de López Obrador.

Comentamos el viernes que el gran agitador en México, en el último cuarto de siglo, es quien hoy ocupa la Presidencia. Por eso, a pesar del gran sufrimiento acumulado después de miles de muertos, pérdida de ingreso e incremento de pobreza, no ocurren manifestaciones públicas importantes (con la excepción del movimiento de mujeres, que también mencionamos el viernes). Esto puede cambiar el 6 de junio, si las cosas no le salen bien a Morena y asociados.

Las pocas encuestas que tenemos indican que la coalición del Presidente no logrará mantener la posición que hoy tiene en la Cámara de Diputados. El modelo que construyó oraculus.mx para estimar el número de curules le da una probabilidad de un tercio de mantener o superar los 334 diputados necesarios para la mayoría calificada. Este modelo, sin embargo, depende de las encuestas con que se alimenta, y apenas hubo cuatro en abril y una en mayo, y entiendo que ninguna tiene el detalle suficiente para contar con validez estadística por distrito electoral. Es decir, las encuestas miden razonablemente la intención de voto por entidad o región, pero no al nivel de distrito.

Es importante mencionar esto porque después ocurre que todo mundo se queja de las encuestas y dicen que no funcionan, como ocurrió en la elección de 2016 entre Clinton y Trump. Las encuestas fueron muy atinadas en el voto popular, pero no en el detalle estatal, que es el que determina el triunfo en ese país. Una pequeña variación en dos o tres estados implica que, aunque se gane el voto popular, se pierde la presidencia. Acá ocurre lo mismo. Aunque la medición general es correcta, al nivel distrital pueden darse pequeñas variaciones. Por ejemplo, hay entidades en las que el Presidente y Morena son muy populares, por encima de 50 por ciento. Si la intención de voto crece a 60 o 70 por ciento, ya no importa. Pero si en otra entidad la intención de voto cae de 40 a 35 por ciento, con eso puede ser suficiente para perderla. En la medición total, habría subido la intención de voto; en la elección, habrían perdido.

Las últimas semanas parecen catastróficas para el actual gobierno. EL FINANCIERO, por ejemplo, ha medido una caída en la popularidad de las mañaneras del Presidente, de Claudia Sheinbaum y de Marcelo Ebrard. El seguimiento diario de Mitofsky para EL Economista reporta seis puntos perdidos en la popularidad presidencial en el último mes. Las encuestas para elecciones de gobernador que publica Reforma resultan muy cerradas, en entidades que Morena suponía ganadas hace un par de meses. Todo esto indica una dinámica que no se refleja en las encuestas con las que se estima la posible composición de la Cámara. La opinión publicada, a diferencia de hace tres años, está claramente volcada en contra de López Obrador, con la excepción del puñado de leales y los dos puñados de tibios.

Me parece que el indicador más relevante de que la coalición presidencial está en serios problemas es el comportamiento de López Obrador. Es indudablemente una evaluación subjetiva, pero que debe considerarse. En todas las elecciones que ha participado, cuando las cosas no van bien, López Obrador pierde la compostura. En las últimas semanas, las decisiones y acciones del Presidente corresponden a alguien fuera de sus cabales. Él sí tiene información detallada, que nosotros no tenemos. A él le reportan los más de 20 mil Siervos de la Nación, coordinados por Gabriel García, que desde 2019 se dedican esencialmente al tema electoral.

Si hoy el Presidente actúa así, el 6 de junio, al perder la mayoría calificada, estallará, como siempre lo ha hecho. Por eso ya está preparando la deslegitimación del INE y el discurso del fraude. Si llega a perder la mayoría simple, algo cada día más probable, vamos a tener días de furia. A prepararse.

Consulta más columnas en nuestra versión impresa, la cual puedes desplegar dando clic aquí

COLUMNAS ANTERIORES

Votos
Resultados y popularidad

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.