Luis Wertman Zaslav

Sorpresas de crecimiento

Las corredurías, los analistas y los mercados siguen aparentemente perplejos ante el desempeño económico de México desde hace casi dos años y luego de la pandemia.

Steve Jobs decía que el éxito de la noche a la mañana requiere de muchas noches y de muchas mañanas para hacerse realidad. La constancia siempre ha sido uno de los factores que más aprecian las compañías exitosas y es un elemento indispensable para las que desean convertirse en una. A todos nos gusta obtener la admiración y el respeto de los demás, es el sacrificio para alcanzar esa cima de reconocimiento que hace que no todos podamos lograrlo.

Las economías de los países no se comportan distinto. Para ganar inversiones, hay que inspirar confianza y ésta solo se consigue con buenos resultados, producto de decisiones correctas, algunas dolorosas, otras pragmáticas y un tanto más enfocadas en dejar un legado.

No sé cuántos meses deben pasar para ya no considerar el crecimiento de nuestro país como una sorpresa, pero las corredurías, los analistas y los mercados siguen aparentemente perplejos ante el desempeño económico de México desde hace casi dos años y luego de la pandemia. Pero no es así.

Una revisión de los indicadores más comunes, y de aquellos que son revisados con mayor cuidado por fondos, organismos y firmas calificadoras, comprueba que la historia de éxito se puede convertir en un caso de estudio por varias razones.

Una muy importante es que se ha desarrollado, frente a nuestros ojos, un mercado interno que no había tenido la fuerza, ni la constancia, que exhibe en estos momentos. La racha de consumo ya no es una racha, sino un movimiento económico que está soportado en el aumento histórico de los salarios, el aumento en el flujo de remesas, los programas sociales directos, una tasa de desempleo en su nivel más bajo desde que se mide la ocupación laboral y una confianza ciudadana motivada por su relación ingreso-gasto.

Dicen que las mejores personas para medir la inflación se encuentran en los supermercados y en los tianguis. Si esto es cierto, también podría serlo el hecho de que los consumidores nacionales perciben una estabilización de los precios y una recuperación en el poder adquisitivo en los hechos, que coincide con los números.

La incredulidad, entonces, proviene del sentimiento y no tanto de la razón objetiva de la evaluación económica. La inversión pública se ha concentrado en proyectos enormes, pero eso no quiere decir que no ha fluido hacia otros trabajos que permiten que la economía tenga un paso estable hacia arriba, cuando otras pasan de un mes a otro del posible enfriamiento a la fiebre, porque no se sabe bien a bien qué está sucediendo.

¿Está México aislado de lo que pasa en el mundo financiero? Parecer ser que es todo lo contrario, el manejo de la economía y el desarrollo de las condiciones para el nearshoring han hecho que nuestra nación sea el punto más atractivo para las nuevas inversiones que se proyectan para la siguiente década.

Y no es que los mensajes instantáneos acerca de lo mal que van las cosas o del peligro que se cierne con el socialismo hayan dejado de llegar a nuestros teléfonos móviles, lo que ocurre es que los datos (sí, los famosos otros datos) son los mismos que están recibiendo los agentes económicos y los están aprovechando, como sucede en cualquier lugar del mundo que goza de una buena conducción financiera por parte de sus autoridades.

No sé si los académicos y los especialistas podrían acuñar un término como “capitalismo de izquierda”, pero no estaría mal comenzar con la discusión acerca de lo que significa emplear las herramientas de la economía oficial, algunas muy limitadas para la innovación, y transformarlas en políticas públicas que han beneficiado a la gente y al mismo tiempo a la mayoría de los sectores industriales y de servicios.

México ya no es el sabor del mes entre las economías del mundo y puede que, al final de este cambio de época, pueda ingresar de nuevo al grupo de las diez economías más grandes del planeta. Con una diferencia: la orientación social de su manejo presupuestal y la conducción prudente de la macroeconomía. No ha sido fácil, eso es una realidad; sin embargo, pienso que nada que ha beneficiado a la mayor parte de nuestra sociedad lo es. Y esa podría ser la sorpresa más grande de todas para nosotros y para la decisión que tomamos libremente hace cinco años.

El autor es comisionado del Servicio de Protección Federal

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