Luis Wertman Zaslav

El juego del equilibrio

El reto es adaptar el modelo de comercio a una etapa distinta de la humanidad y crear un balance que se había postergado porque los números señalaban ganancias y poca inflación.

Comisionado del Servicio de Protección Federal

En el mundo económico no hay un acuerdo definitivo sobre cuánta inflación es suficiente; dependiendo de las circunstancias el aumento de precios puede significar crecimiento y, al mismo tiempo, crisis.

La ortodoxia de los bancos centrales dicta desde hace muchos años que la inflación debe estar contenida para no caer en escenarios pasados donde el costo de las cosas subía sin límite, lo que empobrecía a millones de personas de la noche a la mañana.

Uno de los principios para mantener a raya este aumento fue dejar los salarios artificialmente bajos, como un dique para que nadie se atreviera a subir precios a costa de quedarse con productos o servicios que no se pudieran comprar.

Los estudios que han dado seguimiento a la inflación no demuestran que esta relación sea directa o que un porcentaje moderado sea perjudicial para el crecimiento de un país. Sin embargo, el miedo a la escasez y a la concentración de materias primas ha prevalecido sobre cualquier otra política económica distinta.

Este efecto es tan poderoso que nuestra crisis inflacionaria actual no se parece en nada a las que vivimos hace 40 años, ni a las sucesivas que se han registrado, pero eso no evita que estemos en estado de emergencia mundial. Alcanzar la meta de un dígito se convirtió en un mantra para las autoridades financieras y si eso significa meterle freno de mano a la economía, más vale llevar el cinturón de seguridad para no salirse por el parabrisas.

Justo nuestro banco central estará decidiendo si continúa con el alza de tasas de interés (lo más seguro) para limitar el crecimiento de la inflación, aunque eso enfríe las perspectivas de inversión que se tengan para el final de este año y del siguiente. Será complicado que la Junta de Gobierno cambie de opinión en un entorno que favorece la lógica económica.

Pero ¿esa lógica es aplicable para todos los momentos? Después de un paro abrupto por la pandemia, el mundo acudió a fórmulas que probaron ser insuficientes y prendidas de alfileres. La inyección de dinero y de deuda para reactivar la economía internacional sobrecalentó un proceso que ahora parece irreversible si no se toman medidas restrictivas.

No obstante, la inflación promedio de los países no supera el 14 por ciento en su punto más alto; esto no quiere decir que se permita que siga subiendo, solo que el análisis debería ser mucho más amplio acerca de los pasos que se tienen que seguir en el futuro próximo.

Primero, porque el modelo de globalización cambió con la pandemia y ya no está vigente; la guerra en Ucrania solo ha reforzado la certeza de que se necesita un equilibrio entre autosuficiencia y participación en los mercados internacionales, porque no hay nada más caro que lo que no se encuentra disponible.

Mientras las fronteras se desdibujaban y era más sencillo comprar barato a miles de kilómetros, la globalización como la conocíamos tenía poca discusión. Cada país se hacía fuerte en lo que lograba dominar como productor y fabricante, para adquirir lo demás en naciones que hacían lo propio. El cierre de actividades desnudó las carencias de muchas regiones y la demanda de otras que solo cuentan con dinero para comprar y ese es un entorno ideal para la inflación.

Ahora el reto es adaptar este modelo de comercio a una etapa distinta de la humanidad y crear un balance que se había postergado porque los números siempre señalaban ganancias y poca inflación. La realidad es que mucha gente sufre en uno y otro contexto, porque el dinero no alcanzaba y no alcanza tampoco ahora.

Por eso la importancia de que los países establezcan una red de apoyo sociales e inviertan en salud universal, autonomía alimentaria y energética para sus poblaciones. La regla de que lo que no produces lo puedes adquirir en otro lado se quebró y no parece que se arreglará, no importa cuántos puntos base crezcan las tasas de interés. El nombre del juego tendrá que ser el equilibrio y pronto.

COLUMNAS ANTERIORES

No es posible
Almendras y petróleo

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.