Luis Wertman Zaslav

Temporada de compras

Prácticamente podemos pagar por cualquier mercancía por internet, y eso ha transformado también la manera en que la delincuencia busca afectarnos.

En el último tramo del año, ya con el inicio de la temporada de regalos, es importante tomar precauciones en la programación del gasto y en las medidas de seguridad que debemos contemplar al momento de adquirir bienes y servicios en línea.

Hemos conversado antes sobre el impulso que dio la pandemia al comercio electrónico (una de las pocas buenas noticias que trajo) y el cambio que representa en hábitos de consumo y decisiones de compra que pueden ser permanentes a partir de ahora.

Prácticamente podemos pagar por cualquier mercancía por internet, sean víveres o ropa, y eso ha transformado también la manera en que la delincuencia busca afectarnos. Esto responde a un principio simple: si las posibles víctimas están en línea, ahí será donde diferentes grupos de criminales se trasladarán para tratar de sorprenderlas.

No es ninguna noticia, tampoco. Pero cada vez con mayor frecuencia estamos frente a tipos de delitos que diversifican su presencia en nuestro entorno virtual e incluyen mensajes instantáneos que ofrecen préstamos, alertas falsas por redes sociales, correos electrónicos simulando ofertas y hasta contacto directo por medio de salas de videojuego.

Es importante que acudamos solo a sitios web oficiales y que se encuentren protegidos (un candado al inicio de la dirección electrónica lo valida), contemos con los programas de seguridad adecuados (y legales) instalados en nuestra computadora o tableta y evitemos cualquier tipo de promoción que venga de algún usuario que no cuente con sistemas de pago digital conocidos o referencias de sus servicios.

La misma precaución la debemos tomar para las compras por celular, el cual facilita mucho las transacciones y ahorra tiempo, pero puede dejar abierta la puerta a un sinfín de problemas cuando algún ciberdelincuente logra apoderarse de alguna aplicación o sistema de comunicación directa, como está ocurriendo en muchos casos con WhatsApp.

Tan sólo revisemos la cantidad de apps que tenemos descargadas y será suficiente para confirmar que la mayor parte de los servicios bancarios, cuentas y registros domiciliados que usamos a diario están concentrados en un solo aparato.

Sin descalificar a quienes han trasladado su negocio o han emprendido uno en esta emergencia sanitaria en espacios de redes sociales, debemos ser cuidadosos con proveedores que no tengan retroalimentación o que no vengan recomendados por personas cercanas que hayan usado sus servicios. Aunque se trate de un mundo virtual, el boca a boca sigue siendo el mejor aval que existe.

Igual que podemos hacerlo de manera física, hay que revisar bien las condiciones de entrega, pago y plazos para no llevarnos una mala experiencia de compra y tampoco caer en la red de un grupo criminal que utiliza sitios ‘fachada’ para obtener números telefónicos y datos personales.

El hábito de comprar en línea cobra fuerza porque nos da confianza y hemos probado sus resultados cuando una camioneta llega con el paquete que ordenamos o un repartidor nos ayuda trayendo la cena; perderla por un cargo no reconocido, una suplantación, una llamada de extorsión, entre otros tipos de delito, puede trasladar la sensación de inseguridad a nuestra realidad virtual. Las consecuencias significarían un retroceso económico y la posibilidad para muchos negocios de recuperarse justo en el momento en el que más lo necesitan.

La prevención es la mejor seguridad que podemos darnos. Ser cuidadosos y cuidar a los demás de algún riesgo es nuestra obligación como ciudadanos y cibernautas que contribuye a que la economía digital florezca y traslade sus beneficios a la economía real, esa misma que ahora tenemos que impulsar a través de compras bien planeadas y seguras.

El autor es director general de Seguridad Privada de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana.

COLUMNAS ANTERIORES

No es posible
Almendras y petróleo

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.